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Actualizado:Isabel Coixet tiene serie. Se llama Foodie Love, es un proyecto muy personal y desde este miércoles puede verse en HBO, plataforma que ha auspiciado el salto al formato seriado de la mujer con más Premios Goya en su haber. Como argumento, dos personas que se conocen a través de una aplicación de citas que une a apasionados de la comida. Ambos tienen heridas, odian el postureo y de sus encuentros y sus conversaciones comiendo y bebiendo se nutre esta serie compuesta de ocho episodios de aproximadamente media hora de duración.
Cuando se anunció el nuevo trabajo de la directora de La Librería desde HBO dieron noticia de ello incluyendo una frase de Coixet en la que esta explicaba que Foodie Love sería “la fusión de dos de mis pasiones: las historias de amor y la comida, a través de una historia de amor, desamor, dudas y comida, donde dos personajes se encuentran, se alejan y se reencuentran a través de un peculiar recorrido por cafés, bares, chiringuitos y restaurantes”. Eso prometió entonces y ahora, visto el resultado, se puede confirmar que es lo que ha dado.
Sobre si hay más foodie o más love en su serie, Guillermo Pfening, actor que da vida al chico que conoce a chica, explica que en su opinión cree que la directora y guionista ha combinado ambos de manera que “en cada capítulo la comida o la bebida son una excusa para hablar del amor o el desamor de estos personajes. Creo que Isabel se encargó de meter todos los ingredientes en su justa medida. Me parece que hay para las dos cosas”.
Coixet: "Foddie Love es la fusión de dos de mis pasiones: las historias de amor y la comida, a través de una historia de amor"
Historias de amor hay muchas. Lo que hace especial a esta es que reúne a dos personajes imperfectos, con muchas inseguridades, manías, miedos y un bagaje del que les cuesta deshacerse en una relación en la que comida y sexo tienen mucha importancia. Sobre lo segundo, Laia Costa avisa de que tampoco hay tanto, solo en uno de los episodios. Lo primero está siempre presente. Cada episodio gira entorno a un tipo de cocina o bebida y la cita se desarrolla en ese ambiente que tanto disfruta c.
“Ella es una gran foodie, pero no una foodie de pacotilla o de postureo. Disfruta muchísimo del mejor restaurante Michelin y disfruta igual de callejear, perderse y comerse algo que no sabes ni cómo se llama. Creo que eso es lo que reivindica”, apunta Costa. Para la actriz, “hoy en día, en el mundo hay mucho postureo en general, en todo” y lo que ha hecho en la serie es coger un pedazo de ese mundo y ponerlo en evidencia. Critican de manera nada velada ese aparentar del mundo foodie, algo de lo que también hay en el mundo de las citas. Después de todo, como sugiere Costa, “entre ellos se están detectando todo el rato si hay algo de postureo, más allá de si es foodie o no. Estos dos personajes están muy atentos a pensar constantemente que si yo he dicho esto, tú has dicho esto y por eso ahora piensas que yo voy a decir esto. Es como que se están investigando constantemente y denunciando cualquier punto de postureo que puedan tener”.
Ese pensar de los personajes sin nombre del que habla Costa es algo de lo que hace partícipe Coixet al espectador. No solo se les escucha en sus frases pronunciadas en voz alta, sus pensamientos también son accesibles a través de un planteamiento que puede costar un poco asimilar al principio pero que rápido entra a formar parte del juego y del texto de la serie producida por Miss Wasabi Films para HBO Europe. Un recurso que para la actriz protagonista es algo “muy Coixet”. Porque el uso de la voz en off “es parte de su sello, y me gustó mucho que lo recuperara con este proyecto y que tuviéramos la oportunidad de trabajar con ella; recuperar ese sello me parecía muy romántico”, sentencia Costa. Para Pfening eso es parte de lo que hace al guion salirse “de lo normal”. Un aspecto que a él le llevó a generar una “conexión” desde esa primera lectura que califica de “muy estimulante”.
Costa: "No todos los actores van a querer comer ramen a las siete de la mañana"
En Foodie Love se come mucho y se come de verdad. Coixet lo quería así y sus actores siempre estuvieron dispuestos pese a que no es una práctica muy habitual en el cine y la televisión. “A veces comer en los rodajes es complicado, por la continuidad, por si te manchas…”, explica Pfening. Sin embargo, tanto él como Costa estaban a favor. Aunque eso supusiese ramen como desayuno. “No todos los actores van a querer comerse el ramen a las siete de la mañana. Y luego depende del director. Hay directores que les interesa un tono realista y entonces lo ideal es comer de verdad y hay directores que no están interesados en ello”, añade la actriz. Ellos comieron, mucho, y bromean con el hecho de que se puede apreciar cómo del primer al último capítulo hay algún que otro kilo de diferencia.
Comida y bebida episódicas, pero también escenarios. Barcelona, Roma, Tokio… Viajes que disfrutaron y que agradecieron. Para el actor argentino porque “lo más lindo casi de nuestra profesión, al menos para mí, es también viajar y conocer un lugar nuevo; porque ese lugar cuando llegas te empapa de lo que es y te ayuda mucho, a mí me ayuda mucho”. Para su compañera, que reconoce que no le gusta mucho rodar en estudio, hacerlo el “sitios reales” es todo un lujo y de ahí que guarde un cariño especial a ese capítulo final grabado en Tokio.
Pfening: "A veces comer en los rodajes es complicado, por la continuidad, por si te manchas..."
Cada una de esas piezas, gastronómicas, geográficas y de personajes va sumando, con sus historias, sus secundarios, sus olores, sus sentimientos, sus conversaciones en primer o segundo plano… hasta componer ese rompecabezas que es Foodie Love, una serie hecha de citas en la que chica conoce chico (o a la inversa) con intención de enamorarse. Si lo logran o no hay que ir viéndolo. Como dice Laia Costa, “la serie es un puzle, al final, cuando ves todo, entiendes la imagen completa. Y mientras lo vas viendo episodio a episodio, aunque te parezca que pueden no tener nada que ver, están todos conectados. Es interesante casi a nivel de puzle, Isabel juega también con el tono”. Y es que en una misma escena se puede llorar y reír casi con segundos de diferencia.
Mención especial merece la aparición de Yolanda Ramos, capaz de robar planos como solo ella sabe y dejar grandes frases para la posteridad. Lo ha hecho antes en Paquita Salas y vuelve a hacerlo aquí. Y, aunque no llamen tanto la atención, no pasan desapercibidos los cameos de rostros conocidos como Ferran Adrià, Bob Pop, Natalia de Molina, Greta Fernández.
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