Gemma Pasqual, autora de 'Torturades': "Todas las secuelas que arrastran tienen que ver con el sesgo de género"
El libro 'Torturades' recoge el testimonio de mujeres que han sufrido la represión de la policía franquista y de la posterior. Es el resultado de las investigaciones y entrevistas que la escritora Gemma Pasqual ha hecho a mujeres que sufrieron el horror d
Barcelona--Actualizado a
Una de las direcciones más oscuras del mapa barcelonés es el número 43 de Via Laietana, sede de la Jefatura Superior de Policía de Catalunya. Esta dirección para muchas personas es sinónimo de represión, tortura y violencia, y prueba de ello es Torturades. El libro es el resultado de las investigaciones y entrevistas que durante dos años la escritora Gemma Pasqual (Almoines, 1967) ha hecho a mujeres que sufrieron el horror de saber cómo las gastaban los policías de dicha comisaría.
Para sacar adelante el volumen, Gemma Pasqual se ha puesto el sombrero de periodista: "Yo tenía que vestirme de periodista, y tenía que tomar distancia. Pero la fuerza me la han dado ellas al darme confianza, al hablar mucho. Sobre todo quería ser rigurosa, buscar toda la información, los datos precisos, y he tenido la ayuda de periodistas que me han pasado información de hemerotecas. Ha sido un viaje doloroso, sí, pero me sentía útil".
Torturades tiene forma de crónica periodística y da voz a 22 mujeres que han sufrido la brutalidad de la Policía en la comisaría de Via Laietana de Barcelona. Todas ellas hablan de las secuelas físicas y emocionales, y sus testimonios hacen de este libro una herramienta para hacer justicia, un clamor contra el olvido.
"Más que un libro esto es una denuncia", sostiene Gemma Pasqual, que empezó a investigar sobre el tema después de ver una entrevista en televisión. Enseguida le llamó la atención que la tortura tiene sesgo de género.
"Lo del sesgo de género, lo dice la ONU y los organismos de derechos humanos. Y muchas de las mujeres insisten en ello, en la forma de respirar sobre ellas, en hacerlas ir al baño con las puertas abiertas… o el caso de Soledad Real, que la golpearon en el bajo vientre y ya no pudo tener hijos. Todas las secuelas que arrastran tienen que ver con el sesgo de género", sostiene la autora.
La estructura del libro es casi cronológica, pero con dos excepciones. Empieza con el caso de Xènia Garcia en 2019, y retrocede hasta 1941 para avanzar década a década hasta la actualidad.
Una de las cosas que denuncia el libro es que las torturas no son asunto exclusivo del régimen franquista. Algunas de las mujeres hablan por vez primera de las torturas que sufrieron hace décadas y otras son más recientes, como es el caso de Ruth Gavarró, detenida en el 2002 en una manifestación antifascista del 12 de octubre. "Yo pensaba que esto no podía ocurrir y que a los policías se les caería el pelo, el juicio estaba amañadísimo, las preguntas que nos hacían eran muy ridículas. No nos dejaron hablar, me oía ridícula, como nadie, dijera lo que dijera. Finalmente quedamos absueltas, y a partir de entonces fui a alguna mani pero cuando veía policía me cogía ansiedad, y me desvinculé del movimiento. Recuerdo que a mi madre le preguntaban qué ha hecho tu hija, porque Igualada, mi ciudad, en realidad es un pueblo grande, no entendían que sólo me había manifestado. En 2002 yo era una cría, tenía 18 años, lo más fuerte es que esto sigue ocurriendo. El libro me pareció una idea muy bonita, porque los periódicos cuentan lo que quieren. También tengo agradecimientos a Alerta Solidària (organización de defensa de detenidos por causas políticas) que estuvieron muy pendientes de todo el proceso, y nos ayudaron mucho", explica Gavarró que acabó llena de moratones de los golpes, y con las rodillas hinchadas, después de estar cinco horas de cara a la pared.
Combatir la impunidad y la desmemoria
Combatir la impunidad y la desmemoria es otra de las voluntades de Torturades. Por eso el libro se cierra con una lista de 57 policías señalados por testigos, por organizaciones memorialistas y medios de comunicación, muchos de ellos denunciados ante varios tribunales
Otra de las mujeres presentes en el libro es Pilar Rebaque, una abogada que ha dedicado buena parte de su trayectoria a luchar por la memoria democrática y los derechos de las mujeres: "Cuando me hablan de Via Laietana 43 lo primero que me viene a la cabeza es el mes de diciembre de 1970. Me detienen cuando el Consejo de Guerra de Burgos, tenía 18 años, era del movimiento estudiantil, y luego estuve en la cárcel de la Trinidad. Lo que me ocurrió hace tiempo que lo cuento. Soy de la Comissió de la Dignitat (entidad memorialista), y desde 2005 reivindicamos que Via Laietana sea un espacio de memoria. Y hace dos años, decidimos hacer las concentraciones ante Via Laietana, porque vemos que no se estaba haciendo nada. Cuando Gemma Pasqual vino y me dijo que estaba haciendo este libro le dije que sí, primero porque era mi reivindicación y por otra parte porque daba visibilidad a las mujeres".
Para Pilar Rebaque la vertiente de género que reivindica el libro es un aspecto fundamental: "el maltrato, la tortura y las vejaciones hacia las mujeres son más sibilinas, más de degradar, más de ensuciar, no es sólo el mal por el mal. Lo que no les gusta es que seas una mujer resiliente. El maltrato era además emocional, al menos es lo que yo experimenté, te hacen notar que pueden hacer contigo lo que les dé la gana, con todo lo que eso representa. Muchas de nosotras éramos jóvenes, yo cumplí 19 años en prisión".
Rebaque tiene muy presente lo que representaba la Policía y la impunidad de los tribunales. También tiene claro que "con la lástima no se gana ninguna batalla", "y yo esta batalla la quiero ganar", añade con determinación.
Provoca estremecimiento que todo esto pase en el corazón de la Barcelona antigua. Estremece la impunidad policial de esta democracia imperfecta. "Sobre todo se debe acabar con la impunidad, es muy importante. La Policía, da mucho miedo, el Gobierno también tiene miedo a la Policía y eso no puede ser. En todas las comisarías debería haber cámaras; y esto se denuncia en la Unión Europea y han condenado a España 11 veces por no denunciar las torturas en las comisarías. Porque cuando salen, las víctimas no pueden identificar al policía y cuando han logrado algo siempre se encuentran con una contradenuncia. En el BOE se ve cómo los indultan y es vergonzoso. Debemos mirar adelante, pero hay que convertir la comisaria de Via Laietana en un centro de memoria. Se necesita verdadera justicia y reparación hacia las víctimas de la tortura".
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