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El sexto 'Major' de Seve

Ballesteros presentó este jueves su fundación que luchará contra el cáncer y apoyará a jóvenes sin recursos

MIGUEL ALBA

'Ahora soy mejor persona porque la parte mala me la han quitado los doctores'. Así se define la nueva versión de Seve Ballesteros. La que, cada día, lucha por la vida desde que hace nueve meses se le extirpase un tumor cerebral. 'Estoy en el mulligan de mi vida', asegura. Ballesteros evoca esa costumbre, nunca convertida en regla del golf, que permite repetir el primer golpe en el tee del hoyo 1 en caso de un golpe defectuoso, para explicar esa segunda oportunidad de la que goza.

Un segundo capítulo que destila objetivos alejados del golf y de la competición. 'Ahora, lo que más me preocupa es que mis hijos tengan una buena educación, que es la mejor herencia que les puedo dar, y que sean buenas personas', repite. La enfermedad le ha cambiado. Él mismo lo reconoce. 'Me ha vuelto más humano', dice. Más filántropo.

Más preocupado por las pequeñas cosas. Pero, especialmente, más abnegado para solidarizar las sinergias que provoca el sufrimiento del mito. 'Mi deseo es ofrecer todo mi apoyo a la investigación contra el cáncer con la esperanza de que algún día los expertos puedan dar la solución a este grave problema', explica Seve.

Sin embargo, este no será el único objetivo de la Fundación que el jugador cántabro presentó ayer. 'Seve pudo competir por la ayuda que tuvo de amigos y de algunos socios del club de Pedreña. Esta es una manera de repetir aquella historia con jóvenes con proyección que no cuentan con recursos económicos para poder salir a competir', explica su hermano Baldomero, compañero de fatigas del campeón y del enfermo.

'Gracias a otros, que aportaron su granito de arena como yo ahora, tenemos estos maestros del bisturí', aseguraba el ganador de cinco Major, antes de ensalzar el alto nivel de la sanidad pública. 'Mi caso es el mejor ejemplo de que no hace falta irse fuera de España para operarse. Aquí tenemos los mejores médicos del mundo y yo tuve mucha suerte de ser tratado en La Paz y por sus médicos', relata Seve. 'Otros que se marcharon fuera, ahora no lo pueden contar'.

Sus respuestas pausadas iluminaban un rostro que denota su recuperación. 'Sólo si luchas, luchas y luchas sales victorioso', defiende. De hecho, su compromiso con la rehabilitación ha sido absoluto. 'He seguido al pie de la letra todo lo que me ha marcado la psicóloga cognitiva, la fisioterapeuta y la dietista. Me he esforzado tanto que tuve que parar en dos ocasiones porque sufrí dos lumbalgias'.

En su casa de Pedreña, allí donde las visitas de Indurain o el golfista Manuel Piñero animaron a Ballesteros en su lucha, se planean ya nuevos horizontes que llenen el día a día de Seve. 'Tengo previsto, a través de la Fundación, dar charlas y conferencias, realizar exhibiciones de golf y seguir en el mundo del diseño de campos', matiza el cántabro. Por el momento, su vuelta a los greenes se circunscribe únicamente en su entorno más cercano. Hace pocas semanas, se jugó seis euros con su hijo Javier a una vuelta de nueve hoyos. 'Me ganó, pero sé que con el tiempo volveré a ganarle'.

El reto sobresale en su vida futura, ese sexto Major que hasta en dos ocasiones se le negó en Augusta.

 

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