Entrevista a Gabriel Boric"Queremos dejar atrás al Estado neoliberal"
Gustavo Veiga / Página 12
Buenos Aires (Argentina)--Actualizado a
El comedor de la presidencia, una mesa amplia y la bandera chilena en el Palacio de la Moneda. Esa es la escenografía para la entrevista que deja ver la plataforma virtual a la espera de Gabriel Boric. Vestido con una camisa blanca, sin saco, con su proverbial estilo informal y el celular al alcance de la mano, abre una puerta, llega en el horario pautado, saluda y se sienta para dialogar con Página 12.
Está en la víspera de su primer viaje como presidente, que será a la Argentina y donde este domingo lo espera su colega Alberto Fernández. En ese marco responde a cada una las preguntas sobre la relación bilateral, la política interna de su país, el movimiento estudiantil y los carabineros, la causa de la nación mapuche, los problemas de la región, China, Cuba, Venezuela y Estados Unidos, su deseo de que Lula gane las elecciones en Brasil, problemas estructurales de nuestras sociedades como la desigualdad y la violencia, más la Guerra de Malvinas en su 40° aniversario.
También da su visión del movimiento feminista que quedó reflejado en la mayoría de mujeres de su gabinete, sus inquietudes personales y el fútbol que le ocupará las horas siguientes. Al final del encuentro con este medio – anuncia – no se perderá el clásico con la U de Chile. Es hincha de la Universidad Católica, recuerda que viene de cuatro derrotas consecutivas, pero su equipo le dio una alegría: ganó 2 a 1.
¿Por qué eligió a la Argentina como primer destino de un viaje presidencial?
Hay varios motivos. Ha sido una tradición de los últimos Gobiernos en Chile que me pareció importante respetar. Cuando uno llega a habitar esta institución, tiene que saber entender cuál es la continuidad de las cosas que hay que dar. Además tengo un profundo vínculo con la Argentina. Soy nacido y criado en la región de Magallanes. De chico era más cercano a la Patagonia austral que al centro de mi país. Nuestros viajes a Río Gallegos, a Río Turbio, por toda la Tierra del Fuego y mis primeras vacaciones en Chubut, Santa Cruz y Río Negro me hicieron tener un cariño entrañable por el pueblo argentino. Y además porque estoy convencido de que tenemos que fortalecer las relaciones con nuestro país hermano. Y fortalecerlas tanto en términos comerciales, políticos como culturales. Por eso voy ahora con una delegación amplia y diversa.
¿Cuáles serían los principales temas de interés bilateral? ¿Se puede anticipar algún tipo de acuerdo en determinada área?
Prefiero que los detalles de los memorándums que se van a firmar, los entreguen los ministros de las áreas respectivas. Pero puedo adelantar que estamos trabajando en tratados de colaboración en materia energética, de género, de ciencia y tecnología y, por cierto, en una cuestión que me interesa mucho y que va más allá de los acuerdos diplomáticos, y es cómo recuperamos desde América Latina una voz protagónica en los foros internacionales.
Usted acaba de cumplir 22 días de gobierno. ¿Cuáles son las principales medidas internas que tomó hasta ahora como presidente?
Estamos enfrentando una situación que tiene desafíos en múltiples dimensiones. El alza sostenida de los combustibles y el efecto que eso tiene en la cadena de suministros es muy alto. Presentamos un proyecto de ley para poder contener esa subida. Finalmente, adherimos al acuerdo de Escazú en materia de participación medioambiental que el Gobierno anterior había sido reacio a firmar. Estamos trabajando, y no exentos de dificultades, en recuperar la confianza en uno de los conflictos latentes que tiene nuestro país entre el estado chileno y el pueblo mapuche. Y vamos a presentar la próxima semana una serie de medidas económicas para tener una reactivación inclusiva hacia los sectores que han sido más postergados por la crisis devenida del estallido social, como por la pandemia y, hoy día, la inflación.
Mencionó las medidas que están en curso o que ya tomó. ¿Cuáles son las más importantes que proyecta a futuro?
A nosotros nos interesa poder construir un Estado que garantice derechos sociales universales. Y que vaya dejando atrás la lógica neoliberal en la que cada uno se salva como puede. Y, en ese sentido, la reforma tributaria que vamos a ingresar en el primer semestre va a ser muy importante. Vamos a invitar al mundo empresarial y a quienes tienen más recursos para que colaboren más, para que podamos construir una sociedad más cohesionada y así volver a crecer. Recordemos que Chile está estancado hace más o menos diez años en materia de crecimiento.
La reforma en materia de salud para construir un sistema universal y la reforma del régimen de pensiones para conseguir un sistema de seguridad social en el que básicamente aseguremos estos derechos sin importar el tamaño de la billetera o dónde se nació. Son aspectos centrales de nuestro programa.
La nación mapuche tiene reivindicaciones que exceden a Chile y hace pocos días la ministra del Interior, Izkia Siches, hizo declaraciones polémicas sobre el tema. ¿Cuál es su opinión sobre la cuestión territorial, ancestral, de los mapuches?
En Chile tenemos un conflicto latente que desgraciadamente en los últimos años se ha visto solo en su arista de orden público. Y el orden público, o la falta de este, es la consecuencia de un problema político e histórico mucho más profundo. Que tiene que ver con la usurpación y el despojo que sufrió la nación mapuche desde 1860 en adelante. Por lo tanto, primero debemos generar un proceso de verdad, segundo de reparación y tercero de reconstitución del pueblo mapuche como identidad y todo lo que eso significa. Es parte de los objetivos de nuestro Gobierno.
Sabemos que problemas de tan larga data no se solucionan de la noche a la mañana y seguramente tampoco en cuatro años. Debemos seguir el ejemplo de otros pueblos como Nueva Zelanda. Tuve una conversación muy útil y fructífera con la primera ministra Jacinta Ardern que me contó su experiencia, o el caso de Canadá o más cerca Bolivia.
Usted proviene del movimiento estudiantil. ¿De qué manera piensa que va a poder instrumentar las respuestas a sus demandas, a ese fenómeno que sigue siendo tan dinámico como fuerte en las calles?
Eso me parece bien. Me crié políticamente en el fragor del movimiento estudiantil, en grandes movilizaciones. El rol del movimiento es siempre interpelar al poder, independientemente de quién lo ejerza. Interpelarlo para obligarnos igual a cuestionarlo. Nuestra visión y perspectiva es de diálogo. En las dos últimas marchas han sido recibidos sus dirigentes en La Moneda y yo espero que en algún momento pueda reunirme con sus principales referentes para establecer un movimiento conjunto y coordinado. Porque a mí me tocó estar del otro lado.
En Chile vivimos una situación bastante compleja como país, donde la violencia en diferentes expresiones, pareciera ser el primer recurso. Eso es algo que no está asociado solo a las movilizaciones, es por un problema mucho más profundo. Restablecer el vínculo entre individuos e instituciones es uno de los principales desafíos que tenemos en nuestro país.
Presidente, usted habló de reformas profundas en Carabineros, el antagonista de ese movimiento estudiantil. ¿Cuáles son ellas?
Todo estado de derecho requiere de una Policía que sea legítima ante los ojos del pueblo para poder ejercer su labor. Y hoy día nosotros tenemos una crisis que está determinada por diversos factores. No solamente de las graves violaciones a los Derechos Humanos, sino también casos de corrupción en algunos sectores. Quiero ser muy claro en esto: no pueden pagar justos por pecadores. Acá existieron actos inaceptables que deben ser sancionados, pero confío en que la mayoría de los carabineros de mi país son personas honestas y trabajadoras. Y sin dudas se requiere una reforma profunda de Carabineros para poder recuperar su legitimidad ante la ciudadanía.
¿Cómo vamos a hacerlo? Lo estamos trabajando en conjunto con Carabineros y tiene que ver con la mejor formación en Derechos Humanos y también mejorar las técnicas de eficacia policial. Una de las principales preocupaciones en Chile es la inseguridad.
Una de las principales acechanzas de la democracia es la actitud que han tenido las fuerzas armadas de la región. ¿Cómo ve esa situación y sobre todo después de que designó en la cartera de Defensa a la nieta del expresidente Salvador Allende?
Las fuerzas armadas hoy en día son muy distintas a las de la Operación Cóndor, de los 70, 80 y también de los 90. Están subordinadas al poder civil. Son y deben ser colaboradoras del Gobierno y el Estado y deben ser de todos los chilenos y chilenas. Nosotros vamos a trabajar en conjunto con ellas en potenciar la labor que cumplen en conjunto con la sociedad civil. No solamente en apoyo a los momentos de catástrofes, y sí por ejemplo en la coordinación y conectividad territorial que en un país como Chile, de geografía tan accidentada, las fuerzas armadas son las que tienen mejor visión geopolítica de nuestro país.
Los antecedentes recientes en la región han sido negativos, basta citar solamente el caso del golpe en Bolivia contra Evo Morales.
Tengo la convicción de que las fuerzas armadas chilenas son profundamente profesionales y no se subordinan a ninguna presión de potencias extranjeras. Por lo tanto, no se prestarían en ningún caso para algo de esas características.
Los resultados electorales de los últimos años en Latinoamérica permiten visualizar que hay muchas sociedades partidas en dos, en mitades semejantes, ¿cuál es su análisis de esa situación?
Nosotros no queremos en Chile una grieta. Soy una persona de izquierda y un militante desde muy joven de organizaciones de izquierda, pero ahora soy el presidente de todos los chilenos y chilenas. Por lo tanto, mi deber es representarlos a todos, incluidos los que no votaron por mí.
El proyecto de transformación que encabeza nuestro Gobierno está relacionado con cuestiones que son compartidas por la inmensa mayoría de la sociedad chilena. Y más allá de que en la segunda vuelta de la elección tuvimos un resultado bastante contundente del 55 al 45% y que venimos de un proceso donde el 80% de los chilenos se mostró favorable a cambiar la Constitución, yo no diría que la sociedad chilena está intrínsecamente polarizada.
Son las élites las que fomentan la polarización que escapa del sentido común de la mayoría de la población. Nuestro deber es representar ese sentido común mayoritario que quiere cambios con estabilidad, que quiere cambios con seguridad. Y eso es lo que representa nuestro Gobierno.
¿Cómo avanza el proceso para aprobar la nueva Constitución chilena?
Es un proceso tremendamente esperanzador. Nuestro Gobierno lo apoya de manera entusiasta y decidida. Estoy convencido de que vamos a tener como resultado una Constitución por primera vez en nuestra historia reconstruida de manera democrática, paritaria y con participación de los pueblos originarios. Ojalá tengamos un resultado contundente que nos permita dar un paso adelante.
Pasemos a los aspectos regionales de su política. Se notó el día del traspaso presidencial su empatía con Luis Arce, su par boliviano. ¿Cómo harán en ese marco para dialogar sobre la cuestión de la salida al mar que reclama Bolivia?
Tengo un profundo respeto por Luis Arce, su trayectoria y el proceso del pueblo boliviano, el MAS y Evo Morales. Debemos poner por delante las cosas que nos unen antes de las que nos separan. Le dije explícitamente al presidente Arce que tenemos un punto donde hay una diferencia. Es la discusión sobre la soberanía. Pero tenemos quince, veinte, puntos en común donde podemos profundizar y lograr una interacción y que dé como resultado final un restablecimiento de las relaciones diplomáticas que hace mucho tiempo no existen entre los dos países.
Brasil es la potencia económica de la región y la gobierna un presidente que está en sus antípodas, ¿Cómo será la relación en los próximos meses con Bolsonaro?
Brasil tiene elecciones a fines de este año y yo le deseo el mayor de los éxitos a Lula. Y espero que seamos capaces de encontrarnos en ese camino de colaboración, de respeto a la ciencia, de integración latinoamericana, de trabajo con los movimientos sociales y en el entretanto, por cierto debemos mantener relaciones de Estado. Yo como presidente de todos y todas las chilenas mantendré las mejores relaciones posibles con el estado federal de Brasil.
Usted se define de izquierda y sabe que en el amplio campo de la misma ha recibido comentarios adversos por sus críticas a los Gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba. ¿Ratifica sus dichos?
Ratifico y yo sé que a Atilio Borón no le va a gustar, pero me leí la edición de ¿Qué hacer?, de Lenin, con prólogo de él, a principios de los 2000 y fue tremendamente aleccionador y me abrió la cabeza. Lamento esa polémica, pero yo creo que la izquierda para poder presentarse ante el mundo tiene que tener una postura inequívoca y un solo estándar en materia de respeto a los Derechos Humanos.
No puede ser que cuando los Derechos Humanos son vulnerados por Gobiernos que se consideran afines, miremos para un lado y cuando son vulnerados por gobiernos que consideramos adversarios, pongamos el grito en el cielo. Para que sea creíble nuestro compromiso debemos tener el mismo estándar y, claramente, lo que ha sucedido en Nicaragua donde las últimas elecciones se dieron con una parte importante de los candidatos de la oposición presos y ya no solamente los candidatos de oposición, sino figuras históricas como Dora María Téllez o el caso de Sergio Ramírez, un perseguido que no puede entrar a Nicaragua. Es sencillamente inaceptable y por lo tanto yo ahí no voy a retroceder en mi postura.
Usted habla de doble estándar en materia de DDHH, pero generalmente se omite que esos países, como los casos de Venezuela y Cuba, con un bloqueo de más de 60 años a la isla, sufren sanciones y ataques permanentes contra sus propias economías de parte de Estados Unidos?
Por supuesto que el bloqueo me parece criminal, y la ley Helms-Burton, y todo lo que implican, ha generado el daño a un pueblo. Yo no soy partidario de que cuando tengamos diferencias entre los Gobiernos, se castigue a los pueblos.
Por lo tanto, aprovecho para hacer un llamado al levantamiento de sanciones qué no contribuyen en nada a la solución del conflicto, más que a dañar a quienes habitan en esos países. Nosotros, por ejemplo en el caso de Venezuela, estamos participando como observadores en el grupo internacional de contacto que está realizando su labor en México con apoyo internacional. Creo que esa es la vía diplomática para poder resolver justamente estas diferencias y que sean los pueblos soberanos los que decidan qué camino seguir, pero no a través de sanciones.
¿Cómo va a ser la relación de Chile con EEUU, la principal potencia hemisférica?
Quiero ser muy claro en esto. Chile no se subordina ante ninguna potencia y vamos a ejercer la autonomía en materia de relaciones internacionales. Estamos insertos en el mundo y mantenemos una relación importante con China y Estados Unidos. Pero nuestro centro tiene que ser América Latina. Somos un país profundamente latinoamericano y tenemos que recuperar esa vocación que durante algún tiempo en nuestra élite estuvo algo perdida. Yo me siento mucho más cercano en eso a los sueños de San Martín y O'Higgins, que a quienes de una u otra manera despreciaron al vecindario.
Chile tiene un volumen de intercambio importante con China. ¿Puede explicarnos un poco más esa relación con la principal potencia económica mundial?
Chile fue el primer país de América Latina en reconocer a la República Popular China y desde entonces, mediados de la década de los 50, que hemos mantenido una creciente y ascendente relación. Sin lugar a dudas, el centro del mundo hoy es el Pacífico. Por lo tanto, el intercambio que tenemos con los países del Asia-Pacífico es tremendamente relevante y ahí China tiene algo muy importante que decir. Hoy es nuestro primer socio comercial. Queremos profundizar nuestras relaciones y no solamente económicas. Es lo que hemos conversado a nivel epistolar con el presidente Xi Jinping.
¿Cuál es su mirada sobre la guerra de Rusia y Ucrania?
Por cierto que es tremendamente lamentable y yo creo que estamos ante una guerra de agresión de parte de Rusia hacia Ucrania. Los que terminan pagando las consecuencias de estas malas decisiones de sus líderes son los pueblos. Lo que hemos visto en estos últimos días en Mariúpol es angustiante. Nuestra postura es que cese el conflicto inmediatamente y que se puedan retomar las conversaciones diplomáticas para asegurar la integridad territorial de Ucrania y las pretensiones de seguridad de la Federación Rusa.
Hace 40 años la Argentina entraba en guerra con Inglaterra por la soberanía sobre nuestras islas Malvinas. ¿Le pedimos una última reflexión sobre el tema?
Quiero enviarle un saludo y mi profundo respeto al pueblo argentino, a toda la generación que fue a pelear a una guerra que no eligieron, por un gobierno que no eligieron y que causó tanta tragedia. Como presidente de Chile no tengo dudas de qué lado estar y nosotros apoyamos la reclamación internacional que hace la República Argentina respecto a las Malvinas y las Islas Sandwich del Sur. Esto se tiene que resolver por la vía pacífica. Jamás voy a incentivar una resolución armada del conflicto y mi posición es de solidaridad con el pueblo argentino.
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