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El 'veranus horribilis' de las selecciones más mediáticas

JORGE YUSTA

Exactamente 84 días separan los fracasos de las selecciones españolas de fútbol y de baloncesto en sus respectivos mundiales. Dos fechas, el 19 de junio de 2014 y el 10 de septiembre del mismo año, que pasarán a la historia negra del deporte nacional. Dos días en los que las selecciones que más interés mediático despiertan, que más deportistas conocidos concentran y que más pasiones entre los aficionados levantan firmaron un lunar con mayúsculas en sus exitosas trayectorias recientes. 

Más allá de que todas las derrotas duelen, éstas han sido más sangrantes debido a las altísimas expectativas generadas. Y es que las selecciones de fútbol y baloncesto volaron tan alto en los últimos tiempos que la caída ha sido más estrepitosa. Dos eliminaciones mundialistas que tienen ciertos paralelismos y denominadores comunes. Y que, a pesar de ser las noticias más sonoras del verano deportivo, no pueden empañar los éxitos logrados en otros deportes, como lo han sido las seis medallas de Mireia Belmonte en los europeos de natación de Berlín, el campeonato continental de Ruth Beitia en salto de altura o el título mundial de Carolina Marín en bádminton.

Los batacazos en Brasil y en España han puesto punto y final de súbito a una racha gloriosa de ambas selecciones. La de fútbol logró encadenar los títulos de la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012. Hito que ningún otro combinado había logrado antes. Por lo que en Brasil nadie imaginaba que en solo dos partidos los hombres de Del Bosque se vieran obligados a hacer las maletas. Se pasó de ser el rival a batir a ser batida a las primeras de cambio por Holanda y Chile. Se pasó de la gloria del Soccer City al infierno de Maracaná.

La de baloncesto venía de encadenar nueve medallas, incluidos el título mundial de Saitama 2006, las dos platas olímpicas de 2008 y 2012 y los campeonatos de Europa de 2009 y 2011. Y la organización del Mundial se antoja como la situación perfecta para intentar repetir el éxito de Japón de hace ocho años. O por lo menos llegar a pelear por el oro contra EEUU en la final soñada por todos. Tras una fase de grupos perfecta en Granada y un pase cómodo contra Senegal en Madrid, llegó Francia y dio al traste con todas las ilusiones españolas. Caer en cuartos no entraba en los planes de una selección que había logrado reunir quizás al mejor grupo de jugadores de su historia.

Los fiascos dejan una sensación de cambio de ciclo en las dos federaciones. La selección de fútbol ya ha comenzado su periodo de regeneración. El adiós de hombres como Xavi Hernández, David Villa o Xabi Alonso han puesto el cartel de 'cambio de ciclo' al periodo que se cortó de raíz en Río en junio. El relevo en la Roja deben asumirlo jugadores como los Iniesta, Cesc, Silva y compañía. Unidos a los que han formado ya parte de las categorías inferiores que tantos éxitos han dado a la Federación de fútbol. En el baloncesto, la derrota todavía es muy reciente y sería aventurado poner nombres a los que ya no volverán a vestir la camiseta nacional. Pero también es cierto que el tránsito hacia los Juegos de Río 2016, objetivo más apetitoso para la ÑBA en los próximos años, es ahora más complicado y puede hacer reflexionar a los más veteranos como Pau Gasol, Juan Carlos Navarro o Felipe Reyes.

Más allá de los aspectos puramente deportivos o de circunstancias concretas de la competición, en las derrotas de las dos selecciones se han atisbado comportamientos cercanos a la relajación o el exceso de confianza que han provocado una bajada en el rendimiento. En el caso de la de fútbol se criticó la actitud en algunos casos soberbia de ciertos jugadores. Las palabras de Xabi Alonso tras la derrota contra Holanda, el affaire del peto de Cesc o la actitud de Piqué en el banquillo contra Australia son algunos ejemplos de ello. En el caso de la de baloncesto, los tres días de descanso entre los octavos y cuartos han sido demasiados. Parecía que estaba todo hecho hasta la final y el propio Navarro reconocía que la preparación en esos días para enfrentarse a Francia no había sido la adecuada.

En todo ello han influido la labor de los dos seleccionadores, Vicente Del Bosque y Juan Antonio Orenga. Dos hombres de federación, como les gusta tildarse, confiaron en exceso en la autogestión de sus grupos y, lejos de imponer sus criterios, prefirieron el tono paternalista, la tibieza y la condescencia con sus jugadores. A lo que hay que unir críticas tácticas y escasa cintura a la hora de intentar recomponer a tiempo los resultados adversos. A Del Bosque se le reprocha haber llamado a jugadores que estaban lejos de su mejor nivel o de no saber encajar a Diego Costa en el juego de la selección. A Orenga que diera demasiados minutos a Pau Gasol o que no diera ninguno contra Francia a Felipe Reyes o Claver. Ninguno, además, se atrevió a dimitir nada más confirmarse el bochorno. Del Bosque comandará la transición al frente de la Roja hasta la Eurocopa de Francia mientras que la continuidad de Orenga pasa por lo que decida el presidente José Luis Sáez, que este viernes explicará sus impresiones.

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