madrid
Agosto termina y unos cuantos miles de ciudadanos han pasado sus vacaciones de verano en la ciudad. El 32,32% de los hogares no puede escapar una semana de vacaciones, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Son "hermanos" de canícula urbana de algunos personajes del cine especialmente singulares.
"Los mejores habitantes de Roma son los turistas". Y de éstos, los más originales son los turistas patrios. Jep Gambardella, ese gran cínico, testigo privilegiado de la banalidad del mundo y de la decadencia de la bella Europa, es el "jefe" de los romanos que pasan sus días y sobre todo sus noches de agosto en la ciudad eterna. "El rey de los mundanos" reúne a su alrededor a toda la canalla romana en magníficos palacios y villas, en fiestas sin fin, por las que él pasea indolente buscando La grande bellezza.
Heredero del irrepetible Marcello Rubini de La dolce vita de Mastroianni y de Fellini, el personaje que creó Paolo Sorrentino en 2013 contempla el desfile de tipos poderosos e influyentes, campeones de la banalidad, en sus delirantes noches de agosto.
En el trastevere
Mucho menos sofisticado y distinguido es el ambiente en el que Gianni pasa los días de más calor del verano. Sus Vacaciones de ferragosto en el barrio del Trastevere las dedica a cuidar de su madre, de su tía y de la madre del administrador de la finca en la que vive, mujeres ya viejas que, contra todo pronóstico, son las que llenan sus días de vitalidad y de frescura.
Con sus veteranas actrices, de entre 85 y 93 años, Gianni di Gregorio dedicó su debut como director (mejor ópera prima en Venecia) a los quince días de agosto preferidos por la inmensa mayoría de los mortales para escapar de la ciudad y disfrutar de vacaciones. "Quería hablar de la tolerancia entre distintas generaciones y de que aun cuando tienes cien años tienes derecho a tener tu libertad y dignidad. También quería hablar del dinero, porque en el cine parece que todos son ricos, tienen grandes coches, grandes casas, ¿pero de dónde lo sacan? Eso no es así".
"No se corte. ¡Riégueme!"
Desde luego su personaje no tenía un duro y por eso pasaba la quincena de agosto por las calles de Roma. No era el caso de Pablo Quintero, inspirado Eusebio Poncela en La ley del deseo (Pedro Almodóvar, 1987). Director de moda del cine y el teatro, acaba de estrenar El paradigma del mejillón y ahora planea pasar el verano en Madrid preparando su próximo proyecto. Con él se quedarán su hermana transexual, Tina, y Ada, la hija de su amante lesbiana. Ninguno se esperaba la aparición del obsesivo y peligroso Antonio en sus vidas.
Ninguno, ni Poncela ni Carmen Maura ni la entonces muy pequeña Manuela Velasco, se imaginaban tampoco que una de las escenas de esta película quedaría impresa en oro en la leyenda almodovariana. Es, por supuesto, la de la manguera en la calurosa noche madrileña, con Carmen Maura implorando: "¡Vamos! ¡Riégueme! No se corte. ¡Riégueme!". Tiempo después, Almodóvar confesó que Susan Sontag le había dicho que esta secuencia era icónica y que la había comparado con la del vestido al aire de Marilyn Monroe en La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955).
¡Bienvenidos a Marte!
En aquella película, la chica (Marilyn Monroe) confesaba a su vecino de abajo que cuando hacía calor guardaba su ropa interior en la nevera. En medio del infernal agosto en Nueva York, estos eran comentarios inocentes que subían bastante la temperatura de Richard Sherman, que seguía trabajando en la ciudad mientras su mujer y su hijo pasaban las vacaciones en la costa de Maine.
De vuelta a Madrid. Ni por trabajo ni por dinero, Eva decidía pasar treinta días de agosto en Madrid, en el céntrico apartamento de un amigo, dejando simplemente pasar la vida. Las verbenas que se celebran en esas fechas y la manera en que los que se quedan en la ciudad las disfrutan fue el arranque de esta película, La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2019), que se mereció una Mención Especial en el Festival de Karlovy Vary.
"Agosto es un momento de profundización, casi de tiempo de excepción (…) agosto quizá sea el único mes de relajación real, de menos presión hacia uno mismo. Puede ser un momento para el hedonismo, pero también para reflexionar y replantearte cosas", decía el director en una entrevista tras el estreno de la película, un trabajo que, en sus palabras, iba de "una magia que viene con el verano".
Y, regreso al inicio, a la monumental Roma y a unas vacaciones inolvidables para el periodista americano Joe Bradley y para la joven princesa Ann (Vacaciones en Roma, William Wyler, 1953). Unos días que nunca se borrarán de su memoria y que son muy reales, no como los de los clientes de Rekall, con recuerdos implantados artificialmente para pasar unas vacaciones virtuales en el planeta Marte –"Bienvenidos a Marte"– Viaje de verano que quería hacer Doug Quaid (Arnold Schwarzenegger, en Desafío total), que vio en esta oferta la posibilidad de pasar de un modo diferente su verano en la ciudad.
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