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Planteamiento, nudo y desenlace

FRAN GAYO

Como cada año en la Mostra, todos los cronistas, programadores y críticos insisten en revolver entre la copiosa propuesta de cine italiano siempre con la esperanza de descubrir un nuevo nombre que afloje peso a las honorables (y veteranas) espaldas de los Bellocchio, Olmi, Moretti o incluso Garrone. De momento, no ha habido suerte y las opciones se van agotando.

El año pasado, la proyección en la sección Corto Cortissimi de Adil e Yusuf, del romano Claudio Noce, nos hacía subrayar su nombre a la espera de su salto al largometraje. Todas estas espectativas quedan en stand by tras asistir en el día de ayer al estreno en la Semana de la Crítica de Good Morning, Aman, ópera prima que adolece de una suerte de esquizofrenia o al menos indecisión sobre el qué y el cómo se debe poner en imágenes este relato de amistad entre un joven inmigrante somalí y un ex boxeador con tendencias autodestructivas.

Hay dos películas agazapadas en su metraje, en una residen unas ciertas ambiciones formales deudoras del más reciente Van Sant (planos secuencia en slow motion, majestuosos travellings, primeros planos de seguimiento sobre la nuca del protagonista, no falta ni la inevitable canción de Elliott Smith...). Y en la otra, triunfadora en esa tensión entre dos posibilidades, un dramón de cine puramente narrativo (barulloso y mal resuelto) que va haciéndose con la película a medida que el metraje avanza. El cotidiano, los detalles y la mirada al entorno del joven protagonista dejan de tener importancia y el filme termina encerrado en un circo de situaciones histriónicas que nos arrastra a la indiferencia.

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