Entrevista a Jacobo Mendioroz"Antes de octubre no podremos volver a tener una mínima normalidad, si es que el virus no muta"
Emma Pons Valls
Barcelona-
Con los indicadores de la pandemia en ascenso a las puertas de las Navidades, Jacobo Mendioroz (Madrid, 1973), coordinador de la unidad de seguimiento de la covid-19 en Catalunya, recibe a El Quinze en la sede de l’Agència de Salut Pública de Catalunya del Departament de Salut. Desde que asumió esta responsabilidad no ha tenido ni un día de descanso y destaca el trabajo hecho para construir un sistema de información y rastreo "robusto" que no existía en Catalunya y que quedará como "estructura de país" para hacer frente a nuevas epidemias. Mendioroz, que también es subdirector general de Vigilancia y Respuesta a Emergencias de la Agència de Salut Pública de Catalunya, destaca que pese a la vacuna no podremos volver a una cierta normalidad hasta octubre y que es necesario cambiar el comportamiento social para garantizar que la economía siga funcionando.
¿Estamos ante la tercera ola?
Todavía es un poco pronto para decirlo. Han empezado a subir los indicadores después del puente de la Purísima y después de que se abrieran las actividades al público. Parece que está empezando, pero técnicamente no estamos de lleno en ella.
Hace apenas un mes que empezó la reapertura, pero no se ha podido llegar ni a la segunda fase de desescalada. ¿Han fallado las previsiones?
Nosotros vamos probando este delicado equilibrio entre intentar controlar la pandemia y no causar más perjuicios de lo necesario a la población. Sabemos que no poder salir de casa y no desarrollar actividad económica tiene consecuencias sobre la salud. Al final es un equilibrio difícil. La reapertura no es solamente un tema de que estén abiertas o no, si no el uso que hace la gente. Si tengo restaurantes abiertos, pero estamos todos con mascarilla, distancia, se respetan los aforos y está muy controlado, como pasa en los cines u otros sitios, deberían de poder seguir abiertos. Si no hay este cambio de uso en el cual todo el mundo se implica en el control de la epidemia, pues a veces no funciona. A priori es difícil saber lo que hará la gente una vez se abran determinadas actividades.
¿No estamos concienciados?
Todavía nos falta un cierto punto de concienciación, en relación a que tenemos que intentar mantener las medidas de seguridad en todo momento, independientemente de la actividad que hagamos. Esto cala en algunos sectores, y no tanto en otros. En el metro todo el mundo va con la mascarilla y a distancia, pero en otros sitios todavía no es del todo así.
¿Con qué escenarios trabaja Salut para las próximas semanas, en particular, después de fiestas?
Siempre trabajamos con el peor de los escenarios posibles. En ese sentido, nos tenemos de basar en que tendremos una tercera ola, que será muy mala y que habrá muchos contagios. Esto no quiere decir que realmente lleguemos a estar así. Al final las curvas epidemiológicas y el número de contagios no son modelos matemáticos estables que se cumplen sí o sí, sino que depende en gran medida de lo que hacemos entre todos. Si en Navidad hay un relajamiento generalizado, la gente está en las casas sin mascarillas, se junta mucha gente de distintos grupos de convivencia, muchas horas y un tiempo largo, tendremos un repunte de casos seguro. Si la gente tiene la idea de que estas Navidades son un poco más complicadas y evita al máximo los contactos y se mantienen las medidas aunque se esté con la familia, probablemente los contagios serán menores. Es difícil preverlo porque esta epidemia tiene mucho que ver con aspectos sociológicos y demográficos.
Las medidas impulsadas por el Govern la semana pasada, ¿son suficientes?
Como epidemiólogo siempre tengo que proponer la solución epidemiológica. Pero claro, la mejor sería cerrarlo todo, todo el rato. Es lo que sabemos que funciona bien. Pero siempre hemos intentado adaptar estas medidas. Ya lo hicimos al principio de la segunda ola, con Lleida. En ese momento la única opción válida era el confinamiento total de la población, y no hicimos eso. Permitimos cierta actividad y fue suficiente. En L'Hospitalet fue parecido. Aguantamos todo el verano con casos y no tuvimos una segunda ola porque lo fuimos controlando. Estuvimos estables a base de medidas que nunca fueron un cierre total. Si las medidas de ahora serán suficientes, lo veremos. Lo importante es poder evaluarlas.
No todos los países están tomando las mismas decisiones.
No hay un manual de gestión de la epidemia con datos demostrados de lo que va a funcionar. Además, tiene un componente muy cultural. Por eso no son directamente extrapolables las medidas que se puedan tomar en China o en Estados Unidos, aunque todo apunta a la misma dirección, y es que las medidas tienen que intentar reducir la interacción social y la movilidad. Tienes que pensar, dentro de tu propia sociedad, donde crees que la gente tiene más interacción y movilidad. Y a partir de ahí, ver donde puedes actuar.
"Todavía nos falta un cierto punto de concienciación, en relación a que tenemos que intentar mantener las medidas de seguridad "
¿Qué ha cambiado para que en verano las restricciones fueran suficientes para contener la pandemia y ahora no?
No lo sabemos exactamente. Mi teoría personal es que el virus tiene un cierto comportamiento estacional, como la gripe. Cuando llegó el invierno, empezó a crecer en todos los territorios a la vez, y no sólo aquí, sino en toda Europa. Con el invierno, nuestro comportamiento también cambia. Estar más tiempo en interiores puede facilitarlo. También puede ser que haya habido mutaciones que tengan más afinidad, puede que nuestra inmunidad creada en marzo haya ido bajando... No hay una explicación científica que pueda decir ahora es esto y no otra cosa. Pero lo que está claro es que ha cambiado de comportamiento radicalmente. Y todo lo que llevábamos haciendo en verano que nos servía para controlarlo, de un día para otro dejó de funcionar. Entonces hay que adaptarse.
Salut ha cambiado de estrategia adoptando en las últimas semanas de forma masiva los tests rápidos. ¿Son tan efectivos como las PCR?
Tienen unas ventajas clarísimas: te ofrecen resultados en unos minutos, son baratos y no requieren una gran infraestructura. Y para las personas con síntomas son casi igual de válidos que las PCR. En ellos, el cambio ha sido total. Pero su uso generalizado es más discutible. Todas las pruebas tienen un margen de error y la posibilidad de que acierten más o menos depende del número de casos que tengas en la comunidad. Si tienes muchos, acertarás más.
Se recomendó que no se utilizaran como salvoconducto para las comidas familiares en Navidad...
Hay un porcentaje de personas que pueden estar infectadas y que la propia prueba diga que no lo están. Es un porcentaje pequeño, pero a gran escala representa mucha gente. Por otro lado, un test diagnóstico no te protege de la infección. Sólo te protegen las medidas de protección individual. Este test te da la información de un momento dado, pero no quiere decir ni que no te hayas contagiado, porque puedes estar en periodo presintomático. Si condicionas tu comportamiento al hecho de tener un test, te la juegas bastante más. Te lo puedes hacer, pero si sale negativo, tienes que ir con las medidas igual. Y si da positivo, te tienes que aislar. Entonces el margen de beneficio serían estas personas que no saben que están infectadas a las cuales les recomiendas aislamiento, pero es relativamente pequeño. Todos somos medio conscientes de si hemos estado en una situación de riesgo o no.
Cada vez hay más estudios sobre la transmisión del virus por aerosoles. ¿Es anómalo? ¿Es lo que hace que sea tan transmisible?
Es muy habitual en muchos virus. Este tiene el equilibrio justo entre lo fácil que se contagia y la gravedad que puede provocar. Por eso es tan terrible. Tiene todas las vías de transmisión. Y, evidentemente, los que se transmiten por vía aérea todavía son más difíciles de controlar.
¿Madrid se puede permitir tomar medidas menos estrictas que Catalunya?
En todas las epidemias, el peor momento no viene durante la misma, sino después. El ébola mató a 10.000 personas durante la epidemia y a 100.000 después. Porque te quedas sin sistema sanitario, hay mucha gente huérfana, sin trabajo, tienes una sociedad destruida... Esto tiene unas consecuencias muy graves. No podemos solamente pensar en el corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias para mañana. Madrid supongo que, como todos, está probando este equilibrio difícil. Si le sale bien, todos aprenderemos, y si le sale mal, también. Ya hay mucha experiencia en muchos países de qué medidas se han tomado, y algunas las hemos puesto en marcha y otras no.
¿Como por ejemplo?
La mayoría de estudios dicen que las escuelas se tienen que cerrar. Y nosotros no las hemos cerrado en ningún momento, a base de trabajar mucho. Educació ha hecho un trabajo fantástico. Nuestro sistema educativo ha podido mantenerse cuando en la mayoría de países no ha sido así, y eso para mí es un gran logro. Pero nos podía haber salido mal.
Países como Alemania, Países Bajos o Francia han vuelto al confinamiento estricto. ¿Esto se explica únicamente por la capacidad de dar ayudas?
Poder dar ayudas te facilita mucho el poder tomar según que decisiones. Si no, tienes que ser más imaginativo. Pero de todas formas, desde el día uno, nosotros intentamos tener la perspectiva de que el confinamiento total de las poblaciones no es algo inocuo, sino que a largo plazo también da problemas de salud. Siempre hemos tenido esta actitud. A veces es difícil, dependiendo de cómo te está evolucionado la epidemia tienes que actuar más contundente o menos. Y es difícil llegar al término medio.
En la situación actual de la pandemia, ¿el rastreo en Catalunya es efectivo?
Sí. Gracias no solo a los test antigénicos, sino a todas las mejoras que hemos introducido. Ahora tenemos a casi más de 3.000 profesionales que se están dedicando a esto. En 24 horas el proceso de rastreo está acabado, cosa que hace cinco meses era inimaginable. Se ha tenido que hacer un trabajo brutal por parte de Salut Pública y de los sistemas de información. Antes de esto no existía nada, ahora ya tenemos unos datos robustos y cada vez esto irá a más. Es un sistema imperfecto, porque el rastreo depende fundamentalmente de lo que la persona te diga. Pero es nuestro sistema, y aunque quedan algunas cosas por pulir, ya tenemos uno, bueno y que además quedará como estructura de país. Para esta enfermedad, para todas las enfermedades infecciosas, y para todas las pandemias que lleguen en un futuro.
¿Había otros países que sí lo tenían?
Gran parte del éxito que han tenido los países asiáticos en este tema es porque como ellos tuvieron muchas infecciones respiratorias, la gripe aviar, la H1N1, que aquí no llegaron, tuvieron que hacer este trabajo muy previo. Nosotros no lo habíamos tenido que desarrollar nunca. Esta epidemia no les pilló como a nosotros y la pudieron manejar mucho mejor. Todo esto es una inversión, más allá del coronavirus, para el futuro.
"En todas las epidemias, el peor momento no viene durante la misma, sino después"
¿El hecho de que no estuviera desarrollado en junio hizo que tras la desescalada no se pudiera hacer bien el rastreo?
Los sistemas no estaban del todo pulidos. No es un sistema fácil, tienes que integrar muchos datos procedentes de muchas fuentes. En junio no teníamos un sistema tan potente como ahora, pero tampoco puedes condicionar la vida de todo un país a esto. No hemos parado de trabajar, yo a día de hoy no llevo ni un día de vacaciones desde que entré aquí, y como yo, muchísima gente.
¿La estrategia de los cribados masivos se ha demostrado efectiva?
Con eso no paras la epidemia. Con ninguna de las estrategias, ya sea medidas de seguridad, testeo o rastreo por sí solas vas a parar la epidemia. Se te escaparán casos. Esta epidemia es muy terrible pero es así.
En las residencias hay protocolos estrictos. ¿Qué falló en Tremp?
Es difícil decirlo. Si tienes muchos casos en la comunidad, tarde o temprano el virus acaba entrando. Porque la gente tiene una vida. Los protocolos funcionan, pero todo el mundo tiene que aplicarlos, lo tienen que hacer bien y lo tienen que hacer todos los días. Y eso es muy difícil. En las residencias hay una rotación de personal importante.
¿La vacuna nos permitirá volver poco a poco a la normalidad?
En breve, no. Aunque empecemos a vacunar el 27, pondremos unas 150.000 o 200.000 dosis, y para alcanzar la inmunidad necesitamos que un 70% de la población esté vacunada. Nos queda un camino largo, unos meses difíciles hasta el verano. Tendremos menos casos en residencias. Luego tendremos menos casos en profesionales sanitarios, habrá más personal, y menos casos graves. Pero será una mejora que se notará sobre todo en la parte sanitaria. El resto de la población lo notará entre cero y nada.
¿Hasta cuándo?
Hasta mayo como poco. Luego, según se vaya vacunando la gente, poquito a poquito. Pero una campaña de vacunación de estas magnitudes, no se va a hacer ni en un mes, ni en dos, ni en cinco. Tendríamos que llegar hasta mayo bien, y aguantar hasta octubre habiendo vacunado al máximo posible de gente. Podremos estar sin mascarilla: no. Antes de octubre no diría que podremos volver a tener una mínima normalidad. Y todo suponiendo que el virus no haga una mutación y tengamos que volver a empezar.
Entonces, ¿la inmunidad se podría conseguir en octubre?
No, no tengo ni idea de cuando se llegará a esto. Tenemos que hacer lo posible durante estos meses que nos quedan. Sería muy decepcionante que ahora que podemos empezar a vacunar no pudiéramos hacer este esfuerzo adicional de quedarnos en casa y tomar las medidas hasta verano.
Pero si la gente se queda en casa, ¿la economía no se para?
No. Yo puedo ir al cine, pero tengo que ir con mi familia, y no juntarme con otros amigos, o si lo hago, estar a distancia, sentarnos a distancia, hablar a distancia y volvernos a casa. Tengo que funcionar de otra manera.
¿Puede poner otro ejemplo?
Los restaurantes pueden seguir funcionando si la gente decide que va a pedir más comida a domicilio en vez de ir a tomarse unas cervezas. Y los mercados abiertos podrían funcionar si hay un circuito de salida y van entrando de uno a uno, sin aglomeraciones. Los centros comerciales, también. Tenemos que tener la idea de que hay que cambiar durante un periodo para que nuestra economía pueda seguir funcionando. Y luego está la vulnerabilidad social. Está muy bien decir a alguien que se aísle, pero, ¿y si no puede? La epidemia está poniendo muy de relieve nuestros defectos como sociedad. Todos los grandes brotes que hemos tenido son problemas de vulnerabilidad social de gente que no puede permitirse hacer las cosas de otra manera.
La nueva cepa detectada en el Reino Unido, ¿puede poner en peligro la eficacia de la vacuna?
De momento, a priori, no. La eficacia parece que no está comprometida por las mutaciones que hay. La vacuna está constituida de manera que crea anticuerpos contra diferentes partes del virus, y por una mutación en una parte no deja de ser efectiva; crea anticuerpos para el conjunto.
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