Este artículo se publicó hace 6 años.
'Estamos todas bien', el homenaje en viñetas a las amas de casa del franquismo
La joven ilustradora Ana Penyas reivindica con su primera novela gráfica la historia de toda una generación de mujeres invisibilizadas por la Dictadura. "Ellas siempre estuvieron ahí, a la sombra, con unos roles que les fueron impuestos".
Madrid-
Están y estuvieron siempre ahí. En ocasiones van acompañadas de una suerte de caniche minúsculo, otras a la vera de su Pepe o su Manolo. Sus babis suelen ser floridos, sus rulos caseros y su paso lento pero seguro. Las abuelas de Estamos todas bien (Salamandra Graphic) son las amas de casa del franquismo y fueron las niñas de la guerra. Una generación que la joven ilustradora Ana Penyas ha querido bosquejar observando y grabando a sus abuelas Maruja y Herminia.
"Siempre que se habla del franquismo los relatos les pertenecen a ellos. Y en el caso de que se hable de alguna mujer es por alguna hazaña que pudo acometer. Entendí que ese relato cojeaba porque ellas siempre estuvieron ahí, a la sombra, con unos roles que les fueron impuestos". Quien habla es Ana Penyas, y lo hace en nombre de toda una generación de mujeres relegadas a los cuidados, invisibilizadas, mujeres resignadas a las que nadie nunca preguntó algo tan sencillo como qué quieres ser de mayor.
Penyas lo hizo. "Les pregunté y empecé a empatizar con ellas como nunca antes lo había hecho. Dejé de ver sólo a una abuela y empecé a ver también a una mujer y a una niña". El resultado, mal que nos pese, es la certeza de que nunca cuidaremos como ellas lo hicieron. Y junto a esta evidencia, otra no menos importante, a saber; el silencio al que les sometió la Dictadura y su visión patriarcal de la sociedad. Un silencio por decreto que les sumió en lo doméstico sin posibilidad de escapatoria.
La otra veta de Estamos todas bien ocurre en lo formal. Si obviamos algunas excepciones de los años setenta y ochenta, el reciente repunte de la ilustración hecha por mujeres peca —con honrosas salvedades— de un exceso de azúcar. La propuesta de Penyas, por contra, narra desde lo más prosaico. Con toda la flacidez y toda la anomia de la que es capaz. Sirviéndose de los silencios de sus protagonistas, escribiendo a través de sus elusiones el relato de lo cotidiano.
Y entre boceto y boceto, la nieta va y se empodera: "Para mí esto ha sido también un aprendizaje político. Escuchar y testimoniar sus vidas me ha servido para entender cómo les impusieron unos roles y cómo las carencias que tuvieron les han hecho ser lo que son". Sobra decir que Penyas capta lo que son sin moralinas, conteniendo el ímpetu ideológico propio de la edad, concediendo el espacio y la palabra a las —por una vez— verdaderas protagonistas.
"Soy consciente de que reflejo a unas abuelas prototípicas, las habrá diferentes, no lo niego, pero así las veo yo. Quería plasmar sus frases, anhelos y chascarrillos tal y como son". Y no cabe duda de que lo ha logrado. Penyas ha conseguido con Estamos todas bien el X Premio de Novela Fnac-Salamandra Graphic, uno de los galardones más importantes de nuestro país en este ámbito. "Ha sido un proceso muy lento —confiesa la ilustradora— que empezó queriendo contar un día en la vida de mi abuela Maruja y ha derivado en toda una novela gráfica".
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