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El Sevilla tira de un detalle

Una gran jugada entre Navas y Kanouté le da los tres puntos ante un aguerrido Sporting

ALBERTO CABELLO

Al Sevilla siempre le queda esencia. Ese instante en el que alguno de sus artesanos se asoma a los partidos para poner su habilidad al servicio del equipo. Las lesiones han pelado al equipo, le han ido quitado pieles como a una cebolla, pero queda todavía alimento. En Gijón bastó que Navas y Kanouté pasearan en una jugada por la misma acera para encontrar lo que a otros les cuesta tanto. Solucionaron una noche en el que el equipo salió airoso de otra alineación impensable a comienzo de temporada. Lo del extremo no tiene techo. Se agranda cada partido, a cada galope parece aún más rápido, afila más y más sus envíos desde la banda, justo lo que más necesitaba pulir.

Nada es intrascendente cuando alguno de los integrantes de esta pareja se encuentra con la pelota. A este juego se ha apuntado en las últimas semanas Perotti, que ha enriquecido todavía más a este comando de élite. A eso se refugia el Sevilla ahora que anda tan en precario. Adriano le puso mucho sal al partido en el rato que estuvo, pero la familiaridad de este gran futbolista con los médicos es interminable. Ni media hora aguantó sano.

El Sporting, siempre de espíritu fogoso, salió al campo como un tornado. Preciado quiso hacer pensar al rival, incomodarlo desde el inicio para sembrar de dudas el campo. La duda es el peor enemigo de jugadores fuera de posición. Apareció entonces De las Cuevas para meter esos balones entre los centrales que se curan con comunicación y mucho tiempo de convivencia en el campo. Ninguna de las dos cosas comparten Dragutinovic y Konko. El ex rojiblanco encontró las cosquillas de los zagueros, pero se frustró con los reflejos de Palop.

Romaric se presentó al partido justo en el momento en el que el agobio ya era preocupante. Curioso el caso del mediocentro africano, que se ha instalado esta temporada en un armario que el año pasado visitó muy pocas veces. Su presentación en el partido le quitó los miedos al Sevilla. Originó esa doble pared entre Navas y Kanouté definitiva.

Sin brillo, los de Jiménez se acomodaron mejor al partido con la ventaja. Kanouté se metió con descaro en el centro del campo, se puso de cara a la portería de Juan Pablo y miró por los espejos laterales. Por los dos carriles pasaban una y otra vez como cohetes tanto Navas como Perotti. Durante una hora, las contras pudieron dejar el resultado finiquitado

Tanto desperdicio lo aprovechó el Sporting para meterle pimienta al final del encuentro. Otro balón metido a la espalda de Dragutinovic hizo estallar la bomba. Con dificultades, el Sevilla consiguió aguantar el acoso y se llevó el triunfo.

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