Este artículo se publicó hace 7 años.
Entrevista a Ken Loach“Los líderes de la clase obrera no han confiado en la fuerza de los trabajadores”
El cineasta mantiene intacta la esperanza de cambio. En un coloquio en la Academia de Cine se confesó internacionalista y defendió la convicción en la resistencia. Su filme ‘Yo, Daniel Blake’ aspira al Goya a la Mejor Película Europea.
Madrid--Actualizado a
MADRID.- “El mayor cambio que hemos sufrido en el último medio siglo es que se ha pasado de la solidaridad colectiva a la avaricia privada”. Ken Loach, generoso, brillante y siempre nutritivo, conversó con la prensa y el público en un coloquio celebrado en la Academia de Cine, que hasta el 8 de febrero le dedica un ciclo de cuatro películas. El cineasta ha viajado a Madrid para acudir a la gala de los 31 Premios Goya, donde Yo, Daniel Blake aspira al galardón a la Mejor Película Europea. Pero antes de todo ello, Público pudo charlar unos minutos con este gran y excepcional cronista de su tiempo.
Usted lleva cincuenta años luchando desde el cine por los trabajadores, los desprotegidos, la justicia social… ¿qué es lo que ha cambiado en este tiempo?
Todo ha cambiado mucho y para peor. En Gran Bretaña, después de la guerra, en los años cuarenta, se consiguió hacer real la idea de bien público, eso es lo que queríamos conseguir. Pensamos que igual que la guerra se vio como una hazaña colectiva, la paz también se haría de una forma organizada y como un logro colectivo, pero en ese periodo lo que ocurrió es que pasamos del bien común a la privatización. El bien colectivo se convirtió en privado con el thatcherismo y esa ideología se ha propagado como un veneno por toda Europa y se ha convertido en la ideología dominante. Ahora vivimos la avaricia de las grandes corporaciones, todo se rige por el deseo y el afán de dinero. El mayor cambio que hemos sufrido en el último medio siglo es que se ha pasado de la solidaridad colectiva a la avaricia privada.
Siempre ha apoyado la lucha de la gente en la calle, usted lo hace también desde el cine. Pero en España tenemos un gobierno corrupto que ha sido reelegido, a pesar de la lucha de la gente en la calle.
Desde luego es una gran lucha la que tenemos. En Gran Bretaña, nos hemos organizado muy bien para las manifestaciones y los discursos, pero el error que hemos cometido es el de no saber integrarnos en los medios de comunicación, que no son neutrales. Los medios de comunicación pertenecen a grandes corporaciones, muchas del Estado, y defienden sus intereses. Tenemos que encontrar el camino de intervenir en los medios. Se nos da mejor integrarnos en los medios sociales. Un grupo en Inglaterra hemos concluido que no vamos a poder ignorar a los medios y ahí tenemos un gran problema.
¿Una solución para los trabajadores y la injusticia social sería una Europa diferente?
Sí. La idea de la Unión Europea debe ser la de una gran cooperación, hay que ser internacional. La idea de Europa que ha surgido con el Brexit es muy tóxica. Hay que conseguir una Europa con poder de cooperación y que luche por la propiedad común y el pleno empleo.
Con ‘Yo,Daniel Blake’, Palma de Oro en Cannes, ya lleva cinco nominaciones a los Goya. ¿Qué significan los premios para usted?
Los premios, todos, dan validez a las películas. Esta película es un retrato de la vida de la gente en Europa. Un tipo de vida que está padeciendo mucha gente y la película les da una fuerza añadida, les dice que vale la pena resistir y que tienen una voz.
Paul Laverty le convenció para hacerla cuando había anunciado que se retiraba.
Paul Laverty es el demonio que me convenció para hacer esta película, ¡anda que no me hace trabajar! Es un buen tipo y un buen amigo, vemos el mundo igual, políticamente analizamos igual las cosa, nos reímos mucho. Nos apoyamos mucho el uno al otro.
La entrada de Ken Loach en la sala de proyecciones de la Academia de Cine se recibió con fuertes y largos aplausos. En el coloquio que tuvo con los asistentes, sonrío todo el tiempo, a pesar de la gravedad de muchas de sus reflexiones.
Esperanza en el cambio
“Supongo que es una estupidez por mi parte mantener la esperanza, pero la historia todavía no ha terminado, hay siempre cambios y nuevas fuerzas emergiendo. El conflicto de siempre es el de los empresarios con la gente trabajadora. Eso siempre existirá y no va a terminar hasta que ganemos”.
La división de la izquierda
“¿Farsa o tragedia? El problema siempre ha sido el no tener confianza en la fuerza de la clase trabajadora. Los que han liderado la lucha obrera no han entendido suficientemente bien las teorías políticas y siempre se les ha podido comprar. Los pactos con los empresarios de los socialdemócratas han llevado a la izquierda a la derrota”.
“En Gran Bretaña, el líder del Partido laborista, Jeremy Corbyn, es un hombre excepcional, el primero de toda la historia que como líder ha encabezado también piquetes con los obreros, y quiere romper las relaciones serviles con EE.UU. en política exterior. Es un hombre tranquilo y lleno de vida. Pero es una diana fácil. Intentan destrozarle porque quiere reducir el poder del capital, pero el peor enemigo son los propios diputados laboralistas, que han votado la privatización y no han querido devolver el poder a los sindicatos. Corbyn les dice que se equivocan, entonces no le quieren apoyar.
Las políticas de Trump
“Las políticas de Trump son aberrantes. Lo que queremos es justo lo opuesto a construir muros. Los problemas del mundo solo se pueden solucionar si trabajamos juntos. La idea de división y enfrentamiento es aberrante. Es difícil saber cómo va a evolucionar, pero con sus ataques contra mexicanos, musulmanes… se están despertando los fantasmas del racismo y eso es muy peligroso”.
Las respuesta es organizarse
La Unión Europea no es una organización a favor de los trabajadores, sino del mercado libre. Grecia ha tenido que venderse después de haber sido destrozada y explotada. Y la derecha dice que la culpa de todo la tiene el forastero. La Unión Europea tiene que reescribirse desde el principio y trabajar para crear movimientos a través de toda Europa. La clase obrera va a ir a peor. La respuesta, por supuesto, es organizarse, apoyar a los sindicatos, luchar… A menudo los líderes sindicales no confían en que la gente vaya a llevar a cabo sus acciones, el problema es esa desconfianza en la clase obrera.
"Socialismo o supervivencia"
“Nunca he pensado que el cine pueda cambiar el mundo en el sentido que la gente lo piensa, peor podemos ser una voz en un coro enorme. Y cuantos más haya, mayor será el papel que desempeñemos. Podemos llevar a crear movimientos, a definir ideas. Creo que tenemos que creer eso, lo contrario es creer que no podemos hacer nada. La diferencia ahora de cuando empecé es que entonces pensábamos que si no se lograba en este siglo, se lograría en el siguiente. Pero ahora los científicos del medio ambiente nos han dicho que no tenemos siglos, que es cuestión de décadas. Eso solo podemos solucionarlo a nivel internacional y trabajando juntos. Hay que llegar a un control demográfico, a reorganizar los recursos mundiales, a conseguir la propiedad común. Es un objetivo enorme, pero no hay otra manera. Rosa de Luxemburgo decía: “Socialismo o barbaridad”. Ahora es ‘socialismo o supervivencia’.
Las descomunales grietas de la democracia, la estafa del sistema de Seguridad Social de los países europeos, la ruina moral de la sociedad, la crisis global de valores, la forma en que el capitalismo ha conseguido convencer a los pobres y a los trabajadores de que la culpa de todo es nuestra, el pavoroso renacer de los movimientos ultraderechistas… todo ello es Yo, Daniel Blake, gran película de Ken Loach, que, como no podría ser de otro modo en este creador, apuesta fuerte por la humanidad y la solidaridad. Es una de las películas nominadas a Mejor Película Europea en los 31 Premio Goya.
Hace cincuenta años, este combativo y enérgico cineasta, retrató una sociedad tiranizada por la injusticia en un episodio televisivo, Cathy Come Home (1966), donde ponía el foco en los desheredados. Desde entonces el mundo se ha ido descomponiendo más y más, mientras Ken Loach ha seguido ahí, resistente, comprometido, sin una sola grieta en sus convicciones. Ahora, a punto de cumplir 81 años, sigue siendo el mismo hombre, un hombre bueno, aunque un cineasta mucho más depurado y elegante en su estilo. Tenaz cronista de su tiempo, ha recorrido el último decenio acompañado por el guionista Paul Laverty, que le convenció de que volviera a dirigir después de que él anunciara que lo dejaba. Por el momento, Yo, Daniel Blake, Palma de Oro en Cannes, es la última película de este grandísimo maestro, a no ser que Laverty vuelva a tentarle con otra historia necesaria.
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