madrid
Actualizado:Francisco Contreras (Elche, 1985) no se casa con nadie. Ni siquiera con lo que pudo ser en su día. Está encantado de contradecirse y negar la mayor —"ni soy vanguardista, ni soy moderno"— él simplemente no para quieto, que no es poco. Y en ese transito irrenunciable nos alcanza un hallazgo —o 27, tantos como piezas tiene el disco— con forma de tajo. Una sección hecha de plano sobre una trayectoria sin principio ni final —"manejo diferentes líneas de trabajo, todo es un engranaje que no se cierra nunca"—. El artefacto se llama Antología del cante flamenco heterodoxo y está por acabar, como todo archivo que se precie.
¿Qué es esta cosa que ha pergeñado?
He buscado indagar en la tradición; qué significa y qué supone traicionar la tradición. En esa búsqueda me he apoyado en Pedro G. Romero, que ha hecho las veces de curator. Ha sido él quien me ha ayudado a contextualizar todo lo que pretendía volcar en este disco y fue él también quien me propuso el término antología.
¿Qué cabe y qué no cabe en esa antología?
Todo lo que me ha ido influenciando, todos esos proyectos que he ido desarrollando más allá de mis conciertos. Esa rama experimentaloide en la que he ido trabajando de forma paralela está recogida en este disco. El problema es que en un primer momento me topé con 99 cortes que tuve que ir limando en base a una serie de filtros como la longitud del disco, la paciencia de la gente o la mía propia.
Curiosamente, el resultado es mi disco más flamenco. En el sentido de que hasta ahora el flamenco que he podido hacer ha sido a través prácticas puntuales y aleatorias. Este disco, en cambio, aborda el flamenco de forma nuclear.
Una antología que pretende confrontar con la ortodoxia...
No necesariamente. Tenemos que quitarnos de la cabeza esa idea de que heterodoxo es lo contrario de ortodoxo. La ortodoxia es una utopía, no existe como tal. Creo que es más bien una actitud que quiere construir la ortodoxia. Pretendía jugar con esa paradoja del flamenco y de la vida en general y el resultado es que para construir esa antología heterodoxa hemos tenido que abrazar lo arbitrario introduciendo una serie de filtros. Esa tensión me interesa mucho y por ahí transita el disco.
Para mí el flamenco siempre ha trabajado desde ahí, desde esa libertad de apropiarse de las cosas, los flamencos contemporáneos cogían la palabra flamenco y hacían su flamenco. Simplemente lo que hemos hecho es añadirle la palabra heterodoxia para darle un poco más de peso y para evidenciar esa paradoja.
Y qué hay de la etiqueta "revolucionario del flamenco" que se puede leer en la hoja de promo... Bajo ese razonamiento entiendo que la impugna.
No he podido revolucionar nada porque para que una revolución triunfe o se instale ha de intoxicar a la gente, de lo contrario es masturbación. Mi obra no intoxica a otra gente en el mundo del flamenco. Nadie utiliza las técnicas vocales que yo utilizo, nadie trabaja por las lindes que yo he propuesto. Ahora mismo soy obviado, por lo que la revolución no se da como tal.
Yo intento revolucionarme en el sentido de transformación, de desplazamiento, de superar prejuicios... Eso para mí es la revolución, no hablo de un cambio estético, ni formal, por supuesto tampoco hablo de un cambio de contexto, para mí la revolución es un pequeño cambio, eso ya es revolucionario en un mundo en el cual los cambios están muy mal vistos. Ni soy vanguardista, ni soy moderno, el flamenco tradicional es el flamenco moderno, y yo no hago flamenco tradicional.
Lola Flores, Shostakovich, Crumb, Manuel de Falla... El plantel de referentes que maneja en este disco es, cuando menos, variopinto
Forman parte de la experimentación y su incursión responde a un lógica de trabajo, a unas líneas que pretendemos explorar. No se trata tanto de que Lola Flores nos parezca una gran artista, que también, sino que responde a un determinado contexto que nos interesa abordar.
Por momentos este disco parece un archivo sonoro...
Exacto, pero un archivo libre, o mejor; liberado. Hay quien le llama a todo esto experimentar, pero para mí es una obviedad porque no puede ser de otra manera. Las prácticas artísticas son para mí una forma de dejar atrás miedos y el hecho de experimentar siempre va relacionado con superar prejuicios, posiciones estancas, zonas de confort...
Una obra sin límites aparentes...
Como aficionado a las artes me interesan aquellas obras que transmiten la sensación de que no están acabadas, que no es algo hermético. Esto me gusta y en cierta forma es como entiendo el proceso creativo. Manejo diferentes líneas de trabajo, desde un disco-libro a una performance pasando por una música para teatro, todo eso es un engranaje que no se cierra nunca, que no tiene fin.
¿No echa en falta cierta linealidad?
No creo en eso, para mí no existe, si hasta la física cuántica lo ha demostrado... [risas] No trabajo así, no me aporta nada, para mí todo se retroalimenta y está unido de algún modo. Ahí es donde me siento cómodo, lo lineal, en cambio, me parece una mirada académica y un tanto conservadora.
Hábleme de Juli Vallmitjana, ese "dramaturgo de los bajos fondos" que se pasea por el disco...
Vallmitjana escribió coplas flamencas en catalán. Utilizaba la métrica del flamenco pero a nivel literario y, claro, esto es algo que me interesaba mucho porque me permitía reflexionar sobre la no nacionalización del flamenco. Además, la posibilidad de cantar flamenco clásico con una letra en catalán en pleno procés soberanista nos venía de puta madre.
Y de los suburbios de Vallmitjana a las tablas del Sonar... ¿No teme caer en una especie de blanqueamiento del arrabal?
No estoy de acuerdo. Quizá la obra de Vallmitjana es más sofisticada que el Sonar. Las cosas están mucho más cerca de lo que pensamos, pero para saberlo hay que mojarse, hay que mancharse para descubrir. Como decía Escohotado, cuando tengas un prejuicio, acércate y lo superarás porque comprobarás que la realidad supera tu idea ficcionada. Yo simplemente trato de acercarme, sabiendo que esa aproximación entraña peligros, incluso puede suponer que cambie de opinión o que desmonte por completo mis ideas sobre algo.
¿Cree que le ha pasado factura ese renunciar a uno mismo?
Me ha costado muchas hostias y las que me quedan... Creo que lo contemporáneo es ser de tu tiempo con todas las de la ley. Voces del extremo (2015) es un disco de su tiempo, post-15M, de lo que era en aquel momento y, en cierta forma, de lo que soy ahora. Para que algo sea atemporal tiene que ser de su tiempo, ahí radica la paradoja. Hay que ser muy honesto con uno mismo para asumir qué es lo que tienes que decir en cada momento vital. Se trata, como decía Cohen, de reconocer el fascista que llevas dentro y eso, a fin de cuentas, es la heterodoxia.
¿Te ha resultado interesante esta noticia?
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>