La mafia no pudo con Castro. Ni la CIA, ni los antirrevolucionarios, ni el terrorista Posada Carriles. La cifra es astronómica, todo un récord mundial: 638 operaciones, conspiraciones fallidas o magnicidios abortados. Castro no es inmortal. Pero sí parece el hombre que nunca muere.
O El que debe vivir, que es título elegido para la serie de ocho capítulos que la televisión cubana estrena el próximo domingo tras tres años de trabajo. Un seguro éxito televisivo que intentará concentrar medio siglo de historia repleta de emboscadas callejeras, operaciones suicidas, helados de chocolate envenenado, granadas en vez de pelotas de béisbol, bombas debajo de las alcantarillas, fusiles de larga distancia, bombardeos en la playa, bazokas en el aeropuerto La realidad parece ciencia ficción.
Las conspiraciones comenzaron antes del triunfo de la Revolución. En 1953, durante el juicio donde Fidel entonó el 'la historia me absolverá', el preso número 4.914 evitó la muerte gracias a la ayuda de los compañeros de prisión y de los funcionarios que le cambiaban los platos envenenados.
Años más tarde, en 1961, la CIA intentó eliminar a Castro en Nueva York con una caja de tabaco. El comandante fumaría un habano, que le volaría la cabeza. El FBI, encargado de su custodia, no estaba por la labor. También intentaron hundir el carisma del líder: sales de talio para que se le cayera la barba, LSD para enloquecerle en la televisión Finalmente, ya a la desesperada, colocaron un artefacto explosivo debajo de la tribuna de Central Park. La policía neoyorkina lo desactivó.
Otro agente de la CIA, Desmond Fitzgerald, eligió como arma homicida un traje de buzo embadurnado con bacterias del bacilo de la tuberculosis. También quiso colocar un caracol exótico con una carga explosiva durante una jornada de pesca submarina. Inútil: la seguridad de Castro no duerme.
Para el último capítulo, la televisión cubana ha reservado la conspiración fallida durante la Cumbre del año 2000 en Panamá. El grupo de Posada fue capturado con 20 kilos de explosivo plástico y armamento. Desde que la CIA diera por imposible su eliminación, los infructuosos intentos de magnicidio fueron casi exclusivos de Posada Carriles, que entregó su vida a tal obra. Lo intentó sin éxito en México (1991) y en Galicia (1992). En el 94 estuvieron cerca, en Cartagena de Indias, durante un paseo en coche de caballos con García Márquez por el casco histórico. En el 97, la guardia costera de EEUU neutralizó un yate, La Esperanza, con fusiles calibre 50 milímetros, con mira telescópica y rayos infrarrojos.
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