Este artículo se publicó hace 13 años.
Tom Fernández conquista Málaga a lomos de un par de Lemmon y Matthau
La comedia '¿Para qué sirve un oso?' cosechó los premios a mejor director, mejor actriz de reparto y mejor montaje
Cuenta Tom Fernández (Oviedo, 1971) que cuando compara con Jack Lemmon y Walter Matthau a Javier Cámara y Gonzalo de Castro, estos se cabrean mucho. Y a él parece no importarle demasiado porque volvió a ponerlos a la altura de la extraña pareja en una conversación con Público. "Son dos excelentes actores, porque hacen lo más difícil, que considero que es la comedia, transmiten una ternura increíble", resumió el artífice de la mezcla, un Billy Wilder a lo asturiano.
Recibió el premio al mejor director en el Festival de Málaga de Cine Español por la comedia ¿Para qué sirve un oso?, que sumó dos galardones más: a la mejor actriz de reparto, para Geraldine Chaplin, y al mejor montaje, para Ángel Hernández Zoido. "Estoy muy orgulloso por la película pero, sobre todo, porque he trabajado con actores soberbios, como la propia Geraldine, con un personaje hecho a su medida", afirmó.
La cinta, protagonizada por Cámara y de Castro, explota hasta niveles insospechados la química entre ambos actores, puesta a prueba ya con éxito en la serie 7 vidas o en La torre de Suso, por la que Fernández estuvo nominado al Goya en 2008. "Y todavía se puede explotar más porque cuanto más les aprietas y subes el listón, más saltan ellos", insiste Fernández, que ha lanzado a los cines una bomba de risa con el tono sarcástico de Guillermo (Javier Cámara) y el carácter gruñón de su hermano, Alejandro (Gonzalo de Castro).
"El humor es una gran arma para combatir al villano", dice Fernández
El primero, un afamado biólogo, descubre un brote vegetal en mitad de un glaciar y pierde la fe. Si el cambio climático es irreversible, ¿para qué luchar?, se pregunta. El segundo, un modesto zoólogo, aguarda incansable el regreso de los osos a su bosque asturiano. ¿Y el villano? ¿Quién es el malo en esta película? "Los malos somos nosotros, que no hacemos los deberes con nuestro planeta; la amenaza está ahí, tenemos que ser nosotros los que pongamos freno a todo lo que está pasando, ser los protagonistas del cambio y no esperar a que unos tipos con traje y corbata firmen protocolos en Kioto", sostiene con la certeza de que todavía existe un arma infalible para casi todo. "El sentido del humor, como el de esta película, es una herramienta muy poderosa para combatir a los villanos", añade tirando para casa.
La película incluye también otra extraña pareja sin más comparación que la que pueda hacerse entre ellas mismas: Geraldine Chaplin y Oona Chaplin. Madre e hija. "Son muy parecidas, muy divertidas las dos, pero a la vez muy diferentes: una es la veteranía y la sabiduría y la otra es la energía pura y el talento en bruto que reinará en grandes películas en Hollywood", resume Tom Fernández. El director asturiano aclara que esta película ha sido mucho más complicada de ejecutar que La torre de Suso. "Durante el rodaje en un glaciar de Islandia, las medidas de seguridad fueron enormes; escuchábamos de todo, que salía un 4x4 y que desaparecía por una grieta", cuenta.
¿Cambiará de registro en su próximo trabajo? "No, voy a seguir haciendo comedia porque considero que es el género más difícil y porque no hay trabajo más bonito que hacer reír a los demás", dice exultante.
Mejor largometrajeEra una de las favoritas del certamen. Cinco metros cuadrados, del director Max Lemcke, ganó la Biznaga de Oro al mejor largometraje. La cinta, que ha llegado sin distribución a Málaga, cosechó también los premios de la crítica al mejor actor para Fernando Tejero, mejor actor de reparto para Jorge Bosch y mejor guión para Pablo y Daniel Remón. "Espero que los premios nos ayuden a salir adelante y a empujar y potenciar la película para que llegue al público", dijo Lemcke en una rueda de prensa tras conocerse la decisión del jurado.
Cinco metros cuadrados' obtuvo el galardón a la mejor película
Cinco metros cuadrados aborda el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y vuelve a colocar en la pantalla a Fernando Tejero y Malena Alterio como pareja en la ficción. Sus planes de boda se truncan después de comprar sobre plano un piso con vistas a la playa cuyas obras se paralizan poco antes de la entrega de llaves.
La cinta cautivó a jurado y crítica por presentar a un héroe cotidiano que lucha por algo tan sencillo, y a la vez tan complejo, como tener una casa digna y un hogar sin demasiadas pretensiones. Tejero, que recibió su primera oportunidad en el cine de la mano de David Serrano en Días de fútbol (2003), con la que obtuvo un Goya al mejor actor revelación, abandona la comedia a la que tiene acostumbrado al público y se enfunda en el drama sin complejos. Su papel puede catapultarlo definitivamente en su carrera cinematográfica.
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