“Es una fuerza de la naturaleza, lo más bestia que he visto” (vídeo). Miguel Clemente es preparador físico, lleva casi 20 años trabajando con deportistas y nunca antes, ni siquiera cuando trabajaba en el Barcelona, se había topado con un físico tan dotado para el baloncesto como el de Serge Ibaka.
Serge Ibaka mide 2,08 m., tiene 18 años, una fuerza extraordinaria y, hasta hace cuatro días, un engorroso problema legal que le impedía jugar con el CB L’Hospitalet, su club actual. El mismo que la semana pasada, por gracia de la FIBA, tuvo que desembolsar el equivalente al 10% de su presupuesto para conseguir que, el pasado viernes, finalmente, Ibaka pudiese formar en su cinco titular.
El oscuro papel de la FIBA
El máximo organismo del baloncesto ha jugado al gato y al ratón en una historia que mezcla falsos agentes, duplicidad de contratos y promesas espurias. Las que un tipo sin demasiados escrúpulos le hizo a Ibaka en el Congo, su país natal, en diciembre del año pasado.
Entonces, el joven soñaba con salir del país para triunfar y “llegar a ser como Garnett”. Su nombre ya estaba en la lista de algunos ojeadores de la NBA, que le habían visto exhibirse en la Copa de África júnior. Y en la del CB L’Hospitalet, que gestionaba su contratación a través de Ufirst, la agencia española que posee sus derechos y gestiona su carrera.
Pero el supuesto agente se adelantó. Aprovechando el precario estado de salud del padre de Ibaka –en prisión por motivos políticos– y sin el permiso de la Federación congoleña, se lo llevó al Prissé Mâcon, un club de quinta fila francesa, donde tampoco jugó. Cansado de su situación y aconsejado por Anicet Lavodrama, el ex jugador del Oar Ferrol que trabaja para los Cavaliers y también para Ufirst, Ibaka decidió recalar en L’Hospitalet.
Menor de edad aún, el muchacho desconocía que el club francés le había engañado de nuevo al hacerle firmar el documento de su supuesta liberación. Así que, después de un verano triunfal por los campus de la NBA –estuvo en Las Vegas y en Nueva Orleans–, llegó a L’Hospitalet y se encontró con que tampoco podía jugar. Según la FIBA, que le concedió el transfer para disputar un partido y luego se lo retiró, había duplicidad de contratos.
Pero el potencial de Ibaka es tal que L’Hospitalet se rascó el bolsillo para comprar su libertad al Mâcon. El club catalán, que milita en la LEB, sabe que cuenta con un jugador que aparece en el número 11 en las previsiones del próximo draft. El salto puede hacerse esperar un año, pero, por si acaso, una gran firma deportiva ya se ha asegurado su contratación.
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