Este artículo se publicó hace 14 años.
Villa lidera la historia
Máximo goleador español en Mundiales
La primera media hora no fue de Villa. Casi resultó ruinosa para él. Metido en el fondo del océano, entre los pequeños y musculados defensas chilenos, sólo apareció una vez para cursar un centro desde la línea de fondo que sonó angustioso. No pasó nada. Es más, a esas horas sólo se veían problemas para España, incapaz de adiestrar a la pelota. A los 36 minutos, sin embargo, el destino cambió de amistades. O quizá fue Villa, al que llegó un balón que se había quedado sin padre, un trozo de tarta o una oportunidad de muerte. Son balones que, en general, no tienen término medio para los delanteros. A los malos les castiga, porque enreda su decisión. Para los buenos, es como disparar a una perdiz. O sea, Villa.
El portero Bravo despejó sin hacha y la pelota viajó hasta el delantero. Estaba esquinado en un rincón, sin tiempo para elegir la pierna con la que azotar ese balón. Lo hizo con la zurda, que no es su característica, aunque parte de su biografía se nutra de ella. De niño, se rompió la pierna derecha y para curar la ansiedad, practicaba con el pie izquierdo. Anoche, curiosamente, fue ese pie el que le convirtió en el máximo goleador español en la enciclopedia de los Mundiales. Suma seis y deja atrás a Raúl, Hierro, Butragueño o Morientes, que se quedan con cinco. Además, se queda a tres de Raúl (44 por 41).
El gol, sin embargo, tuvo un aroma más profundo. El partido estaba cerrado para España y para Villa, que se sentía encarcelado en la parte izquierda del césped. Allí no llegaba casi ningún balón. Los defensas de Bielsa vivían en paz. Nada tenía que ver la noche con la de Honduras cuando Villa tuvo espacio para desafiar a toda la tierra. Pero ese gol cambió el escenario. La siguiente pelota que buscó a Villa volvió a tener un efecto brutal. Esta vez no decidió él, pero lo acercó hasta el infinito. Retrasó el balón a Iniesta, que corrió como un bailarín y decidió casi con escuadra y cartabón. De paso, acabó con la amarga literatura que dejó el partido frente a Honduras, la multitud de ocasiones que se perdieron ese día, entre ellos Villa, que se retiró con varios pecados que justificar. Anoche, ya no pasó eso.
En la segunda parte, Villa se quedó sin Fernando Torres, al que es más fácil apreciar sin balón que con él en este campeonato. En el primer gol, dio tanto la lata al portero que fue el precursor de que esa pelota llegase a Villa. El resto lo hizo el destino. El ejercicio de precisión del delantero resultó sublime. Era la cuenta que le quedaba a Villa en este Mundial, al que se le reprochaban sus porcentajes heridos frente al gol. Hoy, ya no puede ser. Hoy, Villa también lidera la clasificación de goleadores junto a Vittek e Higuaín. La felicidad, por fin, abrió los ojos.
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