Los problemas económicos llevaron a un albañil del municipio gerundense de la Vall d'en Bas, Pere Puig Puntí, a matar a tiros ayer por la mañana al promotor para quien trabajaba, Joan T.S., al hijo de este, Pere T. R.; al subdirector de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) de Olot (Girona), Ramón T.C., y a una empleada, Anna P. V. El presunto autor fue detenido por la policía local después de cometer los dos últimos crímenes y pasó la noche en la comisaría de los Mossos d'Esquadra de Olot, a la espera de que el juez lo cite a declarar.
El primer tiroteo se produjo poco antes de las nueve de la mañana en el bar La cuina de l'Anna situado en la calle del Mestre Josep Maria Gratacós de La Canya, cerca de donde la promotora estaba realizando unas obras. El albañil esperó a que sus jefes fueran al bar donde almuerzan habitualmente para entrar en el local armado con una escopeta de caza y disparar al padre y al hijo, de 62 y 35 años. Algunos testigos aseguraron que todo había sucedido muy rápido y que el dueño del local, que estaba preparando un café, sólo tuvo tiempo de esconderse debajo la barra.
El hombre esperó a dos de sus víctimas en el bar donde desayunaban
Luego Puig cogió su coche, un Suzuki de color azul, y recorrió los poco más de dos kilómetros que separan el núcleo de La Canya del centro de Olot, donde se encuentra la oficina de la CAM. Estacionó el vehículo delante de la entidad bancaria en doble fila. Entró en el banco y le dijo a una mujer que estaba sacando dinero en el cajero automático: 'O te apartas o te mato'. Después se dirigió a los dos trabajadores de la entidad y les disparó.
Una patrulla de la policía local lo detuvo justo cuando salía de la sucursal después de llamarle la atención el vehículo mal estacionado y de comprobar que la matrícula coincidía con la del coche del hombre que se había dado a la fuga después de matar a los dos hombres en La Canya.
El agresor confesó a los agentes que había matado a cuatro personas y no opuso resistencia a su detención. 'Estaba nervioso pero se le veía satisfecho por lo que acababa de hacer', explicó Lluïsa Ferrés, una trabajadora de un taller situado justo detrás de la sucursal bancaria y que presenció el arresto. 'Le dijo a la policía que ya había hecho el trabajo que quería hacer', añadió. Durante la detención, a un policía se le disparó accidentalmente la escopeta mientras la intentaba descargar. La bala agujereó la fachada de las oficinas de la funeraria Puig que está justo encima del banco y un cristal.
Se confesó autor de las cuatro muertes y no opuso ninguna resistencia
Las investigaciones apuntan a que el móvil de los crímenes fue una venganza económica. Puig hacía unos 20 años que trabajaba para la constructora Tubert y se había convertido en el hombre de confianza de sus dos jefes. La empresa, constituida en el año 1982 y con sede en la calle de Aranjuez, en Olot, no pasaba por un buen momento a causa de la crisis. El agresor no cobraba su nómina desde mayo y sus jefes le habían hecho un cheque que no pudo cobrar porque no había fondos.
Hacía unos meses, el promotor y su hijo habían despedido a otro vecino de la Valld'en Bas que los denunció por impago y en Navidad tenían previsto hacer lo mismo con Puig. Un portavoz de la CAM aseguró ayer que el agresor no tenía ningún tipo de deuda, ni préstamo ni hipoteca con la entidad. Sólo tenía una cuenta bancaria y una tarjeta de crédito. La declaración del detenido aclarará por qué mató también a los dos trabajadores de la sucursal bancaria. Ramón T.C., de 46 años, era subdirector aunque hacía unos años se encargó de la dirección, estaba casado y tenía dos hijas de 4 y 8 años. Anna P. tenía 52 años y era madre y abuela.
Ayer por la tarde, el detenido volvió a los dos lugares de los crímenes para hacer la reconstrucción de los hechos junto con la comitiva judicial y los Mossos d'Esquadra. Está previsto que pase a disposición judicial entre hoy y mañana.
Puig vivía con su padre, de más de 80 años, en el número 8 de la calle de l'Armenguer, en la Vall d'en Bas, un núcleo urbano de unos 1.200 habitantes situado sólo a 11 kilómetros de Olot. Los vecinos, algunos de los cuales explicaron que también tenía un piso en Olot, lo conocen como Pere de Can Quineta y es el segundo de tres hermanos. La hermana mayor murió hace unos años de cáncer y poco después falleció su madre. Su hermana pequeña, Pilar, vive en Olot y ayer a media mañana fue a recoger a su padre, que en ese momento no sabía lo que había ocurrido.
El autor de los cuatro crímenes era una persona solitaria y algunas veces un poco extraña. Siempre iba vestido de estilo militar, con pantalones verdes, camisa y botas de montaña. También solía llevar un sombrero y a veces una estrella de sheriff. Su pasión era la caza de jabalíes. Cada fin de semana solía ir a cazar con el grupo del municipio de Joanetes y desde 1999 estaba inscrito en la Federación Catalana de Caza. Los asesinatos los realizó con la escopeta que utilizaba para la caza, una magnum de 12 milímetros. 'Sólo saludaba y alguna vez hablaba del tiempo', aseguró la vecina de enfrente.
También solía dar largos paseos por el bosque cuando anochecía y la mayoría de tardes, al terminar su jornada laboral y también los fines de semana, iba a la taberna Estrada, situada justo en la entrada de La Vall d'en Bas. 'Era un hombre normal, que nunca se había metido en ningún lío', explicó Gemma, una de las camareras. 'A veces era muy fantasioso y muy radical', añadió.
Los vecinos no saben si tenía problemas económicos. 'Cuando venía a comprar no miraba el precio de las cosas ni se quedaba el producto más barato', explica un dependiente de la Carnicería d'En Bas.
Los hechos han vuelto a conmocionar la ciudad de Olot, que empezaba a recuperar la normalidad después de que hace tres semanas el celador del geriátrico La Caritat confesara que había asesinado a 11 internos suministrándoles pastillas y líquidos corrosivos.
El ayuntamiento celebró ayer un pleno extraordinario donde decretó tres días de duelo. Hasta el viernes ondearán a media asta las banderas de los edificios municipales, han quedado suspendidos todos los actos oficiales y hoy a mediodía habrá dos minutos de silencio para mostrar el 'enérgico rechazo' a las cuatro muertes. El alcalde, Lluís Sacrest, que leyó un manifiesto, comentó que la ciudad está totalmente consternada: 'Los asesinatos han afectado a miles de personas que querían, conocían o saludaban a las víctimas'.
El sindicato CCOO advirtió ayer de que la actual crisis económica y la desprotección que sufren algunos parados que dejan de cobrar la prestación pueden desembocar en casos como el de ayer de Olot. El sindicato exigió también al Gobierno que 'deje de recortar' la ayuda de los 426 euros que recibían los trabajadores en el paro cuando se les acababa la prestación. 'La protección de las personas tiene que ser una prioridad para los gobiernos por delante de la protección de los bienes y el dinero', concluyó CCOO.
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