Este artículo se publicó hace 3 años.
Pedro Almodóvar: "Yo soy el mejor ejemplo de que tenemos una democracia real"
El cineasta penetra definitivamente en el universo femenino con 'Madres paralelas', la película más política de su carrera, en la que visibiliza la injusticia con las víctimas de la guerra. El filme inauguró el Festival de Venecia, donde Penélope Cruz se alzó con la Copa Volpi.
"La derecha de este país se siente ofendida con el tema de las víctimas de la guerra, y yo sigo sin entenderlo. Bueno, no entiendo muchas de las cosas que están sucediendo en la derecha, porque no hay argumentación". Pedro Almodóvar ha trascendido mucho más que otras veces su papel de cineasta y con Madres paralelas se ha convertido en altavoz de España para que el mundo sepa que, vergonzosamente, todavía existen en este país miles de cuerpos de asesinados en la Guerra Civil enterrados en fosas, en las cunetas.
"La sociedad española tiene una deuda moral enorme con las familias de los desaparecidos", gritó en el Festival de Venecia, que se inauguró con su película. En el certamen Penélope Cruz se alzó con la Copa Volpi por su papel de una mujer que ansía ser madre. Con ella, Milena Smit es una joven embarazada que está asustada y no desea un hijo. Ambas coinciden en el hospital y entre ellas se crea un vínculo. Pero el verdadero lazo que busca la cohesión en la película aparece con el trabajo de la primera para encontrar los restos de su bisabuelo asesinado en la Guerra Civil.
Con Aitana Sánchez-Gijón interpretando a la madre de Penélope Cruz e Israel Elejalde en el único personaje masculino, Madres paralelas es una película no del todo perfecta, pero que rezuma sinceridad, ternura y pasión.
Mujeres antes que madres, los personajes femeninos de Madres paralelas, además de plantear un dilema moral que aguanta el suspense de la historia, sirven al cineasta para dibujar una metáfora de las herencias de la España franquista, del miedo, la vergüenza y el silencio, y para reivindicar y visibilizar la indispensable justicia de la memoria histórica. Pedro Almodóvar habló con Público en Madrid.
La memoria está muy presente en sus dos últimas películas. La íntima, en ‘Dolor y gloria’, y aquí la colectiva. ¿Por qué este interés especial ahora?
Es verdad, en Madres paralelas está la memoria colectiva unida a la memoria íntima, y ese es el dilema del que habla la película personificado en el papel de Penélope Cruz. Era algo que yo quería hacer, lo que pasa es que no me había cabido en ninguna película, visibilizar la memoria histórica, que es un tema que me preocupa mucho. Y me interesaba hacerlo de un modo tangencial a través de un personaje. El silencio íntimo del personaje se podría traducir en paralelo al silencio terrible de las víctimas en la posguerra. En Dolor y gloria es mi memoria. Aquí, yo no tengo ningún familiar desaparecido y en mi casa, bueno, en la mayoría de las casas, no se ha hablado de la guerra ni de la posguerra, pero es un problema que me parece importantísimo y que todavía no entiendo cómo la sociedad española, sobre todo la oposición de los partidos de derecha, se oponen de un modo tan radical a algo que es puramente humano.
¿De verdad no lo entiende o es una manera de hablar?
Es que el problema debería estar más allá de las filiaciones políticas. En la película yo me refiero a las personas que no están buscando revancha, ni ajuste de cuentas, sino simplemente tener un lugar donde poner los huesos de sus muertos, donde poder llevarles flores, que tengan un lugar digno. Hay una deuda de la sociedad española con las víctimas y los familiares, porque hay algo deshumanizado en borrar a estas personas. Cuando ves a las personas mayores que están buscando los restos de sus abuelos y padres, ves todo menos ira, odio, ajuste de cuentas… están pidiendo algo que es muy fácil de comprender y muy fácil de llevar a cabo, es que si no, no acabamos del todo con algo que lleva pendiente 85 años. Y si no lo hacemos ahora, que son la generación de los bisnietos… Cuando vinieron los relatores de la ONU se quedaron espantados viendo que fueron los nietos y los bisnietos los que habían lanzado la voz de alarma, que mientras tanto había habido un silencio patológico, absoluto, pero una vez que pase esta generación no les va a tocar desde tan cerca.
Parece que con este tema la derecha de este país se siente ofendida, ¿no?
Sí, sí, se siente ofendida, y yo sigo sin entenderlo. Bueno, no entiendo muchas de las cosas que están sucediendo en la derecha, porque no hay argumentación. Por eso creo que ahora con la Ley de memoria Democrática todo esto por fin se va a subsanar. La ley está aprobada, es importantísimo resignificar el Valle de los Caídos, que lo de las fosas sea un asunto de la Administración… Todo lo que se hace ahora es por iniciativas privadas y quedan como 100.000 restos.
La decisión que debe tomar el personaje principal es una metáfora de esa necesaria devolución de los restos de los desaparecidos, ¿de ahí la convivencia de dos historias tan dispares?
Sí, es una metáfora clarísima. Y había una razón por la que las fosas se convierten en una especie de obertura y epílogo en la película, todo el resto es la historia de las mujeres. Fue una decisión del último guion, porque la presencia de la fosas era mayor antes. El problema que sentí era que este tema fagocitaba lo que había alrededor, no convivía con la historia de las madres. Hay una fuerza… se comía lo que ponías al lado. Lo mejor, pensé, era no mezclarlo con nada.
Hijos robados en hospitales, vergüenza, silencio, culpa… parece un retrato del franquismo…
Está presente, desde luego. Creo que porque es mi película más política no tratando que lo sea, porque a mí lo que no me gusta del cine político es que sea solo cine político. He tratado de contar la historia de estas mujeres y a través de ellas sí que estoy hablando del país, de la presencia de este país en mi vida y en mi imaginario de un modo muy concreto, que probablemente se deba a un motivo biológico, la edad.
¿Y en su imaginario este país sigue teniendo miedo, está callado, todo pesa más en la vida de las mujeres, se vive vergüenza y culpa todavía?
En los últimos cincuenta años nuestro país ha cambiado muchísimo. Yo, que tengo memoria franquista, he vivido la Movida, me entregué furiosamente al placer de vivir en libertad y democracia y después a mis 70 años hablo de lo injusta que fue la Transición. Una Transición que yo viví con absoluta libertad y que en ese momento no me paré a pensar en ello, en la Ley de Amnistía. Ahora, sí. Y sigo siendo la misma persona. La Amnistía probablemente fue el único modo de dar los primeros pasos en nuestra democracia y fue el modo más pragmático de las izquierdas para cambiar de régimen, pero las grandes víctimas de esa Transición siguieron siendo las víctimas de la guerra, las que fueron negadas y estaban en fosas. A través de lo que se llamó el pacto de silencio seguían siendo condenadas a la no existencia y al silencio. Yo soy un buen ejemplo para hablar de esto. Yo era suficientemente mayor cuando llegó el año 77 y decidimos ser libérrimos. Fue con UCD cuando decidimos ser modernísimos, con un partido de derechas. No pensé en eso, pero eso no significa que a lo que llegamos fue a una democracia real, yo soy el mejor ejemplo de que tenemos una democracia real. Si no existiera nuestra democracia a través de esa imperfecta situación que dejaba fuera a las víctimas, yo no hubiera podido hacer ni una sola de mis películas. Y yo en ese momento era una persona que deliberadamente no tenía memoria. Pepy, Lucy, Bom nace como si Franco no hubiera existido, no permití que hubiera ni la sombra de Franco en Pepy, Lucy, Bom ni en Laberinto de pasiones. Ahora sí me preocupa mucho. Tenía exactamente la memoria de lo que había ocurrido en la guerra, pero mi postura consistía en el apolitismo de la Movida y me parecía muy importante hablar de lo que estaba ocurriendo en las calles de Madrid en esos momentos, más que hablar en términos políticos y escribir otro tipo de historias. Para mí ha sido un viaje que he vivido de acuerdo con la edad en cada momento. Que ahora tenga 70 años es lo que hace que estos temas me seduzcan.
En la película, el personaje de Aitana Sánchez-Gijón, una actriz, se declara apolítica. ¿Usted cree que se puede ser apolítico en la España de hoy?
No se puede ser apolítico. Esa frase… las frases que dicen los familiares se han cogido de testimonios reales y la otra… Ha habido un momento en los últimos años, tras los Goya del No a la Guerra, de una especie de arrepentimiento. Y se creó una pregunta por parte de los medios que correspondía a la desafección absoluta que hay en este país con respecto a la cultura. Muchos nos preguntaban: ¿no creéis que después de aquellos Goya la situación se polarizó mucho más con respecto a la situación de los titiriteros, como dicen, de los que hacemos cine? Y la derecha nos vio mucho peor que nunca, eso era claro. Y probablemente haya una relación causa-efecto de aquellos Goya, de los que yo particularmente me siento orgullosísimo, ¡olé sus cojones! Es de las ceremonias de los Goya que absolutamente más me han gustado y en la que más he vibrado. Entonces, a una actriz le preguntaron y ella dijo que tenía que gustarle a todo el mundo y que se arrepentía. Yo no solo no me arrepiento, y me parece increíble que eso esté mal visto, sino que soy un ciudadano como cualquier otro.
La imagen que el PP creó entonces de los profesionales del cine perdura, ¿es que no hay manera de cambiarlo
Está costando muchísimo trabajo, porque es verdad que a base de insistir han conseguido que el malo de la película fuera el cine español y los artistas y las subvenciones. Habían conseguido que ese discurso fuera, con todos mis respetos para los taxistas, muy de barra de bar, muy desinformado. No entienden lo que es una subvención… Pero es que nuestro país nunca ha sido muy dado a ensalzar a los artistas, a no ser que seas Plácido Domingo, que no importa lo que haya detrás de su actuación.
Y hablando de Plácido Domingo…
…¡No tengo palabras tampoco para eso! Pero, vuelvo, es que la cultura nunca ha estado bien vista en España. Yo cuando voy a Francia, la gente es muy educada, agradecen los momentos de placer que les has dado. Es una gratitud enorme la que tienen hacia los artistas. Eso en España no lo tenemos ni lo hemos tenido nunca y ya estamos acostumbrados a vivir con eso- Ya no me quejo de eso.
¿Esta es más que ninguna otra su película de mujeres?
Sí, absolutamente. Hablo de la maternidad, de distintas maternidades. Yo creo, a pesar de mi feminismo absoluto, que los hombres no llegamos a entender del todo la maternidad, de un modo natural. Es un milagro de la naturaleza que os ha elegido a vosotras y os corresponde a vosotras y a mí como autor me parece una fuente de inspiración enorme. Es la película donde el peso femenino casi engulle al único personaje masculino, que está para explicar al personaje femenino.
Como usted dice, habla de distintas maternidades…
Es la vez que muestro una maternidad más imperfecta. Aquí pongo al personaje en una situación moralmente muy difícil de aceptar y, sin embargo, muy fácil de entender, pero es extrema. O con el papel de Aitana, es una madre muy imperfecta, pero en un monólogo lo explica todo. Cómo se casó, por qué se casó, cómo fue madre, que no tiene instinto maternal… Yo me he encontrado con chicas que me lo han dicho y debe ser durísimo el hecho de no tener instinto y tener hijos. Y en el caso del personaje, es una actriz que renunció a sus hijos para seguir con su carrera.
Pero ¿eso no es una culpabilidad que la sociedad ha inventado para las mujeres y de la que ha librado a los hombres?
Sí, creo que es verdad, que la culpabilidad es algo que está mucho más en todas las madres, a pesar de que el amor maternal y lo que una madre está dispuesta a dar es distinto de lo que un padre estaría dispuesto a hacer.
En la película está el sufrimiento en el parto en el siglo XXI, el de la mujer que debe elegir entre su profesión y sus hijos, el de la madre que pierde al hijo, el de los abusos sexuales…
Todo eso es real. Esta es una película de larga gestación. Durante la pandemia, en el confinamiento, seguía interesándome mucho la relación de las madres y el dilema moral, ahí encontré la solución. Pero no sé exactamente por qué los hombres casi no existen en la historia. Me ha salido así. Tendrá que ver conmigo, claro, y son temas a los que he recurrido siempre. Me gusta ese desequilibrio entre todas las madres y un peón que es Israel Elejalde. Y me gusta mucho hablar de la fosas a través de un personaje femenino.
Las mujeres en sus películas nunca están solas, siempre se ayudan entre ellas, mientras que en sus películas masculinas los hombres tienden a estar solos, ¿es cómo ve la realidad?
Sí y también es porque hablo en plan autobiográfico. Yo soy un ave solitaria, me he aislado y sin embargo la sororidad es algo que siempre he visto a lo largo de toda mi vida y es algo que siento como muy real. En eso las mujeres tienen ventaja. A lo largo de mi vida, para mí la mujer siempre ha estado ayudando a la de al lado. Esa cultura es la que he vivido desde la infancia. Las vecinas, mi madre, el universo femenino es en el que me he formado. Esa sororidad está en En todo sobre mi madre y aquí ocurre casi lo mismo.
¿Pretende que cada espectador se examine y piense qué haría en el lugar del personaje?
Creo que es un muy buen debate, pensar qué haría cada uno en este caso. No quiero crear polémica, nunca he querido, pero tengo mucha curiosidad porque soy consciente de que es una película de mujeres. ¿Cómo las ven los tíos? porque es probable que el público general de la película sean las mujeres, pero es una pregunta que me hago. Desde el primer momento pensé en lo que debía hacer, pero tenía que transitar por unas cuantas secuencias y la que me da pie para que el personaje de Penélope no se sienta bien es la conversación en que está hablando en su casa de la Guerra Civil y de la verdad histórica. Oírse a sí misma hablar de verdad, eso es. Hay un proceso de culpa y de vergüenza, que son dos sentimientos muy desagradables con los que se conviven, y el personaje no los soporta. Pero hay mucho suspense en no saber qué es lo que va a ocurrir.
Al contrario que en otras de sus películas no hay referencias cinematográficas, pero sí una directa a 'Doña Rosita la soltera'. ¿Por qué?
Sobre todo porque estamos hablando de desaparecidos y el gran desaparecido es Lorca. No hay referencias cinematográficas. Incluso en Dolor y gloria tampoco hay referencias de otras películas, que para mí siempre ha sido un elemento recurrente. En las últimas películas me he ido alejando de eso y no es porque sea menos cinéfilo, sigo viendo una película cada día, pero soy yo el que va cambiando con el tiempo. Y hay algo en común en las tres últimas películas, que es el silencio.
¿Eso por qué? ¿es usted cada vez más reservado?
No soy reservado, soy hermético en general, pero a la vez muy dicharachero.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.