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Los años también pasan para Luis Milla (Teruel, 1966), el hombre que durante años opositó como sucesor de Del Bosque en la selección. El muchacho que descubrió Cruyff contra pronóstico. El futbolista que tenía un termómetro en la cabeza. Hizo carrera en Barcelona, Real Madrid o Valencia con sensatez y poca vanidad. Su relación con el gol fue nula. Sin embargo, con la pelota era fantástica. “Yo hacía mejor al equipo”. Ahora, a los 49 años, dirige al Lugo, quizás su primera gran experiencia como entrenador de club. Un escenario silencioso, poseído por las buenas intenciones. Allí vive ahora Luis Milla que descarta que “eso sea un exilio”. “Al contrario”, matiza. “Es una oportunidad de trabajo. Hoy en día, trabajar está muy duro: hay que valorarlo todo”.
Pregunta. Era difícil imaginar el Lugo para usted tan apartado, tan lejos del centro
Respuesta. La suerte es que pueda estar aquí. Mi última experiencia había sido en Emiratos Árabes. Hay cantidad y calidad de entrenadores y cada vez es más difícil que a uno le llamen los dueños de un equipo y le digan, “hemos pensado en ti como entrenador”, y a mí me ha pasado en el Lugo.
Ha vuelto al fútbol pegado a la tierra. ¿Uno se acostumbra rápido?
No, porque nunca salí de él. Siempre tuve presente lo que me permitió llegar a la elite: yo arranqué en este fútbol. Jugué en el Teruel en Tercera división. He tenido que sacarme el título de entrenador, trabajar con la base del Valencia.... Nunca me separé de mis orígenes. Nadie me regaló nada.
Fue un futbolista de equipo grande. ¿No lo es como entrenador?
No sé dónde está la diferencia. Mire ahora en el Lugo, está claro que no es un equipo grande y que se puede trabajar tranquilo. Pero resulta que los jugadores viven por y para el fútbol y que yo voy a estar expuesto a los resultados y ellos dirán... Porque, en realidad, el fútbol es igual en todas partes. Siempre se mueve a corto plazo.
El fútbol también tiene poca memoria. Hubo un tiempo en el que se hablaba de usted como sucesor de Del Bosque en la selección
"Mi paso por la Federación fue una época en la que Fernando Hierro apostaba por mí como director deportivo. Fueron tres años magníficos, pero una vez que se marchó él ya nada fue igual"
Sí, fue una consecuencia de lo que hice en las selecciones inferiores, llegamos a ser campeones de Europa y más cosas. Pero, sobre todo, fue una época en la que Fernando Hierro apostaba por mí como director deportivo. Fueron tres años magníficos, pero una vez que se marchó él ya nada fue igual. Los seleccionadores que estábamos nos sentimos desamparados.
¿Y eso tuvo su culpa en el fracaso de los Juegos Olímpicos de Londres de la selección que usted dirigió?
Pudo tener su parte de culpa, sí.
Nadie veía ese fracaso. Aquello acabó con su etapa en la Federación
Sí, pero es que de todos modos, ya nada era igual. La marcha de Fernando lo cambió todo. Él era un hombre que sabía cómo manejar a las categorías inferiores, pero una vez que se marchó…, ya no era cuestión de un mal resultado, sino de un estilo.
¿Entonces Fernando Hierro es tan imprescindible para la selección?
Para mí, sí. La época que yo conocí, sí, no tengo ninguna duda. El fútbol español no se puede permitir el lujo de perder a un hombre así que tiene esa jerarquía, esa experiencia o que ha pasado por casi todos lados. Sin ir más lejos, el último año en el Madrid como segundo entrenador… A la hora de la verdad, todo suma.
Son las vueltas que da la vida. De jefe en la selección, Hierro pasó a ayudante de Ancelotti en el Madrid. Qué cosas
Pero es la prueba de que si uno es válido puede estar en todas partes, sabe acoplarse, el fútbol nos exige eso. No puedes quedarte en una sola cosa. Un hombre de fútbol siempre pasa por fases y cada una tiene lo suyo, yo mismo no puedo comparar esta experiencia en el Lugo a la de la selección donde no tenía el día a día…. ¿Qué es mejor esto o aquello? Pues no, en unas cosas una y en otras otra.
En su época de futbolista, Santiago Segurola escribió de usted: “Milla nunca ganará un partido, pero tampoco lo perderá”
"Creo que lo que quiso decir Segurola es que yo era un futbolista que no hacía ruido. No iba a ganar ese partido, pero sí iba a hacer mejor al equipo"
Sí, puedo estar de acuerdo. Creo que lo que quiso decir Segurola es que yo era un futbolista que no hacía ruido. No iba a ganar ese partido, pero sí iba a hacer mejor al equipo. Quizá porque mi capacidad era esa. Yo hablaba del equilibrio antes que del gol.
¿En su equipo también existe Luis Milla?
Sí, siempre. Es más, no concibo el fútbol sin un jugador como fui yo, sin un mediocentro que sepa leer el partido, encontrar el equilibrio…, y sí, claro, en mi equipo siempre tiene que haber un futbolista así.
Si los entrenadores hablan tanto del equilibrio, ¿por qué el mundo del fútbol está tan desequilibrado?
No entiendo
Si le parece, hablamos de lo que ha pasado con De Gea este verano. Fue uno de los porteros en las selecciones que usted dirigió
"Me preocupa que De Gea haya tenido una idea, que haya luchado por ella y que no haya podido llevarla a cabo"
Sí, claro, pero no sé lo que le voy a poder aportar yo… Sí le conozco y me preocupa como pueda quedar De Gea. Me preocupa que haya tenido una idea, que haya luchado por ella y que no haya podido llevarla a cabo. Me preocupa porque yo sé de lo que habló. En mi época viví algo parecido cuando dejé el Barcelona para fichar por el Madrid y sé que es duro.
La diferencia es que usted encontró el final feliz
Pero tampoco lo pasé bien. No sabía lo que iba a pasar. Me tiré un tiempo sin jugar y me parece que por culpa de eso me perdí un Mundial. Y ya no sólo era eso, sino que tu propia conciencia te decía: ‘si haces esto, no vas a jugar’. Pero era lo que quería hacer para conseguir lo que quería.
¿Y eso le marca a uno para siempre?
Al final, todo pasa y todo cambia… Pero no sé en el caso de De Gea, porque tiene que cambiar él y cambiar el entrenador…
¿Aun así sigue siendo maravilloso ser entrenador?
Yo creo que sí, porque te permite seguir viviendo de lo que te gusta… Ya no puedes jugar y lo más parecido que encuentras a es lo de entrenador y eso es maravilloso y se lo digo en un día malo para mí. Ayer mi hijo, que juega en el Gijuelo, sufrió una lesión importante de rodilla y llevo todo el día esperando que sepa la gravedad real. Estoy que no me tengo.
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