Este artículo se publicó hace 16 años.
Viena se convierte en la capital adoptiva de España
Los miles de españoles que se desplazaron a la capital austriaca vivieron un día mágico y vibraron con el triunfo de la selección española
El ambiente de fiesta se ha apoderado de la afición española en Viena tras la victoria de la selección española contra Alemania (0-1) en la final de la Eurocopa 2008, tarea fácil en vista del clima favorable a la celebración que ya traía esta hinchada.
Ante todo en "la milla de los aficionados" de Viena y en las otro siete sedes de este torneo en Austria y Suiza que creó la UEFA para ver los partidos en directo se respiraban unas inmensas ganas de celebrar un triunfo que muchos seguidores españoles consideraban más que merecido tras 44 años de sequía de victorias en este torneo.
Apenas dado el pitido final por el árbitro italiano Roberto Rosetti, los hinchas españoles empezaron a dar gritos y saltos de alegría en esa zona pública, donde se concentraron unas 69.000 personas, casi el máximo permitido de 70.000 espectadores.
El ambiente de júbilo predominó entre la afición, incluso entre los alemanes, que vieron desvanecer el sueño de llevarse el trofeo de fútbol más codiciado en Europa y cuyo desencanto intentaron ahogar con considerables cantidades de cerveza.
"Hubiésemos preferido ganar, pero vamos a celebrarlo toda la noche", dijo Julia una joven alemana que se resignó a ver como el combinado de Joachim Low sucumbía ante los hombres de Luis Aragonés. "La fiesta es estupenda y estamos muy contentos de estar aquí. Esto es histórico para España", declaró el padre de una familia germana con dos niños cerca de la zona pública para los aficionados.
Para poderlo celebrarlo como se merece la ocasión, se prolongó el horario de apertura de "la milla de los aficionados" hasta las 02.00 horas de la madrugada (00.00 GMT) en lugar de medianoche en las noches de los otros seis partidos disputados en Viena durante la Eurocopa.
Las lágrimas de alegría se mezclaban con gritos de júbilo y abrazos por doquier entre los españoles en Viena, en su mayoría fácilmente reconocibles por la vestimenta de reglamento de camiseta con los colores de la selección nacional y otras prendas vistosas como tricornios de Guardia Civil.
La afición española gritaba "Olé, Olé, Olé, campeón", pero también trataba de consolar a los alemanes a los que llamaban "vicecampeón", sin que hubiera habido altercados entrada la medianoche, según un portavoz policial. Muchos cantos de loa popular iban dirigidos Fernando Torres, autor del único gol del encuentro, en el minuto 33.
La avenida del "Ring", donde están los edificios más significativos de la capital, estaba prácticamente tomada por españoles una vez terminado el encuentro en el estadio Ernst Happel, que se llenó hasta el último de los 51.428 asientos.
"Que viva España" no sólo era entonado por españoles, sino por muchos austríacos que se alegraban de ver perder al "hermano mayor" y vecino, con el existe una rivalidad tradicional, no sólo en el fútbol. "Esta es una reunión fantástica, relajada y distendida, no solo para la españoles, sino también para otras naciones", comentaba un visitante a "la milla de los aficionados".
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