Este artículo se publicó hace 13 años.
Malick se lleva la Palma más valiente
El jurado hace justicia premiando a 'The Tree of Life'. Almodóvar y Kaurismäki, los grandes derrotados
Más grande que la vida. Así es The Tree of Life, la película de Terrence Malick que recibió ayer la Palma de Oro del Festival de Cannes, en un acto de valentía y justicia poética incontestable. El jurado presidido por Robert De Niro hizo lo debido: ponerse de acuerdo para premiar una película extraordinaria y compleja, con múltiples irregularidades, sí, pero también con una osadía cinematográfica cósmica. En realidad, no podía pasar otra cosa: Malick era el dueño moral de la Palma de Oro, por haber creado un espécimen único en la historia del cine.
Dejarlo sin premio hubiera sido una losa demasiado pesada para el jurado, que aceptó entregar su galardón más importante a un director ausente, que nunca aparece en actos públicos. Malick hizo una excepción para colarse anónimamente en la proyección de su película el pasado lunes. Ayer, los productores del filme recogieron la Palma de Oro en el escenario de la sala Lumière del Palais des Festivals. Ni siquiera apareció el productor y actor de la cinta Brad Pitt.
La película del norteamericano es una sinfonía al origen del universo
El árbol de la vida es una sinfonía a las primeras cosas, al origen de la vida en el universo. El americano, ahora sí el director de culto por excelencia, sitúa al espectador en el territorio del asombro al descubrir un mundo nuevo, al ponerlo a contemplar el misterio de la naturaleza y de la vida. Para ello, Malick va de lo macro (el origen del universo y de las especies, incluidos los dinosaurios) a lo micro (la infancia de tres niños en una familia de Texas en los años cincuenta) y lo hace a través del impresionismo y de una narración líquida, como los fluidos orgánicos de la vida. Asombrados (y en ocasiones espantados, sobre todo por el lamentable final del filme) asistimos a una película que toca en lo íntimo al espectador, al tiempo que lo apabulla con sus vuelos hipertróficos. ¿Acaso la genialidad no es siempre contradictoria?
Los perdedoresPero más allá de una Palma de Oro que será recordada y discutida durante meses, quizás años, el palmarés dejó ante todo decepción para muchos, que contaban con que los otros dos favoritos, Pedro Almodóvar y Aki Kaurismäki, rascaran algún premio importante en La Croisette. En realidad, desde el domingo por la mañana, se hablaba de que La piel que habito no había logrado convencer a los miembros del jurado. "Pedro está afectado", dijeron a Público fuentes cercanas a El Deseo. Almodóvar recibió sólo un premio técnico, el Vulcain de fotografía, que recayó en las manos de José Luis Alcaine. El otro perdedor de la noche fue el director finlandés, cuya película Le Havre lideraba muchas de las encuestas. Kaurismäki debió consolarse con el premio Fipresci que entrega la crítica internacional.
Malick, que no recogió el premio, se coló como anónimo en la proyección
No fue sorpresa pero sí justo que Cannes volviera a premiar a los que son ya sus directores fetiche por excelencia. El gran premio del jurado fue a parar a Le gamin au vélo (El niño de la bicicleta) de los hermanos Dardenne, un bellísimo cuento de hadas realista, que había generado unanimidad entre una crítica sorprendida por la repentina luminosidad de unos cineastas de común sombríos. Luc y Jean Pierre Dardenne compartieron su premio con el turco Nuri Bilge Ceylan y su extenso filme existencialista Once upon a Time in Anatolia, visto el último día del concurso.
Inesperado, aunque lógico viniendo de un jurado con amantes del cine de acción como De Niro, Johnnie To y Uma Thurman, fue el premio a mejor director que fue a parar a Nicolas Winding Refn. Drive convenció con su propuesta vibrante y su reformulación inteligente del cine de acción de los ochenta. Pero el acto de mayor independencia del jurado se dio con Kirsten Dunst, que recibió el premio a mejor actriz por su papel en Melancolía, película malograda por las palabras necias sobre Hitler de Lars von Trier, que desembocaron en una decisión sin precedentes de la dirección del Festival, que acabó nombrándolo persona non grata. A pesar del escándalo, no pagaron justos por pecadores y Dunst recibió un premio merecido. "Qué semanita llevo", espetó la actriz al recoger su premio.
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