Este artículo se publicó hace 5 años.
Movistar+Leticia Dolera: "Hemos crecido en una cultura que idealiza el rol de la madre"
Movistar+ estrena hoy ‘Vida Perfecta’, serie creada por Leticia Dolera en la que además actúa, escribe y dirige. Un proyecto muy personal con tres mujeres como protagonistas y temas como la maternidad y la discapacidad en el guion.
María José Arias
Madrid-
En origen iba a llamarse Qué pasaría sí. Después se anunció a los medios con el título de Déjate llevar. Finalmente, Movistar+ la estrena hoy como Vida Perfecta, serie creada y protagonizada por Leticia Dolera que tiene en la elección final del título uno de sus muchos aciertos. El resto van desde el reparto tanto femenino como masculino a una gran cantidad de temas nada fáciles de abordar en los que se mete de lleno y consigue salir airosa.
Cuenta Dolera, en una conversación con Público solo un día antes del estreno, que el título de Vida Perfecta viene del que pensaron para el mercado internacional. Le “encantó” porque “refleja más la complejidad de la serie que Déjate llevar” y se lo quedó. No le falta razón. Sobre todo porque cuando se ve la serie lo que se descubre es que esa idea de perfección que cada uno se imagina para sí mismo es posible que una vez en el mundo real no lo sea tanto. La realidad no es idílica y hay mucho de eso en una ficción que, como señala Dolera, “no se basa en la trama o en la peripecia, sino en cómo estos personajes maduran y se enfrentan a la vida”.
Sus tres protagonistas, María, Cristina y Esther, representan a tres mujeres en algún punto de la treintena con vidas muy distintas, pero cada una con sus propios problemas. Habiendo sido quien creó la serie y quien la escribió junto a Manuel Burque, Dolera podría haberse reservado cualquiera de esos tres papeles. Se quedó con el de esa joven algo maniática, por decirlo así, que cuando está apunto de cumplir su sueño de niña ve cómo todo se desmorona y tiene que afrontar el reto de ser madre soltera. La actriz y directora reconoce que “desde el principio, cuando empecé a escribir, ya me imaginaba en el papel de María. Por un lado, está bastante inspirado en mi personalidad, llevada al extremo evidentemente, pero sí que tengo esa cosa de que me gusta tener el control, me gusta planificar, saber lo que va a pasar… y supongo que hago la serie para decirme cosas a mí misma”.
"Cuando empecé a pensar en estos personajes me di cuenta de que cada uno tenía una herida distinta, defectos distintos"
Con cada uno de los personajes aborda una amplia variedad de temáticas complejas que pasan por el aborto, una crisis existencial que algunos denominarán ‘de los cuarenta’ pero que es algo mucho más profundo, la maternidad, la discapacidad, la conciliación, la infidelidad, el amor, el sexo, la amistad… y todas responden a las propias inquietudes de Dolera. “Cuando empecé a pensar en estos personajes me di cuenta de que cada uno tenía una herida distinta, defectos distintos… Lo que sí tenían en común era expectativas de vida y que las tres transitaban por caminos que a mí me generan preguntas y me inquietan, me preocupan. Son cosas que hablo con amigas y amigos y que supongo que por eso siento la necesidad de hablar de ello y explorarlo. No sé si para darme repuestas, porque creo que la serie no las da ya que no te dice cuál es la vida perfecta o cuál es el buen camino o el malo, pero sí para sentirme menos sola, para compartir las preguntas con los espectadores”, explica sobre la razón de ser y el sentido de su serie.
Pese a abordar temas tan ‘serios’ y profundos, no se hace desde el drama o la intensidad, sino desde un tono más desenfadado que se vuelve cómico cuando conviene. Sobre todo porque todos y cada uno de los papeles, por secundarios que sean, son complejos en su creación y, pese a la empatía que despiertan, pueden caer mal por momentos. Es algo que pasa ya en la primera escena con el personaje de María como adulta. Su forma de ser hace que el espectador (casi) inevitablemente se ponga del lado Gustavo (David Verdaguer) en una ruptura ante notario que es el desencadenante de todo lo que viene después para ella. Un detalle del que Dolera no solo reconoce ser consciente, sino que es buscado tanto por ella como por Burque cuando se sentaron a escribir los guiones. “Todos tenemos un lado no ideal, pero no por eso somos peores personas”, comenta Dolera.
Como compañeras de aventuras, la directora de Requisitos para ser una persona normal se rodeó de una Aixa Villagrán cercana, alocada y a la vez desgarradora cuando toca como Esther, hermana de Dolera en la ficción y con un viaje muy interesante como esa mujer que roza los cuarenta, artista que no vende sus obras y que busca relaciones con mujeres más jóvenes que ella. Como tercera ‘mosquetera’, en el papel de Cristina, Celia Freijeiro -actriz que cogió el relevo de Aina Clotet tras su controvertida salida del proyecto-. Ella es madre de dos hijas y abogada con una carrera exitosa que se niega a claudicar y a dejarse llevar por toda esa presión social que le empuja hacia la jornada reducida. A través de su personaje, Dolera y Burque reflejan de manera veraz el dilema y la tesitura al que se enfrentan muchas mujeres de hoy en día a las que hay quien cuelga el cartel de ‘malas madres’ simplemente por el hecho de querer seguir teniendo proyección en su profesión una vez llegan los niños a su vida.
En ese sentido, el discurso de Dolera durante la entrevista y que se ve reflejado a la perfección en la pantalla es claro y contundente: “Hemos crecido en una cultura que idealiza el rol de la madre. La madre es una santa y como tal siempre está disponible, siempre es cariñosa, siempre es dulce, siempre está para ayudar…”. Por eso, como se ve en un diálogo tan real como la propia vida en el que Cristina reconoce ante su marido que a veces no soporta a sus hijas la mirada del otro es de sorpresa y rechazo cuando verbalizar algo así no implica que se quiera menos a los hijos. “Eres una persona, un ser humano enfrentado a una situación de estrés y también tienes estas sensaciones y frustraciones”, analiza Dolera, quien defiende la necesidad de verbalizar en momentos como ese.
La discapacidad con sus “luces y sombras”
Aunque llevan el peso de la serie, no están solas. Hay muchos personajes masculinos en su universo. Dos de ellos especialmente interesantes y remarcables. Uno es Gari, al que da vida Enric Auquer (Quien a hierro mata), que esta viviendo su gran año. El otro, Ricardo, padre del primero y al que interpreta Pedro Casablanc. Juntos forman una unidad familiar de dos cuya historia permite abordar un tema tan poco tratado en la ficción televisiva española como la discapacidad. Al menos, no así. Un tema, como dice Dolera, “delicado”, pero que consigue plasmar sin paternalismos, sin infantilizar a nadie y desde esa sensibilidad que otorga el haberlo vivido de cerca.
Es algo a lo que se había enfrentado en su primera película, pero que le apetecía abordar desde otra perspectiva menos “ingenua” como ella misma define a su mirada en Requisitos para ser una persona normal. Allí el tono y el formato, como de cuento, eran otros. Aquí, sin embargo, relata más “las luces y las sombras, si bien pienso que sigue estando tratado desde un punto de vista luminoso y positivo, pero no tan naíf. Para mí era importante no caer en el paternalismo, no caer en esta infantilización, que a veces es fruto de la protección y de querer cuidar mucho a una persona que sabes que es vulnerable en la sociedad”.
"Para mí era importante mostrar que las personas con discapacidad o diversidad funcional también tienen deseo, sueños, trabajan y quieren vivir solos e independizarse”
Aclara que “no es critique a la gente que infantiliza esto, pero a mí me parecía necesario no ser paternalista y a la vez empoderar a las personas con discapacidad. Porque si vas a retratar a un grupo que socialmente es vulnerable tienes que darles también su lugar y su espacio. Para mí era importante mostrar que las personas con discapacidad o diversidad funcional también tienen deseo, sueños, trabajan y quieren vivir solos e independizarse”. Un cúmulo de aspiraciones del ser humano que en su caso es algo más complejo y que les enfrenta a veces “a mucha frustración”. Y a sus padres, a “muchos miedos”. Para dotar a su trabajo de una visión profunda y documentada más allá de su propia experiencia tanto ella como Burque visitaron pisos tutelados y se reunieron con trabajadores sociales. Sin perder, eso sí, esa “cosa que nace de que mi propia mirada, porque parte de la ternura con la que miro el mundo es consecuencia de haber convivido con la discapacidad”.
En cuanto a la elección del actor para dar vida a Gari, ese rollo de una tarde del que su personaje se queda embarazada y del cual descubre después que sufre una discapacidad, dice que vieron a varios actores, con diversidad funcional y sin ella, pero que en el momento en el que conoció a Auquer lo tuvo claro. “No hizo falta hacer más pruebas, porque de repente era el personaje que yo me había inventando y, además, una cosa muy importante, que él y yo como actores teníamos mucha química”, sentencia.
Y por último, el sexo, tema muy presente en las tres historias y para el que la consigna era “mostrar a las mujeres como sujeto que desea y no solo como objeto deseado. Como seres que disfrutan de su placer, que toman decisiones y que tienen una vida sexual activa en distintas fases de la vida”.
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