Este artículo se publicó hace 17 años.
Chávez no olvida el golpe
Sus partidarios le justifican por el supuesto apoyo de Aznar a los golpistas en 2002.
Los muchos partidarios que Hugo Chávez tiene en Venezuela han hecho suya su idea de que la verdad no ofende. De este parecer es el escritor y analista cercano al Gobierno venezolano, Luis Britto, que, en conversacion telefónica con Público, describe como "un hecho irrefutable" el apoyo del Gobierno de José María Aznar al golpe de Estado que en 2002 intentó derrocar al presidente de su país.
Este apoyo, que el mismo Miguel Ángel Moratinos desveló en 2004 en un programa de televisión, pasó bastante inadvertido en España. No así en Venezuela. Luis Britto cree que la ambigua postura de Aznar hacia la intentona golpista, "que no fue ajeno a los intereses de empresas españolas en Venezuela", está en "el trasfondo del incidente entre Chávez , Zapatero y el rey".
España y EEUU
El 11 de abril de 2002, un grupo de militares venezolanos pidió la renuncia del presidente y, ante su negativa, ordenó su detención. El mismo día, Pedro Carmona, jefe de la patronal venezolana, se autoproclamó presidente, disolvió el Parlamento y anuló de un plumazo todas las instituciones democráticas del país. Poco duró en el poder, dos días.
Las manifestaciones populares y la reprobación internacional forzaron su fracaso y el retorno de Chávez a la presidencia.
Dos países mostraron una cierta ambigüedad hacia los golpistas: Estados Unidos y España. En una declaración conjunta firmada por ambos, se expresaba su solidaridad con "el pueblo de Venezuela", así como el "deseo de que la excepcional situación que experimenta Venezuela conduzca en el plazo más breve a la normalización democrática plena". Ninguna mención a la ilegalidad del golpe ni a la situación de Chávez, que continuaba encarcelado. Argentina, Chile, México y Brasil, se negaron a firmar esta declaración.
Una reunión con el golpista
El embajador español en Venezuela, Manuel Viturro, mantuvo incluso una reunión posterior con el golpista Carmona -según reveló Moratinos también en el Congreso de los Diputados-, en la que participó a su vez el embajador norteamericano, Charles Shapiro.En su comparecencia en el Congreso, el actual ministro español de Asuntos Exteriores hizo público el contenido de un telegrama del embajador español en Caracas.
En él, se podían leer frases como la siguiente: "La reunión nos permitió incluso subrayar nuestra sorpresa por la disolución de la Asamblea y decirle que actitudes como esa podían hacer difícil que pudiésemos en el futuro expresar nuestra amistad hacia él y nuestra comprensión hacia el anunciado proceso de consolidación de las instituciones democráticas en Venezuela".
La diatriba de Chávez contra Aznar, al que describió en Chile como "un fascista", un "cachorro del imperio" y un "tipo que da asco y lástima, de la misma calaña que Adolfo Hitler", se remite para Luis Britto a la equívoca actuación del Gobierno español en aquel momento."Cuando alguien está a punto de perder la vida (Chávez), es normal que ataque a quienes apoyaron a sus agresores", sostiene este intelectual.
Las "pretensiones de algunos medios de comunicación españoles" de que el Gobierno intervenga en asuntos internos de países latinoamericanos "cuando se supone que los intereses económicos españoles están siendo vulnerados" sorprenden a Britto.
El ejemplo que evoca es aún reciente: el de la "legítima" nacionalización de la explotación de los hidrocarburos en Bolivia.El analista estima que España debe olvidar "los tiempos del Imperio". La reacción del rey ante los insultos a Aznar le parece además "fuera del protocolo" pues "no tenía derecho a mandar callar a otro jefe de Estado, lo mismo que si hubiera sucedido a la inversa".
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