madrid
Mertxe Aizpurua (Ursubil, Gipuzkoa, 1960) se convirtió en la portavoz parlamentaria de EH Bildu cuando, tras las elecciones de noviembre de 2019, la formación logró obtener grupo propio en el Congreso con sus cinco diputados. El partido se convirtió entonces en un elemento clave a la hora de posibilitar la investidura de Pedro Sánchez y, con su apoyo, y el de otras formaciones progresistas, soberanistas e independentistas se conformó el denominado bloque de la investidura, que ha sustentado buena parte de las iniciativas parlamentarias impulsadas por el Gobierno de coalición.
La portavoz ve esta legislatura como una oportunidad en clave progresista y soberanista y asume la necesidad de tratar de dar continuidad a la legislatura y al Ejecutivo de coalición porque "es el mejor posible, viendo las alternativas que hay". Para Aizpurua, Ciudadanos "no es una alternativa" en la ecuación de unos Presupuestos Generales del Estado que, a su juicio, "decidirán el futuro de la legislatura". "No ponemos condiciones ni líneas rojas a la hora de hablar de Presupuestos, no es nuestra manera de entender la política, no somos partidarios de hacer cambios de cromos", afirma.
Durante el estado de alarma, el PSOE, Unidas Podemos y Bildu pactaron la "derogación íntegra" de la reforma laboral, un acuerdo que los socialistas rectificaban tan solo unas horas después, refiriendo la reforma al contenido del acuerdo de coalición alcanzado con los de Pablo Iglesias. "Al final estábamos hablando de una cosa terminológica. A mí, si me derogan los aspectos lesivos para los trabajadores, me sirve, porque obviamente no se puede cambiar de la noche a la mañana todo un articulado legal. Eliminemos eso y llamémosle como queramos, me da igual".
Hace unas semanas se reunieron con el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, para hablar de Presupuestos y del futuro de la legislatura, y esta semana mantuvieron un encuentro con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo ¿Por qué negociar con dos personas que pertenecen a distintos partidos pero que, en definitiva, están en el mismo Gobierno?
Es un Gobierno de coalición. Es una experiencia nueva que aquí no se daba desde hace muchísimos años. En principio ni una ni otra reunión se celebraron para negociar estrictamente los Presupuestos. Es una especie de tanteo para ver cómo respira cada uno.
¿En la reunión con Iglesias se habló de sacar a Ciudadanos fuera de los Presupuestos?
Para nosotros está claro el tema. Ciudadanos no es alternativa para Presupuestos, porque serían unos Presupuestos que no convendrían a la mayoría social de este Estado y a la de Euskal Herria. La ecuación es clara: no hay alternativa con Cs. Estos Presupuestos no son unos simples Presupuestos, indican algo más. Estamos en un momento crucial, porque las políticas que se adopten ahora van a determinar mucho el futuro. No el futuro de dos años, que es el plazo que se puede prever para unos Presupuestos, sino que esto va a condicionar, por lo menos, una década. Según qué tipo de política se aplique a partir de ahora, y los Presupuestos son definitivos en esto, tendremos un resultado u otro. Por eso me parece muy importante con quién se llevan a cabo estos Presupuestos, porque va a determinar el futuro. Acordar con una fuerza como Cs, que tiene pactos con la extrema derecha en muchos sitios, no es algo conveniente desde nuestro punto de vista.
¿Les preocupa que el PSOE busque el triunfo de una geometría variable, mediante la que se pueda apoyar en Cs en algunos asuntos, que desdibuje o que reste peso al bloque de la investidura?
Es una opción. Hablando de geometrías y de figuras, sería la cuadratura del círculo si Sánchez consiguiera aunar a Ciudadanos con el bloque que posibilitó su investidura. Está fuera de toda lógica política, fuera de toda lógica respecto al acuerdo de Gobierno que firmaron PSOE y Unidas Podemos, y fuera del sentido común que apunta a que los partidos políticos se deben a los votantes y a un programa. Ese programa de Gobierno y las promesas a los electores no pueden llevarse a cabo con Ciudadanos. Sé que a veces la lógica, el sentido común y la responsabilidad quedan fuera de la política, pero no debería ser así. Hay que ser fiel a lo que se dice, a lo que se promete, a lo que esperan los votantes de un partido. Todos los viajes dependen mucho del compañero de viaje que elijas, porque el destino será uno u otro, y la forma de viajar será muy diferente.
Han hablado en ocasiones de que el denominado bloque de la investidura es algo más que una mayoría parlamentaria puntual y lo han situado como un espacio político que se opone al de las derechas ¿Ven esta legislatura como una oportunidad en clave progresista, y también soberanista?
Sí, así la vemos. Por eso posibilitamos la investidura de Sánchez con nuestra abstención, porque veíamos que se abría una oportunidad, y esa oportunidad no se da solamente desde el punto de vista del País Vasco, sino que también es una oportunidad para el Estado. Hay muchísimas cosas que han quedado aplazadas sine die y que no se han resuelto. A día de hoy, en 2020, todavía planea el tema del franquismo; hay cosas que ocurren aquí y que son impensables en Francia o en Alemania. Y sin embargo, aquí sí que ocurren y estamos donde estamos, en esta realidad que parece del siglo pasado. Estos problemas no son de antes, son problemas de esta democracia que hay que resolver. Ahí está la cuestión territorial, que de vez en cuando puede estar en un pico alto y otras veces se puede solapar un poco, como en este momento, debido a que la pandemia lo tapa todo. A veces se cruzan situaciones que parecen tapar esos problemas de fondo, pero esos problemas persisten y persistirán si no se llega a una solución. Que se resuelva la cuestión territorial y que se pueda hablar del derecho a decidir va en beneficio de la democracia.
Entonces, ¿creen que tienen el deber de contribuir a que la legislatura sea estable?
Estamos dispuestos a posibilitar que esta legislatura continúe porque nos parece que es la mejor que pueda haber en estos momentos, si vemos las alternativas. Es la mejor legislatura, la mejor coalición y la mejor situación que hay en estos momentos, porque todas las demás son peores. Nosotros posibilitaremos y estamos dispuestos a colaborar y a llegar, incluso, a acordar siempre que el acuerdo que se adopte vaya en esas líneas de resolución y no de volver a hacer lo que se ha hecho durante tantos años, que es hacer como que cambia algo para que no cambie nada, la doctrina lampedusiana a la que tan proclives son algunos partidos. Los conflictos, aunque sean latentes, persistirán, y hay que darles una solución.
Una de las condiciones que pusieron sobre la mesa en la negociación de los Presupuestos fue la revisión de la política penitenciaria. Tras la reunión con Iglesias, usted dijo que su línea de negociación no era la de "presos por Presupuestos", sino la de "derechos, los derechos de todos, por Presupuestos" ¿Tienen alguna línea roja en la negociación de los PGE?
Cuando hablamos del tema presos hablamos de un tema de derechos humanos y penitenciarios. Es llevar a la situación ordinaria aquello que es excepcional. En este momento se aplica a los presos unas normativas excepcionales que se adoptaron en el siglo pasado, cuando la situación era totalmente diferente a la que es ahora. Todo esto no ha cambiado, y es absurdo y muy dañino. No se puede estar aplicando una legislación excepcional sobre los presos vascos de esta forma porque estamos en una política que ahora no tiene más sentido que la venganza y el castigo añadido, un castigo que sufren sobre todo los familiares, muchos padres de avanzada edad, hijos que son niños y niñas pequeñas que tienen que recorrer enormes distancias… La geografía carcelaria del Estado español para los presos vascos es insostenible. Esto hay que verlo desde un punto de vista de derechos, pero también desde un punto de vista humano.
Entonces, cuando hablaba de derechos para todos a cambio de Presupuestos ¿se refería exclusivamente a la política penitenciaria o también hablaba de ampliar la base de los derechos de todos los ciudadanos del Estado?
Hablamos de derechos para todos, para todas y en todos los ámbitos. En el social, en el económico y también en el asunto de los derechos para los presos. La pandemia está dejando a la vista situaciones que antes eran muy difíciles de sobrellevar y que ahora las están complicando mucho más. El hacinamiento que hay en las cárceles imposibilita las visitas que antes se hacían el fin de semana, en base a las normas que se han adaptado para preservarse ante la covid. Hay una visita el jueves por la tarde y los familiares tienen que recorrer 500, 600 y hasta 1.000 kilómetros de distancia para poder ver al familiar, lo que supone que tienen que dejar de trabajar, y la gente no puede dejar de trabajar. Son detalles que ayudan a entender la situación y qué es lo que se pide. No hay que reformular ninguna ley, se trata de aplicar la legislación penitenciaria, nada más.
¿La rectificación del PSOE en el acuerdo que firmaron con ustedes sobre la reforma laboral supuso un antes y un después en la relación entre ambas formaciones?
El acuerdo no fue totalmente modificado. Es verdad que hubo una especie de enmienda que fue sorprendente, pero que creo que obedecía a otras causas. A veces los partidos tienen miedo a dar una serie de pasos, o empiezan a pesar otras situaciones, no sé exactamente qué es lo que ocurrió. Pero al final estábamos hablando de una cosa terminológica sobre una reforma integral o derogación íntegra de la reforma laboral. Cuando empiezas a ahondar en la cuestión y cuando le preguntas al PSOE qué ocurre, realmente estás viendo que lo que dicen es derogar los aspectos lesivos. A mí, si me derogan los aspectos lesivos para los trabajadores, me sirve, porque obviamente no se puede cambiar de la noche a la mañana todo un articulado legal. Eliminemos eso y llamémosle como queramos, me da igual, pero eliminemos todo eso.
"La geografía carcelaria del Estado español para los presos vascos es insostenible"
Aunque va todo más despacio de lo que nosotros querríamos, sí que es verdad que parece ser que ya se van a empezar a dar esos pasos. Para nosotros es importante y hemos seguido el tema, porque en política no basta con seguir los acuerdos, luego toca empujar para que se concreten. No le doy importancia a los términos, porque si estamos hablando de lo mismo, a nosotros nos sirve; lo que no nos sirve es que no se haga, y seremos insistentes hasta donde haga falta con la derogación de la reforma laboral. Cuando el año que viene empiecen a decaer las medidas del escudo social, la crisis que va a venir es tremenda. Si dejamos a los trabajadores con esa reforma laboral, tal y como está, sería terrible para la clase trabajadora. El norte que tenemos es la consecución de derechos para la clase trabajadora y las mayorías sociales, que son las grandes olvidadas.
El PSOE forzó en la comisión de reconstrucción la repetición de una votación en la que había votado a favor de la reforma laboral para votar en contra... ¿Se fían de Pedro Sánchez?
Hay cosas que son muy de sainete, y hemos vivido situaciones que, si no fueran tan lamentables, serían hasta cómicas ¿Fiarnos? Yo me fío de mis amigos, de mi gente… No hace falta fiarse. Lo que sí exijo es que se cumpla la palabra dada, que es a lo que nos comprometemos nosotros, y creo que de nuestra seriedad, compromiso y responsabilidad hemos dado muestras suficientes durante todo el estado de alarma. El estado de alarma fue alarmante para ver cómo fuerzas de la derecha son capaces de hacer cualquier cosa para atacar al Gobierno. No les importaba nada lo que estaba ocurriendo ni la situación a la que estaban abocadas las millones de personas que viven en el Estado español. Pasaban por encima de esa situación únicamente con el objetivo de desgastar al Gobierno e, incluso, hundirlo, que era lo que se buscaba. De nuestra seriedad y responsabilidad queda una muestra muy importante durante los debates del estado de alarma.
El Congreso es hoy una Cámara fragmentada por varios ejes. Por un lado, está el Gobierno y las formaciones más progresistas, y por otro, las derechas, con Vox marcando buena parte de la agenda política. También están las formaciones soberanistas e independentistas frente a los partidos que rechazan el derecho a decidir. En este contexto, y con la amenaza de la ultraderecha ¿se debe priorizar alguno de estos ejes?
Los dos ejes son importantes y creo que uno no se puede entender sin el otro. Nuestro planteamiento soberanista no se entiende sin un planteamiento social y de izquierdas. Si no ligamos el tema soberanista al tema social realmente nuestra función no tendría razón de ser. El planteamiento soberanista es para vivir mejor, y para vivir mejor las clases populares. Nuestro soberanismo no es insolidario con el resto, es solidario y por eso todas las decisiones que se adopten respecto al tema soberanista serán también para bien de la sociedad española en su conjunto. A la democratización que necesita este Estado le vendría bien este debate. Hay que hacer mucha pedagogía democrática.
El Gobierno y el Parlamento vascos deben abordar la reforma del Estatuto de Gernika para revisar las relaciones de Euskadi con el Estado y las competencias autonómicas ¿Es el derecho a decidir una de sus líneas rojas en la reforma?
No se trata de poner líneas rojas, yo no soy nada maximalista. El tema es solucionar lo que está pendiente, que es el primer deber que tienen los políticos. Llevamos años en la Comunidad Autónoma vasca y en el Gobierno vasco poniendo sobre la mesa esta cuestión, y no termina de llegar nunca a ningún lado. En la anterior legislatura hubo un acuerdo que no llegó a nada. Pasan las legislaturas, siempre se vuelve a poner sobre la mesa un acuerdo, pero nunca se desarrolla. Es un signo de esa forma de hacer política que realmente no conduce a nada. Se pierde mucho esfuerzo, se decepciona a la población y no se resuelven los problemas.
Con la presencia de la ultraderecha en las instituciones, y con su discurso centralista, defendiendo incluso la supresión del sistema autonómico, ¿es un buen momento para exigir más autogobierno y mayor descentralización en el marco de la reforma del Estatuto?
La izquierda y las fuerzas progresistas de este Estado deberían reflexionar sobre esta situación. Vox consigue poner sobre la mesa debates pasados sobre derechos. Los derechos que ya se daban por hechos en las últimas décadas son los que se están poniendo en cuestión gracias a la acción de Vox. Eso tendría que hacernos reflexionar. La tibieza nunca va a conseguir hacer frente a la ultraderecha, nunca. Con políticas tibias no se va a conseguir y por eso hay que enfrentarse con todas las consecuencias. Sobre el estatuto hay un punto de partida que se nos olvida a veces: es una ley orgánica incumplida desde hace 40 años en la que todavía están pendientes un montón de transferencias.
La monarquía vive una de sus mayores crisis, provocada por los escándalos de Juan Carlos I ¿Es una de sus prioridades en la legislatura avanzar hacia un modelo republicano? ¿Con el PSOE como principal partido del Gobierno y del Congreso es esto posible?
Debería ser el PSOE y debería ser la izquierda del Estado quienes avanzaran hacia un modelo republicano. Nosotras no nos metemos en el debate monarquía/república que se pueda dar a nivel de Estado; nosotras sí exigimos una república para nuestro país porque no nos sentimos representados por la monarquía. Es una institución totalmente ajena y de eso dan fe las encuestas sociológicas que se hacen. En Euskal Herria la afinidad que se da con la Casa Real es muy cercana a la que se tiene con Vox. Corresponde a la izquierda de este país dar pasos y ser fieles a los principios que proclaman.
Los jubilados vascos han tenido y tienen mucho protagonismo en la lucha por la subida de las pensiones. De esta legislatura se espera una reforma del sistema de pensiones, que pasa necesariamente por un acuerdo en el seno del Pacto de Toledo ¿Cuáles son sus principales exigencias en esta materia? ¿Ven posible un gran consenso?
A veces los consensos tratan de imponer el mantra de 'todos unidos' en cuestiones vacías de contenido. Los jubilados vascos son muy peleones y están haciendo un trabajo tremendo en primera línea de combate. La generación que consiguió los derechos sociales y económicos para la clase trabajadora es la que ahora está peleando por mantenerlos, no solo por ellos, sino por las generaciones venideras. Es ejemplarizante. Hacemos causa común con ellos porque tienen toda la razón. La condición que ponemos es la aplicación de la Carta Social Europea, que reconoce y promueve un baremo determinado según el nivel de vida que haya en cada territorio, y ese debería ser el mínimo común denominador, y que se implemente tanto en Euskal Herria como en el resto del Estado. El asunto de los consensos es una forma de querer esconder la realidad e intentar engañarte para que, en virtud del consenso, te tragues ruedas de molino. No estamos dispuestos a hacer eso.
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