MADRID
Actualizado:“Al menos que no nos maten”, escribía María Zambrano en la primera mitad del siglo XX, anticipándose a la siniestra realidad de la violencia machista hoy. Pensadora esencial del siglo pasado, además de una escritora singular —poética y comprometida—, pagó el haber nacido mujer con el desprecio y el silencio durante decenios. Rafael Azcona y José Luis García Sánchez la rescataron en su película María querida (2004). Mujeres, feministas, pensadoras, escritoras… personajes con historias fabulosas en la realidad que el cine sí ha querido celebrar. Ahora el biopic Lou Andreas-Salomé, sobre la escritora feminista, filósofa y psicóloga rusa, se une a esta lista de títulos gracias, como en muchos otros de estos casos, al tesón de una mujer directora, la alemana Cordula Kablitz-Po.
Anciana ya, Lou Andreas-Salomé dicta sus memorias al joven Ernst Pfeiffer, a través de las que la directora intenta acercar un poco las teorías que desarrolló en su vida, al tiempo que repasa la relación intelectual y sentimental que tuvo con Nietzsche, Rilke y Paul Rée, así como su colaboración con Sigmund Freud. La actriz Katharina Lorenz coge aquí el relevo de manos de la actriz francesa Dominique Sanda, que interpretó este mismo papel en la película de la reconocida y polémica Liliana Cavani Más allá del bien y del mal (1977). “La Cavani ha tocado el sexo de Nietzsche y será castigada”, escribió la prensa sobre aquella historia en que la filósofa aparecía como una mujer desinhibida, enemiga de las reglas burguesas, y que fue un sonoro escándalo.
"Una forma perdida de existencia"
Pilar Bardem recibió el Premio a la Mejor Actriz en la Seminci por su interpretación de María Zambrano en la película de García Sánchez, en la que se contaba cómo una joven periodista (María Botto) se disponía a hacer una película sobre la pensadora después de escucharla hablar en la rueda de prensa que ofreció a propósito de la concesión del Premio Cervantes. Como muchos republicanos, Zambrano regresó a España después de más de cuarenta años en el exilio. La película fue un feliz esfuerzo por rendir desde el cine un homenaje a esta mujer. “El arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia”.
Y la huella dejada por otra de las grandes, coetánea de Zambrano, la judía alemana Hannah Arendt, la recogió hace muy poco la cineasta Margarethe von Trotta, que narró el juicio contra Adolf Eichmann al que asistió la pensadora política y con el que nació su controvertida teoría de ‘la banalidad del mal’. En sus escritos describió a este criminal nazi no como un monstruo sino como “un burócrata que cumplía órdenes”. Además, Arendt reveló su coraje y decisión al denunciar la cooperación con los nazis de los consejos judíos.
La mujer filósofa del último siglo
Con Hannah Arendt (2012), la cineasta cerraba una trilogía que había comenzado con Rosa Luxemburgo (1986). “Rosa Luxemburgo era la historia de la utopía socialista de una mujer visionaria, asesinada finalmente por soldados de las huestes de Hitler”, dijo a este periódico en una entrevista hace unos años, en la que afirmó: “Hannah Arendt es la tercera parte de la trilogía, y es una mujer mirando hacia atrás, sin ninguna utopía en la cabeza. Cuando empecé creía que Rosa Luxemburgo era la mujer filósofa del último siglo, pero ahora Arendt es más importante todavía, y es hoy cuando empezamos a comprender bien su visión”.
A Rosa Luxemburgo la mencionaba la indispensable Simone de Beauvoir cuando decía: “Solo después de que las mujeres empiezan a sentirse en esta tierra como en su casa, se ve aparecer una Rosa Luxemburgo, una Madame Curie. Ellas demuestran deslumbrantemente que no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia”. A ella también la ha celebrado el cine con películas como Los amantes del Café Flore (2006), en la que Ilan Duran Cohen narraba la relación con Jean Paul Sartre en Francia de entreguerras, o Violette (2013).
En esta segunda, Martin Provost, además de retratar a una ya influyente Simon de Beauvoir, recuperaba la figura de otra escritora feminista, Violette Leduc, Premio Goncourt y primera mujer que escribió públicamente que había abortado —“si el niño hubiera nacido no habría podido escribir”—, además de hablar de su identidad sexual, sus amores lésbicos… “Alguien tiene que decir lo que ella escribe, es necesario”, sentenció De Beauvoir, que convenció a los editores para que publicaran su obra. Curiosamente, Emmanuelle Devos que interpretó a Leduc en esta película, encarnó justo después a Simone Veil, la ministra que consiguió legalizar el aborto en Francia.
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