Este artículo se publicó hace 14 años.
Un bautizo sin nombre
El primer monoplaza español en la historia de la Fórmula 1 y sus dos pilotos, presentados hoy en Murcia
De la fiesta a la tumba. Se esperaban pompas, fastos, un ambiente cercano a la opulencia en la presentación del coche del primer equipo de Fórmula 1 español. Del bólido del Campos Meta se mantiene este nombre en las actas del Consejo Mundial a la espera, no asegurada, de poder registrar Hispania Racing F1 Team, como explicó Carlos Gracia, el mandamás de la Federación Española. Pero no todo fue brillo en el espectáculo.
Por el ambiente se intuía cierta aspereza. En el inicio, la presencia apartada de Gracia y Adrián Campos, el otrora mecenas del equipo y hasta ahora sin sitio en los focos, levantaba sospechas en una conversación casi furtiva, con confidencias que, tras los actos, el de Alzira confirmaba a Público: "Todo esto lo esperaba de otra forma, pero la vida hay que tomarla como viene", señaló.
La venta de sus acciones a José Ramón Carabante evidenció que su salida de las bambalinas dejaba entrever una actitud forzada por las circunstancias. Dolido, lamentaba haberse hecho fuerte sobre una cruzada que le terminó devorando: "Acabé muy quemado, demasiado. Era un momento en el que ya no soportaba la situación. Descansé con la decisión", argumenta Campos. Esta salida deja una sensación de encubrimiento. Parece que está, como señalaba Carabante en la presentación: "Va a seguir colaborando conmigo como vicepresidente de la compañía, sobre todo en la puesta en marcha del equipo en Murcia". Pero su papel se advierte muy lejano a la escenografía que mueve este circo. Campos perdió su protagonismo en la gestación, en un día a día que le alejó de las promesas que le inundaban. Es por ello muy claro cuando reconoce que "solamente puede agradecer su apoyo a una persona, a Gracia, el único que me ha ayudado". Con buen gobierno y mano izquierda incluye en otro aspecto a Carabante: "Ha hecho muy bien su trabajo creyendo en el proyecto y estando conmigo en los momentos difíciles, pero al que agradezco su apoyo personal es a Gracia".
Antes, en el bautizo ante los flashes, interpretaba un papel secundario, alejado de un estrado copado por los pilotos Bruno Senna y el indio, presentado ayer, Karun Chandhok, a los que secundaban el patrón de la escudería, Carabante, el presidente de la Federación Española, Carlos Gracia, el mánager general, Collin Kolles, y un representante político de la Región de Murcia, que patrocina con tres millones anuales un chasis con unos escuetos adhesivos. Todos representaban su papel. Sorprendió el del nuevo jefe sobre el asfalto, el alemán Kolles, zigzagueando respuestas irónicamente: "Este coche no es un McLaren, pero somos más rápidos que Lotus". Carabante, como protector de la inversión, llevó la palabra dejando sentencias contra los que desconfiaban del proyecto: "Se ha ganado al escepticismo. Muchos veían esto como una utopía . Nos falta experiencia, pero el hecho es haber logrado estar en la parrilla. Estar ahí ya es un triunfo", sentenció.
Con Bahrein al final del corto camino, los dos pilotos, que ya compartieron equipo en GP2, son optimistas, aunque el lastre de no haber pilotado todavía el coche puede pesar. "El coche no se ha probado, no ha habido tests, acaba de terminarse. Se probará en la primera prueba", desvelaron. Chandhok, que llega con varios patrocinadores asiáticos, era contundente: "Las cuatro primeras carreras antes de llegar a Europa son complicadas. No tenemos más cartas sobre la mesa". Senna, su compañero, era más conciso: "Somos un equipo que, siendo novato, deberá trabajar el doble que los demás".
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