Este artículo se publicó hace 2 años.
'Todo a la vez en todas partes': súperpoderes femeninos contra la fatiga empática
Los Daniels (Daniel Kwan y Daniel Scheinert) firman una de las bombas sorpresa del año, una película-milagro, divertidísima, demencial, imprudente y gamberra, que reivindica los súper poderes de las mujeres y de la empatía para salvar al mundo del caos y la violencia.
Madrid-
Antes de la era Trump y de la pandemia, Daniel Kwan y Daniel Scheinert, conocidos como los Daniels, ya se sentían "abrumados" por la degeneración y la confusión globales. ¿Qué estaba pasando en el mundo? ¿Cómo era posible que las cosas empeoraran aún más? "Todos intentamos procesar la sensación de un trasfondo de fatalidad, de un trasfondo de caos". ¡Luego llegaron Trump y la pandemia! Y los Daniels, como la mayor parte de la humanidad intentaron, con más ahínco si es posible, entender este mundo moderno.
La válvula de escape "para la ansiedad que nos produce vivir ahora en este planeta" fue su nuevo largometraje, Todo a la vez en todas partes, una delirante película de aventuras, de viajes en el multiverso, de hilarantes y extravagantes escenas de acción y artes marciales, de deudas con Hacienda, familias a punto de descomponerse, salvajes brechas generacionales y nimias decisiones que pueden cambiarlo absolutamente todo…
Es una película-milagro, gamberra y salvaje, divertidísima, que juega enloquecida en decenas de universos paralelos, ocurrente y genial, puro entretenimiento y con un interesante poso filosófico y una mirada, finalmente, ilusionante y definitivamente "amable". La película, además, exhibe una felicísima imprudencia, mandando al carajo lo 'políticamente correcto', y plantando cara a las producciones multimillonarias de superhéroes y a las repetitivas convenciones del cine. Y arranca con una asfixiante deuda con Hacienda.
Inesperada y demencial
Bomba sorpresa en EEUU, donde la película ha roto todas las barreras de público y de taquilla que se esperaban. También es cine con grandes estrellas como Michelle Yeoh (Tigre y dragón, Memorias de una geisha), la conocidísima Jamie Lee Curtis o el veterano James Hong (Blade Runner, Golpe en la pequeña China), con resucitados para la gran pantalla, como Ke Huy Quan, que tras Indiana Jones y el templo malito y Los Goonies cuando era un niño, desapareció, y con recién llegados como la joven actriz Stephanie Hsu, una de las más sugerentes promesas del cine americano de hoy.
Todo a la vez en todas partes es una aventura inesperada y demencial de una mujer chino-americana, Evelyn, propietaria y trabajadora incansable en una lavandería que se derrumba, hastiada de la vida con su marido, hija agobiada por la mirada censora de su padre y madre descolocadísima con la vida de su hija queer.
Desencantada con todo, Evelyn está al mismo tiempo preparando la fiesta del Nuevo Año Chino, recibiendo a su padre, que tal vez se quede a vivir con ella, intentando convencer a su hija de que no diga a su abuelo que su novia es su novia, esquivando los papeles del divorcio con los que le persigue su marido y haciendo frente a una reclamación de Hacienda que amenaza con cargarse su negocio. Y de un instante para otro, Evelyn es una súper heroína, la elegida para salvar al mundo de la maldad infinita de Jobu Topaki y "devolverlo todo a como debería ser".
Diferentes versiones de una misma
Saltos entre universos dispares, algunos bastante desquiciados; peleas estrambóticas donde las armas son riñoneras, fregonas, consoladores gigantes o tampones de oficina insertados en el culo…, viajes a recuerdos del pasado y expediciones por las vidas de Evelyn si no se hubiera casado, si hubiera sido una actriz como siempre soñó, si… rodean al personaje con una extraordinaria sensación de infinito y poniendo antes sus ojos "todas las vidas que hubiera podido vivir".
Diferentes versiones de uno mismo, especialmente apropiadas para describir a tantas mujeres —madres, hijas, esposas, profesionales…— de hoy, que en este caso además apuntan a una mujer que abandonó a su familia y su país, China, para buscar una vida mejor en EEUU y que ahora ve cómo su hija, que vive con la estabilidad que ella no tuvo, se ha convertido en alguien absolutamente incomprensible para ella.
En medio de ese caos, de esa realidad de múltiples universos donde hay tantas cosas por las que preocuparse y por las que sentir dolor, la malvadísima Jobu Topaki "es la manifestación de esa extraña brecha generacional". Y esos universos paralelos "son una metáfora de internet", explica Daniel Kwan en las notas de producción de la película. "Crecimos con la aparición de internet; nos afectó, nos moldeó para ser como somos ahora, y nuestros padres intentan ponerse al día. A partir de ahí se nos ocurrieron las metáforas más enormes, más complicadas e hiperbólicas en torno a la brecha generacional para plasmar los errores de comunicación y las diferencias ideológicas en el seno de una familia".
La declaración de la renta
Con referencias a 2001: una odisea del espacio, Deseando amar y Ratatouille, la película, haciendo honor a su título, mezcla géneros —ciencia-ficción, acción, thriller, drama familiar, comedia…— y dispara decenas de ideas. "Al final, es la historia de una madre que aprende a prestar atención a su familia en medio del caos" o la de una mujer intentando hacer la declaración de la Renta. Una u otra, Todo a la vez en todas partes es la realidad de millones de mujeres del planeta y "una metáfora de lo que estamos viviendo ahora, con esta sobrecarga de información".
Es el fruto del desasosiego de saberse en un mundo donde la empatía cada día es más escasa y en el que va ganando la violencia. "Creemos que la fatiga empática se apoderó de nosotros con el covid, pero me parece que había llegado mucho antes. Hay demasiadas cosas por las que inquietarse y que hacen daño, tantas que perdemos el hilo. Esa fue la clave para hacer que la película girara en torno a la empatía en medio del más puro caos".
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