Este artículo se publicó hace 3 años.
AmazonLos sindicatos emprenden la batalla legal contra Amazon al acusarla de sabotear la creación del primer sindicato de la compañía en EEUU
El Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes presenta una denuncia con 28 alegaciones contra la corporación de Jeff Bezos, a la que acusa de torpedear la formación de un sindicato en la planta de Bessemer (Alabama), de 5.800 trabajadores.
Manuel Ruiz Rico
Washington-
Amazon ganó el primer combate pero los sindicatos no van a dejar que la multinacional de Jeff Bezos, el segundo empleador de Estados Unidos, se salga con la suya así como así, no sin antes dar la batalla. Después de que la votación para formar la primera unión de trabajadores en una planta de Amazon en Estados Unidos se saldara a mediados de abril con una victoria de la compañía, los sindicatos han presentado una denuncia en la que acusan a la multinacional de haber cometido 23 infracciones para socavar y torpedear la limpieza del proceso. Entre ellas, la puesta en marcha de una "campaña para presionar y coaccionar a los trabajadores", en la que se incluye, según el texto de la denuncia, la amenaza de recortes salariales y hasta de despidos o medidas para evitar la reunión de trabajadores y organizadores sindicales en la instalación.
El Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes (RWDSU, por sus siglas en inglés) había echado un pulso monumental a la multinacional al promover la formación de un sindicato en una de las plantas de Amazon más grandes en Estados Unidos, la de Bessemer, Alabama, con 5.800 trabajadores y abierta en marzo de 2020. De tener éxito, sería el primer sindicato formado en una planta de la multinacional en el país. Según The Guardian, era también la mayor iniciativa sindical en el sector privado del sur de Estados Unidos llevada a cabo en muchos años.
La votación, en cuya campaña se implicaron de lleno los senadores demócratas Bernie Sanders y Elizabeth Warren y hasta Joe Biden hizo guiños a favor, se prolongó durante varias semanas y el 9 de abril, tras varios días recontando votos, se anunciaron los resultados con la victoria a favor de la empresa fundada por Jeff Bezos, la persona más rica del planeta con una fortuna de 200.000 millones de dólares. Los trabajadores rechazaron formar el sindicato: sólo votó el 52,4% de la plantilla, esto es 3.041 empleados, de los que 1.798 se opusieron a la propuesta y 738 la apoyaron mientras que 505 votos fueron rechazados en el proceso alegando defecto de forma.
Desde el principio, los portavoces sindicales acusaron a la empresa fundada por Bezos de irregularidades en el proceso y finalmente, el pasado 16 de abril, el sindicato de minoristas y grandes almacenes dio el primer paso en la batalla legal que rodeará a este caso en los próximos meses: presentó un documento para impugnar la votación ante el Departamento de Empleo de Estados Unidos, el órgano del gobierno que tuteló la votación sindical y con competencias sobre estas iniciativas.
El informe detalla con precisión hasta 23 objeciones a la limpieza del proceso. El documento acusa a Amazon de haber emprendido una "campaña para presionar y coaccionar a los trabajadores", y destaca como elementos de la misma la amenaza por parte de la empresa de recortes salariales, prestaciones como el seguro de salud y hasta de despidos. Amazon, dice la denuncia del sindicato, envió a los trabajadores "correos electrónicos en los que los amenazaba con que la creación de un sindicato llevaría al despido del 75% de la plantilla e incluso al cierre de la planta".
Junto a esto, la compañía habría organizado reuniones obligatorias en las que representantes de Amazon criticaban la creación del sindicato y preguntaban directamente a los trabajadores sobre su apoyo a la propuesta. Amazon llegó a instalar en los aparcamientos de la planta una carpa con un buzón de correos, sin la autorización correspondiente, e instó a los trabajadores a que votaran ahí, a pesar de que el parking estaba vigilado con cámaras y de que la compañía, según la denuncia, "contrató a policías para que patrullaran en esa zona y vigilaran a los trabajadores". Aunque Amazon, a través de un portavoz, ha señalado que considera que esta medida no interfiere en el proceso puesto que los trabajadores pueden votar en cualquier otro buzón de correos, el sindicato estima que esta práctica es "intimidatoria".
El presidente del RWDSU, Stuart Appelbaum, ha acusado a Amazon en un comunicado de no haber dejado "piedra sin remover en sus esfuerzos por acosar a sus empleados. No dejaremos que las mentiras, el engaño y las actividades ilegales de Amazon queden sin respuesta. Amazon sabía perfectamente que si no hacía todo lo posible, incluso acciones ilegales, sus trabajadores habrían seguido apoyando al sindicato".
La organización de minoristas preveía que, de salir esta votación adelante, muchas otras plantas de Amazon emprenderían el mismo camino. De hecho, una portavoz del sindicato asegura que han recibido miles de peticiones de trabajadores en otras plantas de la multinacional en Estados Unidos solicitando la creación de organizaciones de empleados.
Al mismo tiempo que desde los años 80 las grandes fortunas han ido aumentado su patrimonio, la clase medida ha perdido poder adquisitivo y las desigualdades han aumentado, en el conjunto de la población activa estadounidense la representación sindical ha caído del 20,1% de afiliados en 1983 al 10,8% en 2020, según los datos del censo estadounidense. Incluso así, en dato de sindicación en el sector privado es actualmente del 6,3% (frente al 34,8% del sector público) y en el sector minorista y de grandes almacenes, la sindicación alcanza un pírrico 4,5% (en 2010 era de 4,8%).
Esto no siempre fue así, son cifras en caída libre y mínimos históricos. Los 50 fueron la edad de oro de la sindicación en Estados Unidos, tras el New Deal y la Segunda Guerra Mundial, el período en que Estados Unidos emergió como gran potencia industrial mundial. A mediados de esa década el país alcanzó su récord histórico y el 35% de los trabajadores pertenecía a un sindicato. Ese impulso se prolongó en el tiempo e incluso a mediados de los 60 en estados industriales como Michigan o Indiana, la sindicación superaba el 40% y en otros territorios vecinos como Illinois, Ohio, Pensilvania, Wisconsin y Nueva York se situaba por encima del 34%, un nivel similar al de toda la costa Oeste (Washington, Oregón, Nevada y California). Pero en 1983, el segundo año de Ronald Reagan en la Casa Blanca, la media nacional estaba ya en el 20,1% y desde entonces el dato no ha hecho más que desplomarse al mismo ritmo que se ha desplomado la capacidad adquisitiva de la clase media.
Darryl Richardson, trabajador de Amazon en la planta de Bessemer y uno de los promotores de esta iniciativa sindical, aseguró a la cadena NBC que teme represalias de la empresa y que tanto él como otros trabajadores a favor de crear el sindicato serán despedidos o forzados a dejar sus trabajos. "Me gusta mi trabajo, doy el 110% cada día, pero creo que los empleados nos merecemos más por lo que hacemos. Es muy triste hacer todo lo que puedes para mejorar las cosas y sentir que vas a perder tu trabajo por ello".
"Es muy difícil que los trabajadores ganen en una situación como ésta", ha afirmado también a la NBC Rebecca Givan, profesora de Relaciones Laborales de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey. "El resultado más probable en estas situaciones es que el empresario consiga acabar con el sindicato infundiendo miedo. Incluso aquellos trabajadores que inicialmente estaban a favor de organizarse se asustan y cambian de opinión".
Amazon tiene un largo historial en su veto a la sindicación. En 1999, el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación de Estados Unidos inició una campaña para sindicar a 400 empleados del servicio de atención al cliente en Seattle, donde está la central de la compañía. Tras meses de campaña antisindical, Amazon cerró el centro de llamadas en 2000 alegando emprender una reestructuración. En 2014, 21 de los 27 trabajadores de un almacén de Delaware votaron en contra de organizarse con la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales después de lo que el portavoz del sindicato describió como "intensa presión de los gerentes y consultores antisindicales". Éste había sido el último intento en Amazon de crear un sindicato. En ambos casos eran plantas pequeñas o muy pequeñas, nada que ver con el intento de formar un sindicato en una instalación equivalente a 14 campos de fútbol y con 5.800 trabajadores como la de Bessemer.
A primeros del pasado mes de marzo, Sanders, que llegó a hacer campaña in situ en Bessemer a favor del sindicato, invitó a Bezos a que participara una audiencia del Comité de Presupuestos del Senado, del que el demócrata es presidente, para debatir sobre desigualdades y la propuesta de salario mínimo federal. El 12 de marzo, Amazon informó al Senado de que Bezos rechazaba la invitación, pero afirmó que apoyaba la propuesta de salario mínimo de 15 dólares, cantidad que, según afirmó la multinacional en un comunicado, estaba implantada en la compañía en 2018.
Sanders lamentó la ausencia de Bezos en la cita del Senado: Bezos ha sido invitado, explicó Sanders, "para explicar al pueblo estadounidense por qué considera apropiado gastar un montón de dinero para negar la dignidad económica de los trabajadores de Amazon en Bessemer que quieren formar un sindicato mientras él se ha hecho 78.000 millones de dólares más rico durante la pandemia".
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