A Coruña
Si a usted le ofrecieran un fantástico electrodoméstico o un estupendo viaje por hacer una determinada operación comercial, seguro que pensaría que la publicidad está auspiciada por un banco que persigue sus ahorros o por una operadora de cable que le tienta para que caiga en una larguísima permanencia. Si le dijéramos que la jugosa oferta viene de una empresa que compra madera, ¿se lo creería?.
Pues es verdad. En Galicia sucede desde hace años. "¿Tienes un monte de eucalipto? Si nos vendes tu madera podrás llevarte magníficos regalos: un televisor, tres días en un balneario, una bici de montaña". Detrás de la oferta está Ence, la compañía líder en Europa en la producción de pasta de papel que contaminó durante lustros con mercurio la ría de Pontevedra y que está detrás del desierto verde de eucaliptos en el que se ha convertido la comunidad en el último medio siglo.
Ence regala televisores por comprar madera de eucalipto, de las más baratas del mercado, para fabricar pasta de celulosa, que luego exporta a Europa y que retorna a España procesada como tisú, papel de periódico y cartón de embalaje. Sus accionistas ganan millones de euros al año con una actividad que apenas deja valor añadido en Galicia (Ence tiene otra fábrica en Asturias, aunque su sede está en Madrid, y exporta el 90% de su producción).
Pero su negocio en la comunidad está seriamente amenazado. Hay quien opina que ha llegado a su fin, contra el parecer de la Xunta, del PP y de los trabajadores y con el visto bueno del Ayuntamiento de Pontevedra, gobernado por el BNG, de las asociaciones ecologistas y de buena parte de la ciudadanía de esa ciudad y de toda Galicia. Y lo más importante: con el aval de la justicia.
La Audiencia Nacional anuló el mes pasado la prórroga que el Gobierno de Mariano Rajoy otorgó a Ence para seguir otros 55 años ocupando 615.000 metros cuadrados de terrenos públicos (unos cien estadios de fútbol) en régimen de concesión en Lourizán, a escasos tres kilómetros del centro de Pontevedra y afectando seriamente a la vida de la ciudad, al turismo y a la actividad marisquera. La concesión expiraba en el 2018, y Rajoy, pontevedrés de nacimiento, fue declarado persona non grata por el Ayuntamiento de la ciudad por extenderla al 2073 cuando su Ejecutivo estaba en funciones, tras haber perdido la mayoría absoluta en las elecciones de diciembre del 2015.
La oposición gallega calificó la prórroga de decisión "corrupta" y de "atropello democrático". El Ayuntamiento, Greenpeace y la Asociación por la Defensa de la Ría de Pontevedra anunciaron que la recurrirán. Y han ganado. Según los jueces, Ence no ha podido demostrar que la única ubicación posible para su actividad sea ocupar casi ad eternum terrenos públicos. Y esa es una condición legal imprescindible para mantener la concesión. Si el Tribunal Supremo da firmeza a la resolución, la papelera tendrá que irse.
Ence es el acrónimo de la Empresa Nacional de Celulosas, fundada por Franco en 1958 y privatizada por Aznar en el 2001. Su mayor accionista es Juan Luis Arregui, fundador de Gamesa y uno de los cien hombres más ricos de España. La compañía es uno de los más lustrosos ejemplos de puertas giratorias que puedan encontrarse en los sectores industriales con más impacto ecológico. En su consejo de Adminsitración se sientan Isabel Tocino, primera ministra de Medio Ambiente de Aznar hasta menos de un año antes de que éste privatizara la sociedad; y Carlos del Álamo, primer conselleiro de Medio Ambiente en la Xunta de Manuel Fraga.
Resulta paradigmático que dos personalidades con semejante relevancia en la defensa del medio ambiente trabajen para una empresa que durante años llenó la ría de productos tóxicos y cuya agresiva estrategia para abaratar el coste de la madera multiplicando la oferta ha plagado literalmente Galicia de una especia arbórea invasora que ha acabado con miles de hectáreas de bosques autóctonos.
Vayamos por partes. Primero, la contaminación en la ría. Ence asegura que sus procesos son actualmente completamente respetuosos con el medio. Pero un informe que la propia empresa envió a la Xunta en febrero de este mismo año alerta de que los niveles de mercurio en las aguas subterráneas de los terrenos que ocupa en la ría se han disparado en los últimos meses. La causa, asegura Ence, estaría en el desmantelamiento de Elnosa, la empresa química que fue de su propiedad hasta el 2005 y que hasta su clausura en el 2018 producía el cloro con el que se blanqueaba la pasta de papel.
Ence, insistimos, dice que ya no contamina nada. Pero la Asociación para la Defensa de la Ría de Pontevedra considera esa explicación una burla. "Tanto en las balsas de decantación de Ence como en el llamado canal perimetral, en el que Elnosa vertía antes de hacerlo en las balsas, hay concentraciones muy elevadas de ese metal pesado", afirman fuentes de la asociación.
"El informe confirma la enorme contaminación por mercurio no sólo en las aguas subterráneas del complejo industrial de Lourizán, sino, también, la posible incidencia de esa contaminación en los trabajadores de Ence, en los vecinos y en las aguas de la ría, a donde estaría llegando el mercurio transportado por las aguas de lluvia que se filtran a través del terreno", añaden.
Vamos con la segunda parte. La que afecta a los regalos de viajes y televisores por vender madera de eucalipto, una especie originaria de Australia que llegó a Galicia en 1850 de la mano de Fray Rosendo Salvado, un misionero benedictino.
Se trata de una especie invasora de crecimiento muy rápido que en diez años ya puede alcanzar un tamaño apropiado para la producción maderera. Dotado de inmensas raíces y capaz de alcanzar los noventa metros de altura, suele imponerse en pocos tiempo a cualquier especie autóctona, pues es mucho más eficaz a la hora de captar agua, luz y nutrientes. También arden como una cerilla, y su enorme envergadura contribuye a expandir los incendios.
España tiene ya más superficie de eucaliptos que Australia, su territorio de origen. En Galicia está el 80% del total
Galicia se ha convertido en lo que algunas asociaciones ecologistas llaman un "desierto verde" de esta especie, que modifica sensiblemente los suelos afectando severamente a la biodiversidad de otras especies vegetales y, con ella, a la fauna de los bosques autóctonos. La agresiva política comercial de Ence ha llenado de ecualiptales miles de hectáreas de espacios agrarios cuyos propietarios ven en esa especie un negocio rápido y seguro (entre 22 y 35 euros por tonelada de madera de ese árbol), sin advertir que así promueven también la invasión de carballeiras, pinares y fragas en montes públicos o de mano común, donde los eucaliptos se imponen en un abrir y cerrar de ojos.
Ence se defiende argumentando que la reforestación con esa especie ayuda a combatir el cambio climático. Puede ser. Y si es así, deberían darles a sus consejeros y a la Xunta una mención internacional como egregios protectores del planeta desde este rincón de la Península. El plan forestal de Galicia de 1992 preveía que en el 2030 se llegara en la comunidad a 245.000 hectáreas de eucaliptos. Doce años antes, en el 2018, se habían superado las 420.000 hectáreas. Según un informe del Observatorio de la Sostenibilidad, España tiene ya más superficie de eucaliptos que Australia, su territorio de origen. En Galicia está el 80% del total.
El año pasado la ex ministra de Medio Ambiente Isabel Tocino y el ex conselleiro de Medio Ambiente de la Xunta Carlos del Álamo ingresaron como "consejeros independientes" (sic) de Ence 123.000 y 122.000 euros cada uno en concepto de retribución fija, dietas y asistencias a las reuniones del consejo. El consejero delegado, Ignacio de Colmenares, se llevó 1,26 millones, sin contar lo que pudieran haberle rendido las más de 288.000 acciones que posee de la sociedad. El año pasado Ence declaró pérdidas como consecuencia de la caída del precio internacional de la pasta de papel durante el confinamiento. Pero entre los quince consejeros del grupo se llevaron ese año 2,719 millones. Como si nada hubiera pasado para ellos, porque en el 2019 se habían llevado 2,754 millones.
Si el Tribunal Supremo valida la anulación de la prórroga que Rajoy concedió a la empresa a la que asesoran su compañeros de partido, tal vez el negocio para ellos se haya terminado. Y Ence deje de regalar televisores por comprar madera.
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