Bienvenido al paraíso de los ricos. EEUU volverá a premiar a sus grandes fortunas. ¿Es justo tras décadas de ensanchamiento de la brecha de desigualdad en el mundo y en el principal mercado del planeta? Para Donald Trump (evasor impositivo declarado, instigador del asalto al asalto al Capitolio por no reconocer su derrota electoral de 2020 frente a Joe Biden, y azote sin escrúpulos de la crispación que ha restaurado un clima de hostilidad desatada entre ciudadanos norteamericanos), la justicia no es relevante; solo interesa el poder.
Y el dirigente republicano lo tendrá en los próximos 4 años, con un legislativo de su tinte político y sin la más mínima contestación interna; con un Tribunal Supremo que ordenó a su antojo en su mandato previo y que le ha concedido impunidad por el intento de subvertir el resultado de las urnas de 2020 y quebrar el sistema democrático americano. Además de pasar por alto varios de sus múltiples imputaciones en los juzgados o de dar vía libre a la prohibición del aborto a los estados que así lo consideren.
En este ambiente, los poderosos se sienten aún más invencibles, y el más listo de la clase, Elon Musk, siempre destaca. Ningún otro milmillonario ha ayudado más a Trump a volver a la Casa Blanca que el dueño de Tesla y SpaceX. Hasta 130 millones desembolsó, oficialmente, para su carrera presidencial. A cambio, tendrá la misión de recortar drásticamente las instituciones y las agencias federales, reducir a la mínima expresión -todavía más- el pírrico Estado del Bienestar del país más poderoso del planeta y acabar con cualquier vestigio de ayuda o subsidio federal, directo o indirecto, de la Administración Biden a la transición energética o la reindustrialización.
El futuro inquilino de la Casa Blanca ha convenido con Musk corregir con la tijera de los ajustes gubernamentales el desbordamiento del déficit y la deuda (de 5,8 billones de dólares y de 7,74 billones, respectivamente) en el próximo decenio, en el que su nueva rebaja impositiva a empresas (a las que dejará su tipo impositivo en el 15%, con un arsenal de exenciones y deducciones) y personas físicas volverá a dejar tiritando las arcas del Tesoro, según prevé la escuela de negocios Penn Wharton.
"Cuenta con ello", respondió la mayor fortuna del planeta, que vio repuntar el valor de Tesla un 15% la primera jornada post-electoral y aumentó su patrimonio en 26.500 millones la jornada de la proclamación de su mentor político como vencedor en las urnas, mientras X, la antigua Twitter, batía récord de mensajes de sus usuarios.
Musk protagonizó varios de los mítines más trascendentales del líder republicano. Le arropó tras el atentado en Pennsylvania, y en otras citas posteriores en este estado swing crucial que ganó en las urnas. Apareció en el Madison Square Garden dejando en un segundo plano al futuro vicepresidente, JD Vance. Y voló en su jet privado tras votar en Texas (a donde ha redirigido su gran factoría de Tesla y quiere trasladar X y SpaceX por los beneficios fiscales prometidos por sus autoridades), hasta Mar a Lago, la residencia de Trump en Florida, para seguir con él la noche electoral.
Su involucración con Trump le llevó a donar 1.000 millones de dólares a Early Vote Action, organismo dedicado a registrar a votantes republicanos, para consumar su triunfo en un estado que le negó la victoria en 2020.
‘Quid pro quo’, el ‘leitmotiv’ de Trump
Musk tiene mucho que ganar con la nueva administración. SpaceX, una de las seis emblemáticas firmas de su emporio, es un socio vital y cada vez más estratégico de la NASA y el Departamento de Defensa, de donde obtiene milmillonarios negocios, mientras Tesla acaba de lanzar prototipos de robotaxis autónomos que se enfrentan a iniciativas regulatorias exigentes que podrían verse relajadas.
Trump ya cedió las riendas del Tesoro en su primer mandato a Steve Mnuchin, ex directivo de Goldman Sachs, que segó la Dodd Frank Act aprobada bajo el primer mandato de Barack Obama, que separó el negocio de la banca comercial de la privada y aumentó los derechos de los consumidores para recuperar las pérdidas de las hipotecas subprime.
En este segundo mandato puede darle algún papel en su Administración a Musk, que ha prometido recortar 2 billones del presupuesto federal (tanto como la economía italiana), sin experiencia previa en el sector público y con una larga lista de acusaciones a entes reguladores y de supervisión o a las leyes antimonopolio y de libre competencia. Además, sus intereses en criptomonedas o en el desarrollo de su chatbot Grok en su red social X, le convertirá en un interlocutor directo de la prometida desregulación de Trump al negocio de las criptodivisas y en la normativa sobre Inteligencia Artificial (IA) que Musk desea que sea laxa.
Bezos y la mordaza al ‘Washington Post’
Jeff Bezos es otro magnate con un amplio catálogo de asuntos pendientes con el Despacho Oval. El ex CEO de Amazon y actual dueño de The Washington Post (el icónico diario que reveló el caso Watergate, y al que impidió que pidiera el voto por alguno de los aspirantes a la Casa Blanca) fue de los que se apresuró a felicitar al líder republicano por "su extraordinario regreso político". Bezos se ocupó de evitar percances de última hora en la prensa seria, como hizo Musk en las redes sociales (X jugó un papel determinante con su decisión de permitir los bulos sin límites, atraer de nuevo a Trump entre sus usuarios y otorgar credibilidad a fakes news). Es la primera vez que The Washington Post no se decanta por un candidato presidencial en décadas. Defendió a Obama en 2008 y 2012, a Hillary Clinton en 2016 y a Joe Biden en 2020. Pero Bezos salió al paso para recalcar que "no era ningún tipo de deuda pendiente" por haberse decantado por líderes demócratas desde el colapso crediticio de 2008.
Bezos, protagonista de uno de los divorcios más caros de la historia de EEUU, se congratuló "del 45 y 47 presidente de EEUU" al que definió como el artífice de que "ninguna otra nación tenga más oportunidades" y el único político capaz de "unir a la América que amamos".
Compañías como Blue Origin, del sector aeroespacial, con su CEO Dave Limp y su vicepresidenta de Relaciones con el Gobierno, Megan Mitchel, se reunieron con Trump el mismo día que el Post asumió la censura de Bezos. En 2016, el renovado presidente advirtió a Amazon, con Bezos aún al frente, que "tendría problemas" y criticó el "lobby" que ejercía el diario durante la campaña electoral de 2019.
El compromiso de Kamala Harris de combatir a los grandes monopolios con regulaciones que se alejen de sus dominios del mercado estaría detrás de este cambio drástico de apoyos del gigante de la distribución. Aunque Bezos dejara sus funciones ejecutivas en 2021, tras 17 años el frente.
Mark Zuckerberg juega también sobre seguro con Trump. En 2016 y 2020 Facebook estuvo bajo un severo escrutinio social. Ahora, como Meta, pese al lavado de imagen corporativa, su elenco de redes, que completan WhatsApp e Instagram, y los indicios delictivos graves por rechazar los consejos y filtros de sus directivos tecnológicos para evitar que se cometan fraudes e intentos de criminalidad entre sus usuarios -especialmente, entre los menores de edad- y la involucración junto a Cambridge Analytica y a Rusia en el cambio de rumbo del Brexit, la Corte Suprema liberó de cargos a su presidente.
Meta es otra de las empresas vigiladas por las duras leyes anti-trust de EEUU que, con Trump se podría beneficiar de cambios regulatorios o decisiones judiciales de dudosa imparcialidad. Ya en 2019 apoyó públicamente a Trump, de quien dijo tras ser víctima del atentado del pasado verano que era un político de un valor "impresionante". Y, por supuesto, le dio la bienvenida el pasado 5N.
Conexión Silicon Valley-Wall Street-Vieja Economía
Howard Lutnick, el milmillonario copresidente de Cantor Fitzgerald, una de las firmas de capital con vitola de boutique entre la jet-set estadounidense, fue uno de los primeros ricos a los que atendió Trump. Como otros mega-donantes de su causa, que no abandonaron ni siquiera en la jornada de insurrección del 6 de enero de 2021, cuando se produjo el asalto al Capitolio. Entre ellos, Stephen Schwarzman, fundador, presidente y director ejecutivo del fondo Blackstone, y Nelson Peltz, uno de los socios de Trian Partners, hedge fund de inversiones agresivas como las dirigidas a los criptoactivos, swaps, derivados o estructurados que ocasionaron la crisis financiera de 2008 y a los que el FMI calificó como "valores tóxicos".
"Todos los grandes donantes al Grand Old Party (GOP) lo son por razones específicas", asegura Mike Lux, de la consultora Democracy a Bloomberg. A todos ellos -precisa- "Trump les ha dicho, sin rubor que, si le proporcionaban millones de dólares a su reválida política, haría lo que fuera necesario para regular como consideraran conveniente". O a Musk, que eligiera el cargo en el que juzgara más oportuno "aplicar la tijera" presupuestaria.
Ken Griffin (Citadel), el filántropo, millonario y activista político Ron Lauder o Thomas Peterffy, el dueño de Interactive Brokers, de origen húngaro y enemigo declarado de George Soros por su perfil liberal, poco neoconservador y donante demócrata, fueron de los primeros en aportar sus cheques cuando consiguió la nominación republicana, en marzo pasado.
Los valores de todos ellos crecieron esta semana en bolsa. Las 10 mayores fortunas, según revela el Bloomberg Billionaires Index, aumentaron sus carteras de inversión en 63.500 millones el día que Trump proclamó su victoria. En una jornada que, en general, impulsó valores vinculados a la IA, los criptoactivos o las bigtechs. Marca Andreesen, un inversor de capital riesgo con el que el nuevo inquilino de la Casa Blanca compartió frustraciones durante la Administración Biden, es uno de los que, a buen seguro, obtendrá noticias positivas para sus intereses. La poderosa SEC -la CNMV estadounidense- investiga a Coinbase Global, de su holding Andreessen Horowitz. De igual manera que la Federal Trade Commission lo hace con Amazon o Meta.
Silicon Valley se está haciendo de derechas. Sin escrúpulos. Mientras las firmas de inversión y la industria petrolera mantienen intactas sus conexiones con el GOP. La agenda tecnológica y la predisposición de Trump a satisfacer a sus lobbies favoritos son armas de seducción masiva.
Sobre todo si, como las bigtechs, se han cambiado de chaqueta en un momento crucial para el avance fulminante de la IA, las criptos y la tecnología militar ocupan las preferencias regulatorias de Trump de una estrategia diseñada en sintonía con la ultraconservadora Heritage Foundation.
A Silicon Valley y Wall Street se unen, además, la Vieja Economía fósil. Tres de sus milmillonarios -Harold Hamm, de Continental Resources, Jeff Hildebrand, de Hilcorp Energy y Kelcy Warren, de Energy Transfer- han sido fieles donantes. Al igual que Miriam Adelson, máxima accionista de Las Vegas Sands, o el banquero Timothy Mellon. "Trump ha manifestado abiertamente su deseo de venganza", recuerda Lux, para quien, "hay preocupación sobre su vuelta, sobre los que piensa y sobre las acciones que sus estamentos gubernamentales van a desarrollar e imponer".
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