Este artículo se publicó hace 13 años.
'Pe' de Pirata
Cannes recibe a la cuarta entrega de ‘Piratas del Caribe', donde Penélope Cruz encarna a una corsaria sevillana
Sevillana, de nombre Angélica e hija del temido Barba Negra. Esa es Penélope Cruz, una pirata que se reencuentra con el capitán que más se parece a un dibujo animado, el tramposo Jack Sparrow. Juntos navegaron hoy los mares del sur durante 140 minutos en busca de la fuente de la juventud, el grial capaz de alojar el líquido de la vida eterna. ¿'Indiana Jones y la última cruzada'? No, la cuarta y primera entrega de la multimillonaria saga ‘Piratas del Caribe', que ha desembarcado en el Festival de Cannes.
La franquicia de oro de Disney emprende nueva etapa con nuevos personajes para que, como dejaron claro Johnny Depp y el poderoso productor de Hollywood Jerry Bruckheimer, la maquinaria siga funcionando hasta el agotamiento. "Continuaré haciendo de Jack Sparrow hasta que el público quiera y hasta que el personaje no haya quemado las posibilidades de juego que sigue teniendo", dijo el propio Depp, "el capitán de este barco que es Piratas del Caribe", como indicó el director Rob Marshall, que sustituye a Gore Verbinsky al frente de la franquicia. "Ha sido emocionante hacer de pirata manipuladora y mentirosa, y más junto a Johnny con quien no trabajaba dsede hacía 12 años. Lo más duro del rodaje fue aguantarme la risa cuando estaba junto a él", dijo Penélope Cruz, que indicó que su personaje tiene muchas tonalidades y posibilidades para seguir subida al barco pirata en próximas aventuras.
"Ha sido emocionante hacer de pirata manipuladora y mentirosa"
Sin embargo, la película no levantó aplausos en su primer pase en Cannes, donde las gafas 3D eran más un adorno molesto que una herramienta para ganar profundidad e impacto visual. Entretenida a secas y dotada de algunas enérgicas secuencias de acción, como la huida de Sparrow de un palacio en Londres o el ataque de las sirenas en una isla remota, no logra convertirse en un filme de aventuras trepidante: no hay enredos ocurrentes, ni gags brillantes, ni suficiente delirio pirata. Y al tira y afloja de Sparrow-Angélica le falta chispa. Además, ¿en serio no hay nada más que hacer en el mar que buscar el santo grial?
Echamos de menos la oscuridad y el tono lisérgico de la tercera entrega de la saga, aquella en que Keith Richards aparecía como padre de Sparrow, cameo que se repite en este capítulo. Y ya que, como dicen director y productor, este es el inicio de una nueva etapa de las aventuras de Jack Sparrow, la película no logra aportar frescura a una saga que busca un leve lavado de cara. El humor de Sparrow está cansado y el público no pasa de una sonrisa forzada. Un consejo: menos misionero (personaje soporífero de este nuevo capítulo) y más anarco-piratas. La culpa del guión, y sí, del siempre dudoso Rob Marshall.
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