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Intercambio de golpes

El Atlético, tras adelantarse dos veces en el marcador, obtiene un valioso empate en Mestalla

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

A puro contragolpe, mediante un zapatazo lejano, de cabeza al saque de un córner y en un remate de goleador racial. Así resolvieron Valencia y Atlético, en una sucesión de golpes de todos los colores durante media hora escasa, su primer asalto de los cuartos de final de la Liga Europa. El 2-2 premia la mayor ambición local y la valentía visitante. Los levantinos quisieron ganar siempre; los madrileños no renunciaron nunca.

La desesperación de dos equipos atormentados, en permanente búsqueda de la última oportunidad de éxito, espoleó de salida a Valencia y Atlético. Contagiados por el ambiente infernal y decididos a matar o morir, ambos arrancaron desbocados. Se quitaron la careta y en quince minutos frenéticos se exhibieron tal como son.

Esos 15 minutos de brutal naturalidad dicen más de uno y otro que mil insulsos partidos de artificio. Por si no lo estaba, quedó claro que sus defensas son transparentes y frágiles como el cristal. No aguantan un envite. Y si los delanteros contrarios se ofuscan, ellos se encargan de brindarles una oportunidad tras otra. Ahí empiezan y ahí concluyen las similitudes. Los que pretenden vender una falsa similitud entre los atacantes del Valencia y el Atlético quedaron ayer retratados.

La desesperación de dos equipos atormentados les espoleó de salida

Actualmente, el conjunto de Quique Ramos es, en ese aspecto, el Kun. Nada más. Forlán puede marcar trescientos goles, pero su contribución al fútbol colectivo, su conexión con el resto y la sensación de peligro que transmiten son nulas. Agüero, en cambio, ratonea arriba y abajo a la caza de una pelota que convertir en magia. Se siente tan solo ante el mundo que, encorajinado, hace un regate tras otro hasta que, o firma cada noche el gol del siglo o la pierde.

Emery, en cambio, si cuenta con una poderosa línea delantera, Pablo, Silva, Mata y Villa son argumentos ofensivos al alcance de muy pocos entrenadores. Cuando se conectan al fútbol, las variantes tácticas crecen hasta el infinito. Si se ponen eléctricos, las botas de este cuarteto dibuja diagonales, paredes, desmarques, pases imposibles y remates mil. Todo precioso, pero inútil si no se obtiene rentabilidad, especialmente en una eliminatoria donde los goles lo son todo.

Emery cuenta con un cuarteto de atacantes al alcance de pocos

Los valencianos martillearon una y otra vez, sin tino, la portería de De Gea, que se rehizo como si nada de un error inicial que estuvo a punto de costarle caro. Los madrileños respondían con menor frecuencia, a latigazos esporádicos. Si Pablo Hernández se trastabilló tras quedarse sólo después de regatear al portero, Simao estrelló una rosca letal al larguero de César.

Apagado el furor inicial, el Atlético se tomó un respiro. El Valencia levantó el pie, pero incrementó su dominio y buscó infructuosamente el gol.Luego, tras el descanso, unos y otros afinaron los golpes y, en una sucesión espectacular de lances. 

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