Hace una semana la sede nacional de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), el principal sindicato italiano, sufrió un ataque fascista. Por esto, este sábado se unieron todos los sindicatos y convocaron una manifestación en Roma contra el fascismo. El objetivo principal fue pedir la ilegalización de las organizaciones neofascistas. De esto habla en Público Susanna Camusso, la primera mujer que llegó a ser secretaria general de la CGIL —en el cargo hasta el 2019— y actual responsable de políticas internacionales y de género de la confederación.
¿Qué se ha querido atacar con el asalto a la sede nacional de la CGIL?
Se ha querido atacar a una organización sindical de representación general del trabajo: una organización progresista y antifascista por historia y posición política. Y, utilizando las palabras de nuestros padres, la casa de los trabajadores y de las trabajadoras.
¿El asalto se habría podido parar antes de que se produjera?
Es una de las preguntas que nos hacemos y por eso pedimos al Ministerio del Interior que haga una comprobación de los hechos. Según la documentación que ha salido, los hechos estaban anunciados con antelación ya que los asaltantes habían declarado que pensaban ir a la sede de CGIL. Y no se entiende que las fuerzas del orden no se hayan preparado y no nos hayan informado.
Los sindicatos de otros países os han manifestado su solidaridad, en España han celebrado varias concentraciones.
El sindicato español ha convocado en muchas ciudades. También se han manifestado en Brasil y en Bélgica. La solidaridad ha sido muy fuerte y rápida.
Además, las redes sociales han acelerado la difusión de la información. Hay mucha alarma en las organizaciones sindicales internacionales porque ha habido episodios análogos en otros países. En la Confederación Europea de los Sindicatos estamos trabajando sobre el tema de la extrema derecha y su presencia en los lugares de trabajo.
Giorgia Meloni —líder de Fratelli d’Italia— dice que el asalto a la CGIL es fruto de la estrategia de la tensión, ¿qué opina usted?
Creo que es un eslogan viejo y una coartada que no se sostiene. Es la manera habitual de denunciar que siempre hay una trama para no asumir la responsabilidad de decidir el bando de pertenencia o referencia. Así es para Fratelli d’Italia, para la Lega y también para una parte de Forza Italia, que en dicen que hay que debatir sobre la ilegalización de las organizaciones violentas, pero no sobre las organizaciones neofascistas.
¿Por qué en Italia se ha subestimado la participación de Meloni en un mitin de Vox, partido del neofranquismo?
Porque hay una manera de contar las cosas en la que nunca se explique qué es en realidad Vox. Nosotros como sindicato lo conocemos porque tenemos relaciones con los sindicatos españoles, pero siempre hay un relato sobre una derecha indistinta en los otros países para que se evite preguntar "dónde vas, con quién hablas o qué relaciones tienes".
¿Es suficiente ilegalizar a las organizaciones neofascistas?
No es suficiente, pero es un elemento de claridad y de respeto de la ley porque la reconstitución del fascismo está vetada por la Constitución italiana. Existen otras organizaciones neofascistas más allá de Forza Nuova y se tiene que hacer una faena seria para identificarlas. También creo que se necesita un debate público porque no es suficiente ilegalizar a las organizaciones neofascistas, es necesario reconstruir otra cultura. En la manifestación de este sábado en Roma se expresó un sentimiento popular que va más allá de la CGIL, y por eso creo que se dan las condiciones para la ilegalización e impulsar el debate.
Mientras que en Europa estamos inyectando la tercera dosis de la vacuna contra la covid-19, en el resto del mundo el porcentaje de vacunados es muy bajo. ¿La supresión de las patentes de las vacunas no tendría que ser la prioridad?
La CGIL participa en el movimiento internacional que pide la supresión de las patentes. Debemos dejar de creer que si nosotros nos vacunamos todos los problemas estarán solucionados porque el gran problema es vacunar el mundo y construir las condiciones para que esto sea posible. Pero veo mucho egoísmo europeo y uando Biden abrió tímidamente el discurso, Europa no le hizo caso diciendo "las patentes no se tocan, impulsemos Covax", que es totalmente insuficiente.
El gobierno italiano ha impuesto el Green Pass obligatorio en los lugares de trabajo. Vosotros decís: vacunas obligatorias o al menos PCR gratuitos. ¿Por qué han rechazado vuestro planteamiento?
Porque en vez de hacer una seria campaña de vacunación se ha optado por un instrumento de persuasión indirecta. Así, de manera progresiva, se ha impuesto la idea por parte del Gobierno de que cuanto más estuviera presente el Green Pass, más la gente se habría vacunado. En todo esto la política no ha sumido la responsabilidad de decidir la obligación nacional de la vacuna y ha actuado con la imposición de decretos ley. Y esto me parece un elemento de debilidad.
Italia es el único país que utiliza el Green Pass de esta manera.
Se dice que en los lugares de trabajo no ha habido contagios, pero se ejerce la presión sobre los lugares de trabajo. Si en los lugares de trabajo no se ha transmitido mucho es porque han funcionado los protocolos de seguridad que hemos establecido. Y, paradójicamente, seguir insistiendo solo sobre el Green Pass desmoviliza esos protocolos de seguridad que, en cambio, siguen siendo necesarios. Porque, aunque de manera mucho menor, también los vacunados se pueden contagiar. Todo esto representa un retroceso en las condiciones de seguridad en los lugares de trabajo.
¿No os preocupa que pueda crearse una brecha entre los trabajadores?
Estamos muy preocupados, y por eso insistimos en que era preciso encontrar la manera para no transferir las tensiones a y entre los trabajadores. Sin duda la decisión del gobierno ha radicalizado el debate en los lugares de trabajo. Sea porque se está tratando un tema como el miedo y el miedo produce radicalización o sea porque el gobierno no ha asumido sus responsabilidades y las ha transferido sobre las personas y las empresas.
Ahora el tema es sobre el control de las manifestaciones, ¿No teméis que eso signifique un riesgo para la libertad de manifestación?
Hay una polémica de la derecha contra la ministra del Interior Lamorgese, aunque se olvide que son los mandos locales de la policía los verdaderos responsables del orden público. Por otro lado, la idea de unas restricciones a las manifestaciones me preocupa porque el tema no es limitar la libertad de manifestación, si no impedir actitudes fascistas.
Vosotros decís que el sindicato quiere ir hacia adelante. El lema de la manifestación de ayer en Roma era "Nunca más fascismos, por el trabajo, la participación y la democracia".
Nunca más fascismos porque significa la defensa de la democracia y de la participación. Y, además, se refiere a la justicia social porque para los trabajadores la oposición a todos los totalitarismos empieza en las condiciones del trabajo y en su reconocimiento. Entonces, no hay duda alguna sobre el hecho de que democracia, justicia social y trabajo tienen que ir juntos.
Queremos ir hacia adelante porque la crisis ha sido muy dura y nos encontramos en una situación de gran inseguridad, y una de las maneras de defender la democracia es ilegalizar a las organizaciones neofascistas y dar respuestas al país, en la construcción de un crecimiento compartido.
La CGIL defiende los derechos de los trabajadores y de la ciudadanía, ¿por qué los movimientos de las mujeres y las personas LGTBI son el blanco de las extremas derechas europeas?
La internacional fascista que existe y está organizada es la que vimos en el congreso mundial de la familia en Verona en 2019, que se fundamenta en la idea "dios patria y familia" y por eso necesita atacar la libertad de las mujeres. El debate general desestima que este sea el centro del ataque de todas las derechas.
En Italia, la oposición de la derecha al proyecto de ley Zan, que castigua la discriminación homofóbica, ha sido muy violento. Durante la pandemia la violencia de género ha crecido. Creo que hay una relación muy estrecha entre estas actitudes, las leyes en Polonia y Hungría y la ola de la extrema derecha. Hasta el mensaje de Meloni – soy mujer, madre, italiana, cristiana– pertenece a esta dimensión: tú, mujer, estás donde te ha colocado la construcción del patriarcado. El pasado 25 de septiembre hubo una importante manifestación en Roma de las mujeres. El universo feminista, donde también está la CGIL, dice: "Después de la pandemia se tiene que rediseñar el mundo. Y esto solo es posible si se basa sobre la libertad de las mujeres".
Usted ha sido la primera mujer secretaria general de la CGIL, ¿cómo ha cambiado el sindicato italiano en la representación de género?
Ha habido un proceso de reconocimiento y de promoción de las mujeres en los roles de dirección. Desafortunadamente, tengo que decir que, en cuanto haya una distracción, la tentación de la vuelta a una mirada totalmente masculina es muy fuerte. Ninguna posición es adquirida para siempre.
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