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El futbolista que casi nadie sabe imitar

A sus 22 años, De Marcos se ha consolidado esta temporada como uno de los jugadores clave en el renovado Athletic de Bielsa

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Hay semejanzas entre el Athletic de Clemente, que fue campeón en los ochenta, y el de Bielsa, que disputará la próxima final de Copa tras eliminar en semifinales al Mirandés. Hay semejanzas, como la idea de repetir casi siempre el mismo once. Y hay más, porque aquel Athletic también era un equipo de talento, con gente como Sarabia, Argote, De Andrés o Urtubi. Pero entre los dos existe una diferencia. En aquel Athletic no existía un futbolista con un contenido tan amplio como De Marcos, capaz de jugar en los dos laterales, en los dos extremos, de mediocentro, de mediapunta y de delantero centro. De momento, la única posición que no ha probado es la de portero o central. El resto lo ha vivido todo. Y sin anarquía que descuente su mérito.

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En realidad, De Marcos es el futbolista total. Un tipo de acción, como las películas que le gustan. También es un reflejo de los nuevos tiempos, en los que se juega tan rápido. Y quizá lo sea de una clase de futbolista de los que nacen uno o dos cada década. Tiene un cuerpo que se lo permite y una idea del fútbol que no se limita a una sola posición. Pero su vocación no era esa. Nació como futbolista de ataque en el Alavés. "No es Onésimo ni Messi", declaró Sergio Ezpeleta, uno de sus técnicos, "pero tiene un buen regate y de medio campo para arriba puede jugar en cualquier lugar".

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Juegue donde juegue, su clave será la misma: tener la pelota

El día que Caparrós le ordenó jugar de lateral derecho cambió todo. Primero, se asustó. "¿Cómo voy a jugar de defensa si no he robado un balón en mi vida?". Pero no pidió protección policial. Eligió escuchar al entrenador para aprender a defender. Cuando llegó Bielsa, De Marcos ya tenía esa ventaja. Era lo único que le dejaron los dos últimos años en los que tuvo una publicidad mínima. Vivió banquillo a manta. Sólo jugó 1.436 minutos en dos temporadas.

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Ante la llegada de Bielsa, el futbolista se puso en lo peor: "¿Seré yo uno de los descartes?". Su optimismo no tenía motivo. "Me veía tan suplente...". Pero en el mes de febrero ya ha superado los 2.500 minutos entre Liga, Copa y Liga Europa. El mundo ha encontrado un futbolista importante. Valdano ha dicho que no ha visto "nadie tan inteligente a la hora de desmarcarse" como él. Cañizares lleva tiempo "esperando que haga un partido malo". Pero no lo hace De Marcos, que ya no siente escalofríos al escuchar las intenciones de Bielsa.

A sus 22 años ha jugado por la derecha y por la izquierda, arriba y abajo. Un día es Susaeta. Al siguiente, Aurtenetxe, o Muniain, si llega al caso. Pero esa no es la clave de ser mejor o peor. La clave es tener la pelota, que es lo único que piensa De Marcos, porque "así se defiende menos". Fue algo que no dudó nunca. Nació como delantero. Con esa idea fichó por el Athletic, que pagó 360.000 euros al Alavés.

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Bielsa se refiere a él como "un ejemplo que nos invita a imitarlo"

Hoy, sin embargo, ya no se sabe ni lo que vale. Sí que su contrato ha pasado de 150.000 euros por temporada a 500.000 netos. Un dinero que tampoco ganaba ninguno de los once titulares del Athletic de Clemente que ganó dos Ligas. Pero esa es otra de las diferencias con los ochenta. De Marcos cada día se exige más. "Tengo que mejorar muchísimo de cara al gol". Eso no significa que se postule para delantero centro del Athletic. Y no porque no pueda, sino porque está Llorente. "Sólo es centrar un poco bien y él siempre hace bueno el pase", recuerda.

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Llorente, precisamente, no entiende que De Marcos no se canse más. "Mi cuerpo es diferente al suyo", justifica el futbolista, cuya tasa de kilometraje rebasa los 14 por partido, y da la impresión de que para él no existe el minuto 90. Otra cosa es la realidad de De Marcos, que sí pasa "por momentos de ahogo" que compensa "haciendo más pases". Y toda esa hambre es lo que ha provocado que Bielsa se haya rendido a él: "Un ejemplo para todos que nos invita a imitarlo y nos obliga". Quizá se refiera a los futbolistas que se enfadan si no juegan donde quieren. Y no son tan pocos.

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