zaragoza
Actualizado:"La precariedad es peligrosa de por sí, entendiendo como precariedad el paro, la temporalidad y la parcialidad no deseada, ya que afecta a la organización, el contenido y la realización del trabajo, y de ahí pueden derivarse factores de riesgo psicosocial", explica David Moral-Martín, sociólogo y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, que sostiene que "los factores de riesgo psicosocial van a reducirse con la caída de la temporalidad. La estabilidad en el empleo es una clave para rebajarlos".
¿En qué consisten esos riesgos? Los hay de los dos tipos. El principal de los de carácter psíquico es el de la sensación de ansiedad del trabajador, que se concentra en la duda sobre la renovación del contrato eventual que lleva años sumiendo en la inquietud a millones de trabajadores eventuales "en un país en el que no es sencillo dejar un trabajo y coger otro", apunta Martín-Moral, que anota cómo, paralelamente, "la vinculación social nos la da el empleo. Cuestiones como la posibilidad de obtener un crédito o acceder a una vivienda dependen de la situación laboral".
Y la combinación de esas presiones a través del empleo precario acaba teniendo efectos tanto en el ámbito social como en el laboral, en el que la falta de formación y experiencia se ha convertido en uno de los principales vectores de la siniestralidad: un tercio de los accidentes con baja los sufren trabajadores que llevan menos de ocho meses en el puesto, tasa que supera el 40% entre los que no llegan al año.
"Quien acaba pagando las consecuencias de todo esto es quien va encadenando contratos temporales, algo que en ciudades como Madrid o Barcelona se traduce en no poder acceder a un contrato de alquiler de vivienda. Eso afecta a la emancipación y, al generalizarse, tiene efectos en la renovación de la sociedad", explica.
"Ni el trabajador se identifica con la empresa ni esta puede fidelizarlo"
Los efectos que comienza a tener la reforma laboral pactada por el Gobierno y los agentes sociales a finales del año pasado, que se centran en una estabilización del empleo, deberían, en principio, modificar esos factores para reducir la siniestralidad y favorecer la emancipación y la posibilidad de emprender proyectos vitales (los contratos de 315.138 menores de 25 años han pasado de eventuales a indefinidos en cuatro meses).
A esos efectos se les añade otro cuya existencia ya comienzan a poner sobre la mesa los sindicatos. "Medidas como la reforma laboral han creado un escenario de seguridad en el empleo, y la sensación de seguridad en el empleo hace que la gente pueda gastar más" y anima el consumo, señala Mariano Hoya, vicesecretario de Política Sindical de UGT.
Moral-Martín apunta otra eventual consecuencia beneficiosa de la reducción de la precariedad para el sistema productivo, que sería una mayor presencia de lo que se conoce como 'el contrato psicológico'.
"Las empresas tienen que formar a su plantilla y que fidelizar a sus trabajadores, pero en situaciones de precariedad laboral ni el trabajador se identifica con la empresa ni esta puede fidelizarlo", explica el profesor, que llama la atención sobre la frecuencia con la que esas situaciones se dan entre los sectores más jóvenes de la población.
"Un mercado laboral precario no es propicio para la inversión"
Por otro lado, el sociólogo, que coincide con el sindicalista en percibir una creciente sensación de seguridad y estabilidad en el empleo entre los trabajadores, mantiene que un mercado laboral estable favorece a todos, también al empresario, porque genera la posibilidad de nuevas inversiones, e incluso al Estado al aumentar los ingresos de la Seguridad Social".
Por el contrario, anota, "un mercado laboral con entrada y salida masiva de mano de obra no resulta propicio para atraer inversión, que suele tener una componente de formación, además de provocar más riesgos psicosociales".
En este sentido, recuerda cómo el anterior marco normativo laboral, el impuesto por la mayoría absoluta de PP de Mariano Rajoy a principios de 2012, "nos ha llevado a los niveles de desempleo más elevados de Europa", a lo que se sumaban elevadas dosis de flexibilidad externa que dispararon las situaciones de temporalidad.
"La plusvalía se puede obtener de muchas formas, pero sacarla del factor trabajo provoca riesgos psicosociales y también económicos, ya que abusar de un factor reduce las posibilidades de optimizar el rendimiento de otros como el del capital a través de la inversión", concluye el profesor Martín-Moral.
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