Este artículo se publicó hace 14 años.
"La política me tiene 'tocao', como a todo el mundo"
Rosendo. El irreductible rockero de Carabanchel regresa con su discurso contra los poderes intacto
Por fuera es una más de las casas bajas que se levantan en una travesía escondida y angosta del barrio de Carabanchel de Madrid. Nada hace presagiar que detrás de esa fachada anodina de una calle desierta está el local-estudio donde Rosendo graba las maquetas de sus discos y prepara las giras. "Esto está un poco desordenado, pero nos apañamos. ¿Fumas?", comenta el rockero alargando un paquete de Marlboro. El martes publica nuevo disco, uno más, bajo el título A veces cuesta llegar al estribillo. "Me pillas haciendo el repertorio de la gira. Hay que meter canciones nuevas y no veas cómo cuesta sacar las antiguas. Son demasiadas y luego los fans se quejan", explica. Muchas canciones y otros tantos estribillos, aunque confiese que le cuesta un mundo llegar a ellos.
Dice en un tema de su nuevo disco que el primer paso para hacer un cantar es tener algo que contar. ¿Qué tiene que contar Rosendo?
Contar se puede contar cualquier cosa. En la misma canción hay una estrofa que dice "podemos transmitir placer o sufrimiento, o podemos ni fu ni fa". Yo cuando escribo procuro decir cosas que siento y que me preocupan. Cosas que llevo dentro y que me creo.
¿Y cuáles son esas cosas?
"La carretera es dura, pero quiero morirme haciendo música"
Hace tiempo que lo que cuento son sensaciones y situaciones que vivo, un detalle que te sugiere una canción, el sentimiento cotidiano Luego la política me tiene tocao, como a todo el mundo.
¿Y qué hay del barrio, de Carabanchel?
Ya no hablo tanto del barrio ni de la ciudad. Ahora canto sobre sentimientos más personales. Con Leño el sentimiento era más de grupo, era otro momento. Ahora prefiero contar cosas íntimas.
¿Por qué eso de A veces es difícil llegar al estribillo'?
Porque hacer una canción es difícil, igual que vivir. El estribillo es una frase divertida que te sale a la primera, pero luego hay que vestirlo con unas estrofas, y ahí está la dificultad. En mi vida me pasa un poco lo mismo: ahora vivo relajado, como en un estribillo, después de muchos años de trabajo sin descanso.
¿Ha habido muchos momentos duros?
"De joven quería salir fuera; ahora cualquier chaval ha viajado más que yo"
Sí. Cuando empecé comprar una guitarra era imposible, porque valían un dineral. Mi padre era zapatero, un currante que no tenía medios. Entonces una guitarra era un capricho que nadie entendía. Los pelos eran un problema desde que me levantaba de la cama y ya tenía a mi madre dándome la brasa. Todo era bastante duro. Yo he hecho rock and roll, lo que implica decir cosas que no están bien vistas por el sistema. Ha sido una pelea constante y, afortunadamente, he llegado a mis 56 años haciendo lo que me gusta, diciendo lo que tengo que decir y hasta se me ha reconocido a nivel oficial con la medalla de las Bellas Artes.
Lo de la dificultad para llegar al estribillo también se puede identificar con una crisis creativa. ¿Ha pasado por alguna?
Por muchas. Lo paso muy mal a la hora de escribir. Cada vez que escribo paso una crisis. No tengo técnica, porque no me gusta leer. Leo prensa y poco más. Encima, me gusta no decir lo que dice todo el mundo, contar mis historias de verdad, las que me creo, pero utilizando bien el vocabulario y saliéndome del estándar. Me cuesta mucho, es un suplicio, me salen pupas: no duermo y se me envenena la sangre. Pero bueno, al final resulta. Por eso sigo haciéndolo, porque cuando lo veo acabado la satisfacción es tan grande que me compensa.
"Al currante se le sigue teniendo sumiso y mal pagado"
¿Cómo ha sido la grabación del disco?
Hemos ido a Francia, a un estudio en Las Landas, donde hemos grabado los tres últimos discos. Está apartado, perdido en el bosque, a seis o siete kilómetros del pueblo. Para trabajar es perfecto: grabas de noche, de día, tienes un cocinero que va por la mañana y te tiene todo el día atendido, comida, cena Ahora creo que lo van a cerrar, porque los estudios están de capa caída, y van a hacer una casa rural o algo así.
La cera que arde' es un reggae, ¿le gusta el género?
"Siempre estamos al servicio del capital y el poder, que es lo mismo"
No escucho mucho. Me llega más por mi hijo, que hace reggae de verdad y tiene discos de señores mayores negros con unas pintas de hace mil años. La cadencia del reggae me sugiere, pero es algo muy complicado para hacerlo como lo hacen los de verdad.
Otra canción se titula Rompe la cadena'. ¿Todavía le quedan cadenas que romper?
Precisamente esa letra es de mi hijo. Siempre hay cadenas por romper. El que tiene inquietud y ganas de hacer o investigar siempre encuentra dificultades. Sobre todo con las pocas posibilidades que hay para hacer algo que se salga de lo normal. Y en el terreno de la música más: si no haces algo que suene a comercial y lo que todo el mundo tiene asimilado, estás peleando con los elementos de por vida.
A mucha gente le intriga que los Rolling Stones, por ejemplo, sigan haciendo giras. ¿Usted por qué sigue en la carretera?
Es mi profesión, mi forma de vida. Yo quería dedicarme a la música no para salir en la tele ni para ligar mucho bueno, esto quizás cuando era joven [risas], pero tenía muy claro que la música era mi medio de vida y la dificultad estaba en cómo vivir de ello. Una vez he llegado aquí, quiero morirme haciendo música. La carretera es dura y desde hace unos años para acá cansa más, pero es mi vida.
¿Le ha costado hacerse mayor como rockero?
Sí. Es cierto que el rock and roll es energía y la energía se va perdiendo con el tiempo. Pero si las cosas se hacen con convencimiento y ese convencimiento se nota, la cosa no tiene por qué descuadrarse. Yo tengo mis referentes: Peter Gabriel o Eric Clapton siguen haciendo música y cada vez mejor. Yo no puedo dar saltos en el escenario como hace 20 años, pero tampoco es necesario. La música no son los saltos.
¿Estaba muy verde España a finales de los setenta?
Estábamos muy aislados. No sabíamos lo que pasaba fuera. En la época en que yo era chaval lo que más te apetecía era salir fuera. Ahora cualquier chaval ha viajado más que yo. Todo ha cambiado mucho. Yo empecé a tocar con Franco y por aquel entonces el rock estaba perseguido y penado Sólo por llevar el pelo largo eras un delincuente.
¿Sentían miedo?
En algunos momentos sí. Recuerdo que en una manifestación a Teddy Bautista la policía le pisó la mano porque sabía que era pianista.
Pocos saben que Teddy Bautista produjo los primeros discos de Leño.
Lo sé. Creo que se están cargando demasiado las tintas con Teddy Bautista y la SGAE. Está defendiendo algo por ley, que se hace en otros países desde hace años y no se ha llegado al punto que se ha llegado aquí, que es como si la SGAE fuera la culpable de todo. Yo no sé los sueldos que tiene Teddy, ni me interesa, pero defiende los derechos de autores y compositores, y hay miles en España. Nos creemos que todos viven como Víctor Manuel o los cuatro o seis que han vendido mucho, pero hay miles de autores que viven de los derechos de autor de sus canciones y no son multimillonarios. Teddy, cuando nos produjo los discos a Leño, era un músico de un nivel que para nosotros era impensable y nos imponía mucho respeto. Yo aprendí mucho de él.
¿Cuáles son las nuevas transgresiones?
Pues no lo sé. Debería no haber transgresiones, pero es imposible. Seguimos teniendo ahí a la iglesia como el mamotreto que impera, el sistema apabulla a todos los niveles, al currante se le sigue teniendo sumiso y mal pagado Pero bueno, el rock and roll siempre lo he entendido como una forma de denuncia. Y si hay que decir las cosas de mala leche, pues de mala leche. Y hay muchas cosas por las que quejarse.
"Siempre estamos al servicio del capital y el poder, que es lo mismo"
En una entrevista reconocía haber acabado cayendo en las redes del consumismo que tanto había criticado. ¿Es la edad?
El consumismo nos absorbe, es evidente. Empezando por el móvil. Yo recuerdo hace unos años ir a tocar y no llamar a casa, porque no había teléfonos. Y ahora no sabemos vivir sin el móvil. Hay que tener muy claras las cosas para no caer en el consumo gratuito. Procuro huir de eso, pero caigo como todo el mundo.
¿Qué hay que denunciar hoy?
Sobre todo la mentira que nos ofrecen los gobiernos. Se dice una cosa y se hace otra. Siempre estamos al servicio del capital y el poder, que es lo mismo. Te pueden contar mil milongas, pero al final sale ganando el que está al servicio del capital y la paga el que está menos protegido. Y eso va a ser un problema de por vida. Ahora lo estamos viendo con la crisis: al primero que se le facilitan las cosas es al que menos lo necesita o al que ha sido culpable de la hecatombe.
¿Y la reunión de Leño?
Yo las segundas partes no me las acabo de creer. Todavía no conozco ningún grupo que al volver me haya provocado algo de interés. Son interesadas económicamente, pero no me las creo.
Muchos grupos le tienen por maestro, ¿se siente una institución?
Me da un poco de miedo eso, porque técnicamente yo no me considero un músico serio. Utilizo la guitarra para hacer mis canciones y poco más. Pero soy consciente de que hay una forma de hacer personal y que ha influido en mucha gente joven, porque cantábamos en castellano, hacíamos rock desde aquí Y ahora la gente joven valora la constancia y el hecho de estar ahí, pero me da miedo que me pongan de maestro, porque ni siquiera yo tengo las cosas muy claras.
¿Le cansan los elogios?
No me los tomo muy en serio, como los disparates que dicen de uno. Una crítica favorable te da mejor rollo, pero no le hago mucho caso, porque no es un baremo sano.
¿Qué música escucha hoy?
Pues poca música. Pico de aquí y de allá, incluso clásica en algún momento. Pero lo que me gusta realmente es el guitarreo, el rock and roll. Ya no me entero de lo que sale nuevo, sigo con Rory Gallagher y los de toda la vida, como Clapton. Gente seria haciendo las cosas en serio.
Tres ‘Rosendos' difíciles de imaginarEl rey del rock urbano con el rey de España
La imagen imposible, haciéndose realidad. En octubre de 2006, Rosendo Mercado recibió de manos del rey Juan Carlos la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. No se cortó el pelo, pero se notaba que el rockero no estaba en su salsa: "Lo pasé muy mal. No me dijo nada, sólo felicidades por la medalla. Sabina sí que estuvo de cháchara con él, pero yo soy muy cortado y me veía totalmente fuera de lugar. Fue un día impensable, no por el reconocimiento a mi persona, sino por el hecho que se reconociera al rock and roll como algo serio y asimilado".
La casita de Burgos lejos de Carabanchel
El rockero sigue viviendo en Carabanchel, su barrio de toda la vida, pero se ha construido una casa en un pueblo de Burgos para huir de una ciudad que ya no es la de antes. "Madrid ha cambiado mucho. Las calles ya no son lo que eran. Hay mucha gente, demasiada gente, mucho tráfico, mucho edificio... Hace unos años había espacios abiertos y ahora nos van rodeando y al final te agobia", lamenta.
Un viejo rockero en el planeta MP3
Rosendo reconoce que ha caído en las redes de las nuevas tecnologías, aunque no se lleve demasiado bien con ellas: "Me vuelvo loco con el iTunes, se me descarga todo y luego lo tengo que volver a poner. Lo utilizo lo imprescindible, pero soy bastante negado. A los de mi generación nos está costando asimilarlo. Pierdo horas y horas".
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