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La reaparición del MidCat reactiva la oposición ciudadana al proyecto

La Plataforma Resposta al MidCat mantiene el rechazo a la infraestructura gasística porque supone perpetuar la apuesta por los combustibles fósiles y tendría un fuerte impacto ambiental a nivel local. Mientras los gobiernos español y catalán defienden el proyecto, Francia se desmarca por su enorme coste económico y porqué tardaría a entrar en funcionamiento.

Un dels dipòsits de la planta de regasificació d’Enagás de Barcelona.
Uno de los depósitos de la planta de regasificación de Enagás de Barcelona
. Aina Martí / ACN

Después de una década de paro absoluto y de años de desaparición de la escena política y mediática, en las últimas semanas ha reaparecido con fuerza el MidCat, el paralizado gasoducto que pretendía conectar la Península Ibérica con Francia y el centro de Europa a través de Catalunya.

Pese al escepticismo francés, la crisis energética y la voluntad sobre todo de Alemania de reducir su dependencia del gas ruso han provocado que varios gobiernos vuelvan a defender un proyecto que siempre ha contado con el apoyo de los sectores económicos y empresariales, pero que genera un fuerte rechazo ecologista y ciudadano a ambos lados del Pirineo. De hecho, la oposición ciudadana al MidCat también revivirá y se reactivará en las próximas semanas, según confirman las fuentes consultadas por Público.

Las recientes declaraciones del canciller alemán, Olaf Scholz, abogando por la construcción de un gasoducto que permita hacer llegar gas desde Portugal y España al centro de Europa han dado alas a los partidarios del MidCat, entre los que se encuentran los gobiernos portugués, español y, también, catalán. Pero a la hora de la verdad, las dudas en torno a la infraestructura son enormes, tanto por su mastodóntico coste económico –miles de millones de euros–, porque supone alejarse de la transición energética y porque apenas compensaría una pequeña parte del gas que Rusia vende a la Unión Europea.

Aunque hace unos años ERC se oponía, ahora la formación de Pere Aragonès lo defiende con el argumento de que es un "proyecto estratégico para Europa y para Catalunya". Y añade que si en un primer momento debería servir para distribuir gas natural, en un futuro podría utilizarse para bombear hidrógeno verde, posibilidad que numerosos expertos cuestionan. Los republicanos, de hecho, votaron hace unos meses a favor de una moción en el Congreso que reclamaba impulsar el proyecto.

"Sabemos que vamos a reactivar la plataforma, pero la información que tenemos sobre el proyecto es lo que se va publicando y, por tanto, no tenemos claro cómo se hará si sale adelante. En nuestro caso debemos acabar de definir la estratégica, pero tenemos claro que vamos a plantarle cara". Estas palabras corresponden a Raúl Domínguez, portavoz del IAEDEN–Salvem l'Empordà, una de las organizaciones implicadas en la Plataforma Respuesta al Midcat, surgida en marzo de 2017 para oponerse al gasoducto y que agrupaba a decenas de entidades ecologistas y ciudadanas, fundamentalmente del Vallès, el Montseny y las comarcas de Girona. La plataforma se mantuvo activa hasta que en noviembre de 2019 la Comisión Europea hizo desaparecer el Midcat de su lista de proyectos de interés comunitario.

Todavía quedan 225 km pendientes

Planteado en 2005, el gasoducto MidCat nace en Argelia –el país productor del combustible fósil–, entra a la Península Ibérica a través de Almería y estaba proyectado para conectar con Francia cruzando el Pirineo por el Empordà. Sin embargo, desde el 2012 la tubería acaba en Hostalric (Girona), donde finalizaron las obras iniciadas el año anterior para completar los 88 km de gasoducto desde Martorell (Barcelona). Sin embargo, para culminar el proyecto restan 225 km más de tubería hasta llegar al municipio francés de Barbaira, en Occitania, por lo que la hipotética puesta en marcha de la interconexión gasística en ningún caso sería inmediata.

Sin embargo, desde el 2012 la tubería acaba en Hostalric (Girona)

La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró que las obras del tramo catalán podrían culminarse en "ocho o nueve meses" una vez se pusieran en marcha. Sin embargo, fuentes del ejecutivo francés han enfriado el MidCat argumentando que tardaría "muchos años en estar operativo", que despierta una "fuerte oposición local" y que no contribuye a prescindir de los combustibles fósiles.

En 2019, la Comisión Europea lo había hecho caer de su lista de proyectos estratégicos –donde había figurado en 2013, 2015 y 2017– después de que tanto la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y la francesa Comisión Reguladora de la Energía (CRE) lo rechazaran exponiendo el elevado coste de la infraestructura y cuestionando que llegara a ser rentable en algún momento. El actual contexto geopolítico y energético, con los elevadísimos precios del gas y el conflicto en Ucrania que han llevado a los estados de la UE a querer reducir la dependencia de los combustibles rusos, explican por qué se vuelve a hablar de él.

"Medida cortoplazista"

Las razones del rechazo ciudadano se mantienen. En este sentido, Domínguez denuncia que se trata de una medida "cortoplazista", cuando de lo que se trataría es de "repensar cómo debería nutrirse energéticamente Alemania y el resto de Europa". El activista ecologista tiene claro que la base deberían ser las "fuentes energéticas europeas" y a partir de ahí avanzar hacia un "decrecimiento del consumo", porque "si no, es imposible" en un contexto de creciente escasez y costes elevados. "Lo que no tiene ningún sentido es pasar de depender de Rusia a depender de un país como Argelia, debería apostarse por algo más a largo plazo que nos dé soberanía energética".

Domínguez: "Lo que no tiene ningún sentido es pasar de depender de Rusia a depender de un país como Argelia"

Domínguez cuestiona el cambio de posición protagonizado por partidos como ERC y el PSC –la formación que ahora lidera Salvador Illa se había sumado al rechazo al MidCat en la Diputación de Girona– y se pregunta "si esto responde a la llamada de Alemania a reactivar el proyecto" e, irónicamente, añade "¿si el cambio climático ya no existe?".

Por último, el portavoz del IAEDEN–Salvem l'Empordà recalca que, como decía la Plataforma Resposta al Midcat hace unos años, un gasoducto como éste "tiene impacto a varias escalas. De entrada, a nivel global supone fomentar el consumo de combustibles fósiles, cuando se deberían ir abandonando, mientras que a nivel regional y local conlleva la apertura de una franja de 30 metros de ancho y 120 km de largo y la entrada de maquinaria pesada que puede dañar tierras agrícolas, parajes naturales o bosques". En todo caso, admite que "como todo es tan opaco, ahora mismo no podemos especificar más, porque no sabemos por dónde va a pasar".

Ecologistas en Acción, que también formaba parte de la plataforma, se ha pronunciado claramente contra la reactivación del MidCat, con el argumento de que la solución a la actual crisis energética "ha de enfocarse en la transición hacia un modelo resiliente", en la que la "reducción del consumo es esencial, en vez de profundizar en la dependencia a los combustibles fósiles con más infraestructuras gasistas".

Aigua és Vida, Depana, Unió de Pagesos, la Xarxa per la Sobirania Energètica, l'Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y organizaciones políticas como la CUP o la antigua ICV –los Comuns mantienen la oposición al MidCat– también formaban parte de la plataforma opositora donde figuraba una ERC que ha cambiado de parecer. En los próximos días, la organización ciudadana se pronunciará contra el proyecto a través de un comunicado, a la espera de definir futuras acciones.

Una pequeña parte del gas ruso

Más allá del tiempo necesario para ejecutar unas obras que ni siquiera están proyectadas –aún menos licitadas–, uno de los grandes frenos al proyecto es su mastodóntico coste. La española Enagás cifra en 370 millones la inversión necesaria para culminar los más de 100 km hasta la frontera francesa, entre la tubería y una estación de compresión para hidrógeno renovable, que en principio debería facilitar la transición hacia esa energía.

La española Enagás cifra en 370 millones la inversión necesaria para culminar los más de 100 km

Sin embargo, a todo ello hay que añadir los 3.000 millones calculados por el Ministerio de la Transición Energética francés, tanto para conectar la tubería hasta Barbaira como para reforzar la interconexión gasística con el resto de Europa a través del territorio galo. La esperanza del Gobierno es que el gasto lo asuma la UE, gracias al nuevo contexto energético.

Paralelamente la capacidad del MidCat se situaría en entre 7,5 y 9 bcm (miles de millones de metros cúbicos al año) de gas, sólo una pequeña parte del consumo de la UE, que se situó en 412 bcm 2021. Según datos de la Comisión Europea, del total sólo 50,6 bcm se produjeron en las fronteras comunitarias, mientras que de Rusia llegaron hasta 137, es decir, 15 veces más de lo que podría llegar a transportar el gasoducto que ahora mismo termina en Hostalric. Todo ello aumenta las dudas de que, a pesar de los anuncios de los últimos días, llegue nunca a ir más allá.

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