Este artículo se publicó hace 8 años.
Colombia vota 'no' al acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC
Con una diferencia de solo 57.000 votos, el 'no' al acuerdo vence al 'sí' y sume al país en la incertidumbre sobre el futuro de un conflicto de más de medio siglo. “No me rendiré, seguiré buscando la paz”, afirma el presidente Santos tras la derrota en el plebiscito.
Antonio Albiñana
-Actualizado a
BOGOTÁ.- Con una abstención del 63% y por una diferencia de solo 57.000 votos, Colombia votó contra los Acuerdos de Paz negociados durante más de cuatro años en La Habana y firmados el pasado lunes en Cartagena por el Presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC Timoleón Jiménez Timochenko, en presencia del Secretario General de la ONU, Ban ki-Moon.
En lo que ha resultado una especie de Brexit a la Colombiana, Juan Manuel Santos ha salido derrotado en una consulta a la que no estaba obligado. Juristas como el exfiscal General Eduardo Montealegre o Alfonso Gómez Méndez le habían desaconsejado vivamente no realizarla por considerar que la Constitución colombiana considera la paz como un derecho de los ciudadanos y su búsqueda una obligación del presidente.
Santos se obstinó en una refrendación de los acuerdos, negociados largamente en La Habana entre su Gobierno y los jefes de la guerrilla, una vez logrado el apoyo de toda la comunidad internacional, empezando por Naciones Unidas que ya tenía previsto un complejo sistema de verificación multinacional, que ahora deberá desmantelar.
Lo sucedido también se asemeja al Brexit británico en las mentiras difundidas por los partidarios del 'no' a la paz: habría impunidad total para los crímenes de lesa humanidad, se expropiarían millones de hectáreas para entregarlas a los guerrilleros, se iba a entregar a Colombia al “castrochavismo”, etc. Por otra parte, el resultado negativo del plebiscito tiene que ver con una votación que, más allá de los acuerdos de paz que se refrendaban, se ligaban con el descrédito del presidente Santos, cuya impopularidad se ha llevado por delante los acuerdos de paz.
La zozobra es completa hoy entre los miles de integrantes de la guerrilla, que se preparaban para desarmarse y desmovilizarse tras su X Conferencia, de la que dieron amplia cuenta los medios internacionales con sus propuestas festivas y su disposición a emprender una nueva vida en la esfera civil.
Suspendida la prevista “amnistía”, las armas vuelven a engrasarse y los frentes vuelven a sus lugares de acuartelamiento guerrillero. En todo caso, el máximo comandante de las FARC, Timochenko, declaró al conocerse la derrota del plebiscito, que “sólo usarán la palabra para luchar por la paz”, mientras el presidente Santos ratificaba desde el Palacio de Nariño el vigente alto el fuego bilateral e indefinido.
En un primer análisis se observa que las zonas que han sufrido el conflicto armado, como Cauca, Nariño o Putumayo, han votado masivamente 'sí' a los acuerdos de paz, mientras que en las que no viven desde hace mucho tiempo el conflicto, como el Centro y Cundinamarca, triunfó el 'No'. En definitiva, el mundo urbano terminó decidiendo la guerra que se vive en el mundo rural.
El resultado de la votación y las primeras reacciones muestran la polarización, con tintes de violencia, latente o expresa, que se va a acentuar más aún en Colombia. Algunos analistas prevén una detención en la entrega de tierras despojadas y temen un incremento en el asesinato de defensores de la paz y los derechos humanos, cuyas víctimas alcanzan las 51 personas en lo que va de año.
Los acuerdos de paz en Colombia, que han sido mostrados en las últimas semanas como un ejemplo internacional en materia de resolución de conflictos, entran en un limbo jurídico con muchas aristas no definidas. Según la Ley Estatutaria del plebiscito, los acuerdos que se firmaron en Cartagena el pasado día 26 no pueden implementarse ya, no tienen validez jurídica.
Los seguidores del expresidente Uribe, verdaderos triunfadores del 'no' en el plebiscito, proponen una improbable “renegociación” de los acuerdos para suprimir lo que consideran “impunidad” y para eliminar la prevista Justicia Especial de Paz, que preveía entre otras cosas que compareciesen para rendir verdad y reparación los empresarios financiadores del paramilitarismo y los agentes del Estado culpables de crímenes de guerra.
Uno de los analistas más influyentes de Colombia, Antonio Caballero (antiguo colaborador de Público) se muestra sorprendido por el resultado del plebiscito, aunque esperaba un fuerte voto por el 'no': “Este país es muy reaccionario”. Para Caballero el resultado del plebiscito “lo único que se hace es posponer el problema, 5 o 10 años más de matanza y volveremos a lo mismo. Se pierden años y años por cuenta de la estupidez fomentada por los intereses económicos y políticos de una minoría”. Según su análisis, el Gobierno de Santos representa lo que en la transición española se denominó la “derecha civilizada” a la que en Colombia "la derecha bárbara que representa un payaso sin escrúpulos como Álvaro Uribe, ataca como 'castrochavista'".
Salvando las distancias en cuanto a la magnitud del país y la estabilidad de su institucionalidad, la situación de Colombia hoy recuerda a la de Guatemala en 1999, cuando firmó la paz que ponía fin a una guerra civil de 30 años y sometió a referéndum las reformas constitucionales que buscaban acabar con el militarismo y la desigualdad social para aplicar el acuerdo. La mayor parte de la población se abstuvo y los votantes urbanos, para los que la guerra quedaba muy lejana, votaron negativamente. Y la violencia continuó.
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