Este artículo se publicó hace 14 años.
Inmigrantes en campo contrario
Las vivencias como hinchas de un dominicano culé en Madrid y un paquistaní merengue que reside en Barcelona
A la sombra de las colmenas de La Concepción, Milos restriega vacilón su barcelonismo al madridismo del barrio. Inmigrante, dominicano, del Barça y en Madrid. El cóctel podría ser explosivo, pero ha logrado imponer su vivaracha personalidad. "Todos saben que soy del Barça. Me llevo bien con todo el mundo, pero cuando pierde no salgo porque se meten conmigo. Eso sí, cuando gana estoy a las seis de la mañana comprando la prensa y empiezo la ronda con los madridistas", cuenta entre carcajadas.
En los años que lleva luciendo barcelonismo, Milos se ha convertido en todo un personaje barrial con su particular ruta de la victoria. "Los lunes voy al bar, al panadero, al frutero Había un carnicero que se jubiló y siempre iba a comentar la jornada con él. Era del Atleti, un aliado, porque este es mi segundo equipo. Los del Madrid son muy chulos y yo no quiero nada con ellos. Nunca me llamó la atención. Pa chulo yo", esgrime con altivez castiza y pausa caribeña.
Antes de acomodarse en 1998 entre esas cuadrículas residenciales en las que Almodóvar le reventó una quijada costumbrista al machismo en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Milos vivió en Majadahonda, uno de los primeros asentamientos de dominicanos en Madrid. Corría el año 1991 y por entonces añoraba a Las Águilas de Sibaya, "el Barça del béisbol dominicano". "Aquí no podía ver el béisbol". No le quedó otro remedio que aficionarse al fútbol: "Fui metiéndome poco a poco y descubrí una manera muy bonita de jugar, que era la del Barça. Gracias a Dios todavía siguen jugando así. Me enamoré como uno se enamora de una chica buena. Eran todos grandes jugadores, Stoitchkov, Guardiola, Romario ¿Quién no se enamora de un equipo así?". El Barça le ha dado grandes réditos a Milos en su particular ruta de la victoria. "A un frutero le saqué 500 euros en una apuesta", cuenta entre carcajadas, aunque lo normal es que apueste "platos de jamón y algún que otro vino". Algunos de los que aceptan sus desafíos culinarios se quejan de que "él no los paga cuando pierde". Milos tiene nostalgia de su país, pero ya no perderá el gusto por el fútbol. "Me tira la tierra, pero me construiré un campo de fútbol. Ahora allí los chicos lo están practicando, creo que el Madrid tiene una escuela, tendré que poner yo una del Barça para hacerle la contra", ironiza Milos, que sueña con ver en directo cómo el Barça levanta la Copa de Europa en el santuario del madridismo: "En casi 20 años que llevo aquí sólo he ido a Vallecas y al Calderón. El Bernabéu me da grima, pero si consigo una entrada estaré allí. Puede ser algo histórico. Este Barça es mejor que el de Cruyff".
Este Barça, como el de Cruyff, anima el espíritu rebelde de Asam Ali, que aterrizó en Barcelona en 1997 para descubrir el fútbol y hacerse del Madrid "para llevar la contraria". "Ya sabe, en toda familia tiene que haber una oveja negra", bromea este paquistaní que, obligado a abandonar el cricket con apenas 14 años, abrazó la fe futbolística por el camino menos ortodoxo. Sus tres hermanos, uno mayor y dos más pequeños, habían optado por la religión culé; en el colegio, la mayoría de compañeros eran del Barça. Asam echó un vistazo a la historia, decidió que el Madrid era "el mejor equipo del siglo" y emprendió su particular cruzada familiar. Por entonces, el Madrid le permitía dulces tardes de recochineo entre compañeros y hermanos, con la Liga de Capello, la séptima de Heynckes, la octava de Del Bosque... "y la llegada luego de Zidane, un genio, el eje del equipo, el futbolista que lo hacía funcionar y jugaba como los ángeles". Eran buenos años para la militancia merengue. Orgulloso, Asam se enfundaba su camiseta del Madrid y, junto a sus amigos, la mayoría del Barça, algunos del Madrid, se plantaba en la explanada del Arco de Triunfo para disputar la pachanga futbolera que acabó sustituyendo definitivamente al cricket.
La tradición se mantiene, aunque las tornas hayan cambiado y en los últimos años a Asam le haya tocado aguantar la rechifla de sus hermanos "sobre todo del que me sigue, que es un forofo: pesimista cuando el Barça pierde, de los que se sube a la parra cuando gana" y las miradas risueñas de los culés cuando le ven entrar en Casa Joan para seguir el partido. "Pero este año chincho yo, que ya nos toca. El mejor Barça de la historia tiene los mismos puntos que el Madrid, que no ha perdido en casa. Y si algo nos sobra, es gol", advierte, confiado, Asam.
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