Los BRICS desafían el hegemonismo de Occidente y muestran músculo en su cumbre de Sudáfrica
Los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica apuestan en Johannesburgo por un nuevo orden mundial en el que los países emergentes formen un contrapeso político y económico a Occidente.
Madrid--Actualizado a
La sombra de la guerra de Ucrania se cierne sobre la cumbre que los BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- celebran esta semana en Sudáfrica. El histórico encuentro –el primero tras la pandemia de Covid- no cuenta con la participación del presidente Vladímir Putin, que no ha podido viajar a Johannesburgo al estar requerido internacionalmente por supuestos crímenes de guerra derivados de la invasión rusa de Ucrania.
Sin embargo, la ciudad sudafricana atrae todas las miradas internacionales sobre la posición que puedan expresar sus líderes sobre ese conflicto desencadenado por Rusia, pero que, para muchos de los más de 40 países que acuden a la "cumbre de los Cinco", es alentado por un Occidente que se empeña en dictar su estrategia de seguridad en todo el planeta.
Una cumbre sin Putin
Al presidente ruso le representa su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, quien de momento no ha sido apuntado por el doble dedo acusador de la Corte Penal Internacional (CPI) y la denuncia del Gobierno de Kiev, como sucede con Putin o la comisaria rusa de Derechos del Niño, Maria Lvova Belova, en relación con la deportación forzosa a Rusia de menores ucranianos desde los territorios ocupados por el ejército del Kremlin.
Aunque el presidente sudafricano y anfitrión de la cumbre, Cyril Ramaphosa, era partidario en un principio de garantizar la asistencia de Putin, la inquietante posibilidad de que cualquier acusación privada en Sudáfrica activara esa orden de busca y captura dictada en marzo por la CPI aconsejó la ausencia del líder ruso. Sudáfrica es uno de los 122 firmantes del Estatuto de Roma de la CPI, que obliga a ese país a detener a los imputados por este tribunal con sede en La Haya.
El principal partido de la oposición de Sudáfrica es uno de esos grupos que habían animado a la detención de Putin una vez pisara suelo sudafricano, lo que de facto habría significado una declaración de guerra por parte de Rusia. Ante la imposibilidad de garantizar la inmunidad del líder ruso, los dos Gobiernos vieron conveniente su participación telemática.
Así que Lavrov, uno de los halcones de Putin que todavía puede moverse libremente por el mundo, compartirá la mesa de las negociaciones en el Centro de Convenciones Sandton de Johannesburgo con Ramaphosa y los presidentes de China, Xi Jinping; India, Narendra Modi, y Brasil, Inácio Lula da Silva.
Según el ministro de Exteriores sudafricano, Naledi Pandor, han sido cursadas invitaciones a 67 líderes mundiales de África, Asia, Latinoamérica y el Caribe. Más de cuarenta habrían aceptado participar, así como representantes de la ONU, instituciones económicas mundiales y otras organizaciones regionales, además de importantes líderes empresariales.
Una veintena de países quieren unirse a los BRICs
Precisamente, uno de los asuntos claves que abordarán los jefes de Estado de los BRICS es la aceptación de nuevos miembros en este grupo internacional. Numerosos estados emergentes que buscan alejarse de los dictámenes de los mercados y potencias occidentales ven en este foro el lugar más adecuado para crear un contrapeso a Occidente y defender una sociedad internacional multipolar.
China y Rusia son los dos países que buscan con más interés esa ampliación. Moscú simplemente pretende con esa extensión de la mesa de los BRICS romper el aislamiento internacional avivado por las sanciones que le ha impuesto Occidente por su invasión ilegal de Ucrania en febrero de 2022 y la anexión de un 18% de su territorio.
El caso chino es más complejo. En su deseo de admitir nuevos miembros al selecto club de los BRICS incluye razones económicas, para reforzar sus mercados africano y sudamericano, pero sobre todo geopolíticas, como una plataforma más donde continuar el enfrentamiento con Estados Unidos y sus más íntimos aliados europeos y asiáticos.
Los BRICS, un contrapeso al G7
China ha pensado en el grupo de los BRICS como un contrapeso al G7, formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido. Un contrapeso no solo político, sino, sobretodo, económico.
Hace tiempo que el PIB del conjunto de las economías de los BRICS ha superado a los países del G7. El Producto Interior Bruto agregado de los BRICS supone el 43% de la economía mundial. El de los miembros del G7 apenas llega al 30%. La población de los BRICS es también un 40% de la población mundial y subiendo. Es decir, es inmenso el potencial de esos países "no alineados" o alineados con sus propios intereses y su apuesta por un mundo multipolar, frente al unilateralismo occidental.
Sin embargo, los Cinco no han sido capaces de ponerse un ápice de acuerdo sobre los criterios de admisión de nuevos miembros. Y como se precisa para ello el consenso de los cinco países, parece poco probable que se produzca un gran anuncio en esta cumbre de tres días que comienza este martes. Brasil es el país más reticente a la ampliación, pues podría ver cuestionado su actual protagonismo como único estado latinoamericano participante en el grupo.
De momento, 23 países han presentado sus candidaturas a la eventual ampliación de los BRICS. Ahí están naciones con una fuerte importancia geopolítica, como Arabia Saudí, Indonesia, Irán, Argentina o Egipto.
Además de la ampliación, la agenda de la cumbre de los BRICS está abierta a los asuntos económicos, con el comercio y el desarrollo de infraestructuras como primeros motores de confluencia regionales, y también geopolíticos, como es el caso de los cambios mundiales que ha desatado la guerra de Ucrania.
No son muchos los aspirantes a unirse a los BRICS como tampoco de los propios miembros del grupo que apoyan el aislamiento a que ha sido sometida Rusia desde que invadiera Ucrania. Los lazos energéticos, militares y de suministro de grano con Rusia pesan más en muchos de esos países, sobre todo los africanos, que la intención de Occidente de aplastar a Moscú a toda costa.
La sombra de Ucrania
China e India han mostrado su desacuerdo con las sanciones impuestas por Occidente a Rusia y Pekín ni siquiera ha llegado a condenar oficialmente la invasión. Rusia es un aliado imprescindible, especialmente si en este gran juego de influencias está metido Estados Unidos con sus aspiraciones para dominar todo el tablero geoestratégico de la región de Asia y el Pacífico.
De los cinco países BRICS, dos de ellos, China y Brasil, han presentado planes formales de paz para Ucrania, pero ni el Gobierno de Volodímir Zelenski ni sus aliados en la OTAN y la Unión Europea han hecho caso alguno de la posible viabilidad de esas hojas de ruta hacia la negociación.
El presidente Lula da Silva es quien abiertamente ha mostrado un mayor desagrado por la política belicista occidental en Ucrania y por la arrogancia mostrada por Zelenski a la hora de apostar, sin mirar en muertos, por una derrota total de Rusia que está claro, desde el punto de vista militar, que nunca se producirá. Menos aún la derrota de un país que está dotado de armas nucleares y que ha amenazado ya con usarlas si se tocan algunas de sus anexiones, como es el caso de Crimea, considerado territorio sacrosanto para la geopolítica rusa.
Zelenski ha llegado a acusar al presidente brasileño de "coincidir con los pensamientos de Putin" después de que Lula acusara a los líderes ucraniano y ruso de eludir la búsqueda de la paz "mientras sigue muriendo gente". Zelenski puso incluso en duda la "capacidad de comprensión del mundo" que tiene Lula da Silva.
El presidente brasileño ha propuesto en diversas ocasiones su mediación entre Rusia y Ucrania, pero esta buena voluntad ha sido ignorada por ambos actores internacionales. Los rusos señalan que no ha llegado el tiempo aún de las negociaciones y los ucranianos reclaman la salida total rusa de los territorios ocupados, incluida la península de Crimea, el pago por Rusia de todas las indemnizaciones por la guerra y el enjuiciamiento de la cúpula del Kremlin con Putin a la cabeza por crímenes de guerra.
Tal y como va desarrollándose la contienda, con la aclamada contraofensiva ucraniana sin apenas logros, parece poco probable esa debacle rusa en el campo de batalla, al menos a corto y medio plazo y sin que los aliados de Ucrania se involucren totalmente en el conflicto. Y tampoco parece que vaya a ser éste el caso.
Esto lo tienen muy en cuenta los integrantes de los BRICS, que cada vez sospechan más de las intenciones occidentales en alargar innecesariamente una guerra que tiene mucho de conflicto geopolítico por delegación de la OTAN y sus adláteres contra Rusia.
Pero para la mayor parte de los BRICS y otros países emergentes, la guerra de Ucrania cada día que pasa suena más a un conflicto entre europeos, que sus protagonistas quieren maquillar como una de esas contiendas en las que está en juego el destino del mundo libre.
En todo caso, no es desencaminado pensar que los BRICS pudieran hacer algún tipo de propuesta importante respecto a la guerra o a la aún lejana posibilidad de negociaciones. La ausencia en Johannesburgo de un Putin perseguido por la justicia internacional es una victoria política para Zelenski y no parece que el Kremlin vaya a dejar las cosas así.
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