Entrevista a Revólver"No sé si nos merecemos a quienes están en Moncloa"
Jose Carmona
Madrid--Actualizado a
Iba para jugador de balonmano pero una lesión le apartó del deporte. Cogió una guitarra y tras alguna banda para iniciarse, comenzó el camino de Revólver, que le ha llevado a grabar casi 20 discos y este 2023, más de tres décadas después de sus primeros pasos, tendrá una gira de unos 60 conciertos. "Si no hubiera sido músico me habría flipado ser profesor de literatura en un instituto de un pueblo pequeño", asegura cuando divaga sobre vidas alejadas de los escenarios. Sostiene, y suena convincente, que su amor por la literatura es tal que puede escribir sin el menor esfuerzo una carta en el castellano del s.XVI. Talentos inútiles pero reconfortantes para uno mismo.
Carlos Goñi tiene ya 61 años y fuma de vapeador. Se sienta en la cocina de Público y empieza a charlar sobre su último álbum, Adictos a la Euforia. Si Miguel Ríos es el padre del rock en España, Goñi es de los pocos que aún defiende un género cada vez más en desuso: "La primera vez que cogí una guitarra recuerdo a Neil Young decir "el rock and roll está muerto". No elegí el caballo ganador [Risas], pero me declaro en la resistencia de alguna manera, el nicho cada vez es más pequeño", sostiene mientras chupa el cigarro de mentira.
¿De qué se escribe a los sesenta años? El Dorado relataba cómo sus padres vivían para trabajar y así ofrecer futuro a sus hijos; en Calle Mayor, el racismo latente de España. Un músico y cronista de los años noventa donde no faltaban las coplas al desamor. En Adictos a la Euforia todavía hay alguna pincelada de ese viejo retratista social, pero brillan más las canciones sobre las derrotas (Al infierno sin papeles), las fuerzas para reinventarse (Calor y tiempo) y los placeres cotidianos (El anillo de boda). Todas ellas, con su sonido más rockero en mucho tiempo: "En este álbum encuentro el porqué de mi dedicación a la música. Encuentro los fundamentos de las canciones que me rompieron el corazón y me hicieron un feligrés del rock en los 70. Son una autopista directa entre hoy en día y mi memoria más inicial en cuanto a las canciones que me hicieron estremecer. Si a algo suena, es a Bruce Springsteen y a Neil Young", apunta Carlos Goñi.
El mundo ha cambiado tanto desde que Revólver empezaba que el formato con el que granjeó su fama ahora, seguramente, le provocaría la ruina inmediata. Goñi se popularizó gracias a sus álbumes en directo. "Hacer un disco en directo ahora es cero rentable, pero mi Básico I vendió medio millón de discos. Una de las cosas que siempre he tenido como asignatura pendiente era que Revólver en estudio sonara igual que en directo. Hasta este último disco no lo había conseguido", apunta.
Para conseguir ese anhelo, el sonido de las salas en un disco, ha sido importante grabar durante una gira, asegura: "Durante una gira coges manías y ciertas estructuras técnicas que son válidas para tocar en vivo, pero no en estudio. Entonces, lo que grabas estando de gira, suena muy directo. La caña, la presión..., la grabación de este disco ha sido una locura", reconoce sobre Adictos a la euforia.
"Me he tirado toda mi puta vida leyendo tres periódicos y lo tuve que dejar porque no me creía nada"
La inspiración, reconoce, sufrió cierto traspiés por culpa de la pandemia del coronavirus. "Decidí no escribir ni una coma sobra la pandemia, y además decidí salir de redes sociales porque todo se polarizó mucho. Vi a amigos míos polarizados, tratar de facherío todo lo que no es opinar como tú y al revés... No tenía nada distinto que ofrecer aparte de más mala leche y por eso decidí salirme. Me he tirado toda mi puta vida leyendo tres periódicos y lo tuve que dejar porque no me creía nada", reconoce ante esta crisis de fe que sufre en torno a la política, cada vez más abundante y tan díficil de canalizar hacia buen puerto.
Y sin embargo, asegura que la política le "fascina". "Cuando alguien dice que pasa de política pienso que eso es imposible, no se puede", alega antes de criticar con vehemencia al actual Gobierno de Pedro Sánchez: "Mi única duda es que no sé si nos merecemos a quienes están en Moncloa o no. Muchas veces nos miro y pienso que sí, pero otras veces no. Si están ahí es porque les hemos llevado nosotros y el problema es nuestro. Aún no he conseguido airear esa duda", dice para finalizar la reflexión con una sonrisa amarga.
Sin duda que Goñi transmite una fuerte fascinación por la política, y dentro de ese embrujo en el que se confiesa, guarda una dura crítica contra el PSOE: "Con el Gobierno de Zapatero me censuraron Mestizo. Salió de todas las emisoras en 72 horas. Había una frase que decía "Ningún padre debería ver morir a sus hijos, aunque los generales no opinen igual, solo tengo una bandera digna de sacrificio y es la sabana que cubre el cuerpo de mi mujer". Y, ¡fuera! Para que luego hablemos de que la cultura pertenece a no se quién", recuerda irritado sobre esta presunta censura mientras baja la mirada.
El legado del artista y la caída a los infiernos
A cierta edad uno piensa más en su legado que en el porvenir y lo cierto es que al líder de Révolver no hace falta preguntarle por su herencia, es una cuestión que brota de sus labios al hablar de música: "Si pensara en mi aportación real a la música, más que un buen puñado de canciones que he conseguido tejer, es Argán —disco publicado en 2011—. Pasé una puerta que nadie había cruzado y no tengo la sensación de que nadie más lo haya hecho. Había escuchado muchas veces la música del Magreb mezclada con el pop y con el flamenco, pero con el rock no. Estoy orgullísimo de ese disco. La mezcla es la esencia de la vida, por lo menos de la manera en la que yo entiendo la vida", asevera.
"Si quisiera repetirme habría hecho 'San Pedro' 32 veces más"
No repertirse y, siempre desde el rock, experimentar con sonidos e instrumentos, ha sido la máxima de Carlos Goñi, aunque eso le haya llevado a romper con su discográfica: "Uno de los motivos por los que me fui de Warner Bros es porque al sacar Capitol me dijeron "pero aquí no hay ningún tema como Babilonia". Es que ya lo hice, no lo volveré a repetir. Si quisiera hacer eso, habría hecho San Pedro 32 veces más".
Con su enésima gira a la vista, Revólver tiene agendada La Riviera en Madrid. Hace unos años actuó —y grabó— en el Teatro Circo Price, mientras que ahora visitará teatros en todas las grandes ciudades del país. De algún modo, ha sabido surcar las olas de la popularidad y no caer en el olvido: "Hay giras de 110 conciertos y otras de 30. Lo que no he hecho nunca es dejar de escribir porque tenga pocos conciertos o volverme gilipollas porque haga muchos. Siempre he procurado que me gusten mis lunes".
"No he llegado a bajar al infierno, ya estuve en él. Me fui de mi casa con 18 años y durante ocho meses de mi vida supe de verdad qué era el concepto de pasar hambre. Hasta entonces no lo conocía. Pasar hambre de tener un kilo de arroz que tu novia ha cogido de casa de sus padres y saber que te dura 4 días. Cuando has pasado eso y luego tocas el cielo a nivel económico si me apuras, entiendes que la vida es así", relativiza Goñi.
"No soy el tipo más fácil para trabajar — apunta ante los rumores que aseguran que es un tipo complicado —. Intento lidiar con sentido del humor porque todo el mundo trabaja como animales y entonces no me importa estar horas con una toma. Pero me permito licencias tipo "estoy encantado, de aquí solo se puede mejorar". Aun así, he conseguido que los músicos me crean. Después de 19 discos has hecho de todo y yo me lo digo a mi mismo: "Esto ya lo hice". Lo disfruto hasta la obsesión".
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