'The Beast', la película que augura la catástrofe que puede llegar con la IA
El cineasta Bertrand Bonello se pregunta quién dominará en el futuro más próximo, la Inteligencia Artificial o las emociones humanas, y advierte del peligro de un "vacío total" sin amor y sin miedo.
Madrid--Actualizado a
Algo extraño y probablemente terrible, una catástrofe, va a suceder. El presentimiento de esta inminencia obsesiona a John Marcher, esperando siempre "a que salte la bestia". May Bartram, le pregunta: "¿No estará quizás describiendo tan sólo la expectativa o, en todo caso, la sensación de peligro, común a tanta gente, de enamorarse?"
Henry James planteó en La bestia en la jungla (1903) uno de los dilemas de la condición humana, comprometerse con el amor o seguir un instinto egoísta. El cineasta Bertrand Bonello se apropia ahora del texto del escritor en The Beast. Lo trae a este siglo y se pregunta quién dominará en un futuro muy próximo, ¿la IA o las emociones humanas?
Es 2044, esas emociones humanas se han convertido en una amenaza y el personaje principal, que aquí es una mujer, Gabrielle, tiene que depurar su ADN, volver a sus vidas pasadas y librarse de ellas. En ese recorrido se encuentra con Louis, su gran amor, pero el miedo la paraliza con la inminencia de la catástrofe. Estrenada en el Festival de Venecia, The Beast está protagonizada por Léa Seydoux (mejor actriz en Seminci) y George MacKay.
En esta película usted plantea un futuro que, sin embargo, parece casi la actualidad.
Cuando lo escribí no había aparecido todo esto de la Inteligencia Artificial, tampoco la idea de una catástrofe que aumenta cada día, por eso ahora digo que es una casi distopía.
¿Y le parece mejor o peor su película ahora?
Resulta que la película es mucho más contemporánea de lo que yo esperaba, porque una cosa que podría ser premonitoria ha dejado paso a otra cosa, y el lado angustioso de la película está mucho más presente. Llevo diecisiete meses acompañando la película y me doy cuenta de ello, también de la emoción en los espectadores por la historia de amor.
¿Usted cree que este mundo en el que vivimos va a apostar más por la eficacia o por el amor?
Ahí está toda la parte capitalista del mundo que va a apostar precisamente por la cosa técnica, o sea eficacia, pero, por otro lado, también pensamos y estamos diciendo que hay que apostar por la supervivencia. Y eso es algo bastante más dramático. Porque hay un desastre colectivo, pero cada vez nos damos cuenta de que ese desastre colectivo se vuelve más íntimo, y los dos van unidos.
Se acaba de estrenar otra película inspirada en este texto de Henry James ('La bestia en la jungla', de Patric Chiha), ¿usted vive con esa sensación de que algo va a pasar?
De algún modo. Es la frase del genial Henry James, "una catástrofe va a ocurrir, pero no sé lo que es, tengo ese presentimiento". Es extraordinario en términos de imaginación. Cuando lo escribió dijo que 'la bestia' era también el miedo al amor, pero también era el presentimiento de la guerra del 14. Para mí, es un relato mucho más contemporáneo hoy que cuando fue escrito.
La película habla del mundo de la Inteligencia Artificial y sus posibles consecuencias en la humanidad. ¿Usted comparte las teorías catastrofistas sobre esto?
La relación entre la tecnología y la humanidad es verdad que cada vez me preocupa más. La tecnología es una herramienta que debemos usar para vivir mejor, pero no debemos ser esclavos de la tecnología, y quizá es lo que está ocurriendo cada vez más. Vivir mejor significa también vivir mejor juntos. La tecnología fábrica ante todo una soledad extrema.
¿Y cómo está influyendo la tecnología en el cine? En su cine hay una narrativa visual, que cada vez se ve menos hoy. ¿Hasta dónde esto es una apuesta por lo artístico más que por lo tecnológico?
En mi película yo domino la tecnología. Es decir, quiero hacer cosas y veo cómo puedo conseguir lo que quiero a través de la tecnología, pero surge de mi sensibilidad y de las cosas que yo quiero hacer. La tecnología está a mi servicio.
En esta película, me divertí con la Inteligencia Artificial, le pedí que me escribiera guiones estilo Bertrand Bonello, en cinco segundos me sacó un guion. Entonces yo sería un esclavo, porque sería la tecnología la que me iba a dictar qué debo hacer, qué deseo en realidad, me iba a decir lo que voy a hacer en la próxima película. Por eso digo que es una herramienta que domina, ¿quién domina a quién? En el cine en general, domina la tecnología. Es verdad que la llegada de las plataformas es una herramienta, pero es una herramienta dominante. Y ¿qué hace? Cambia la mirada de la gente, que ya no ve de la misma manera una película, una ficción. Y esa mirada entonces también cambia en la sala de cine.
La película está dividida en tres tiempos (1910, 2014 y 2044) marcados por la Guerra Mundial, la existencia de hombres depredadores que llegan a ser asesinos y la catástrofe que va a venir en el futuro. ¿Cuál es esa catástrofe que puede ser tan letal como las otras dos?
Te diría que la catástrofe sería que no hubiese una catástrofe, es el vacío total, la desaparición de lo que aporta el miedo en el mundo, las emociones…
Vivir es tener miedo, felicidad, amor, desamor… bastante subversivo en un mundo que está todo el día pensando en la felicidad que nos vende el sistema.
Vamos a empezar a definir qué es la felicidad para cada uno, definir el deseo real y no lo que nos dicen que debemos creer como felicidad, sino la que nosotros queremos de verdad. Nos dicen que la felicidad es que puedes ver 400 películas, 600 series, pero en realidad bastaría con una película que fuera buena. Nos venden esa especie de falso lujo, de abundancia contra la calidad y lo bueno.
El personaje en el libro es un hombre, usted ha apostado por una mujer, ¿la necesitaba así para el segundo tiempo de la historia?
Es mucho más básico en realidad, la razón es el deseo de hacer una película por primera vez en mi vida con un personaje femenino central, único, algo que nunca había hecho antes. Es mi décima película. Siempre se intenta hacer algo que no se haya hecho antes. También me aporta nuevas ideas. Es más obsesivo, es muy diferente entrar en la mente de una sola persona que de un grupo.
Al principio de la película presenta a Léa Sydoux sobre un croma verde. Es una actriz interpretando un personaje, ¿quiere apuntar que esta es una película-ensayo con la que pretende hacer pensar al espectador?
Sí. La palabra ensayo en francés y en español significa intentar, intentar hacer algo sin saber si vas a conseguirlo, pero tomando un camino nuevo, una vía nueva. La palabra ensayo también es un texto que te hace pensar, efectivamente. El intentar como el hacer reflexionar son dos cosas que realmente me preocupan. Eso también significa que se incluye al espectador dentro de la película y se incluye también la percepción de lo que uno siente.
Hace mucho que voy enseñando la película y me gusta la idea que veo en los encuentros con el público o con periodistas como tú, de que la gente la vea, la sienta de forma diferente, la haga suyo.
Ha hecho una película de ciencia-ficción sin los elementos visuales del género, ¿por qué?
Porque de esto me gustaba la idea de que todo fuera invisible. Incluso las relaciones con las personas son voces, desaparecen las pantallas. Es un futuro minimalista total, una invención total, es el vacío.
Sin embargo, en ese vacío usted ha escondido muchos elementos alegóricos, de los que seguro que a mí se me escapan muchos.
Incluso a mí se me escapan algunos. Creo que en una película como ésta no hay que negar el papel inconsciente de algunas cosas. Te das cuenta luego de qué querías decir con los elementos que has introducido. Digamos que colocas algo en la película y sabes por qué, pero es más tarde cuando te das cuenta de qué has querido contar con ello.
¿Eso quiere decir que es una película viva, que, además, ha cambiado desde que se comenzó y ahora es más contemporánea…?
Sí, porque sales con más preguntas que respuestas. Es una película abierta. En ese sentido, hay una expresión en francés que dice que son películas que te hacen trabajar, las películas que están dentro de ti cuando sales y que cambian a medida que pasa el tiempo, aunque no vuelvas a verlas.
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