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Actualizado:45 cerebros y 1 corazón fue el triste botín con el que se topó el pasado verano un grupo de arqueólogos entre los 104 cadáveres enterrados en una fosa común de la Guerra Civil en el monte de La Pedraja (Burgos). 45 cerebros y 1 corazón que, gracias a las condiciones de humedad y de tipo de suelo, quedaron momificados para la posteridad. “Ocho décadas enterrados en una fosa no han bastado para hacerlos desaparecer. Como si el destino quisiera haber puesto su granito de arena en una suerte de victoria poética”, reportaba algo lírico el periodista en su nota. «El suelo los hizo suyos y nuestros / El cielo los tuvo vivos y muertos», empezó a rumiar la poeta.
“Cuando leí la noticia me di cuenta del potencial poético que tenía y terminé escribiendo sobre este tabú, este silencio incómodo que es nuestro pasado”, explica Maria Arnal, quien, junto a Marcel Bagés acaba de publicar 45 cerebros y 1 corazón (Fina Estampa, 17), un disco escrito a cientos de kilómetros y 80 años de distancia de esa maldita fosa y de tantas otras, y que, a fuerza de reivindicar su memoria, se hace colectiva en el momento en el que nos reconocemos en ella. “El presente es más abierto y más complejo cuanto más sabes qué ha pasado antes”, explica Arnal.
“Hacemos canciones para acompañar la vida, el luto, el trabajo y la fiesta, que hablan de la música como una manera de formar una comunidad”, reza la bio de su BandCamp. Un modo de entender la música próximo a la etnografía, no en vano ambos músicos llevan tiempo husmeando en fonotecas varias en busca de archivos sonoros a los que hincar el diente. Una idea, la de tejer comunidad a través de su acervo musical, que impregna todo el proyecto: “Estas grabaciones de campo y en general la música que aborda lo tradicional evoca por defecto una mirada nostálgica del pasado. Nosotros no nos queremos quedar ahí, buscamos hacer útil todo esto, darle cuerpo para evitar esta idea de museo”, explica Arnal. “Nos interesa mucho —intercede Bagés— la cotidianidad, esa capacidad que tienen estas músicas de hablar de lo cotidiano, nuestro reto es poder trasladarlo al presente”.
Lo doméstico al servicio de la comunidad como arma que blandir frente a la desmemoria. Un olvido ante el que Maria y Marcel se revuelven en cada halo de voz y en cada trasteo. “En lo cotidiano es donde se expresa todo, en lo personal está lo político. En ese sentido, nuestra música habla mucho desde el nosotros pero abriendo el espacio hacia otras dimensiones…”, matiza Arnal. Un modo de acicalar el folklore autóctono manteniendo la esencia, sacándolo de la vitrina del tiempo para uso y disfrute. A fin de cuentas, si no nos podemos apropiar de lo popular, qué nos queda. “Empezamos trabajando con grabaciones de campo, nos interesaban por lo que explican esas canciones en cuanto a la autoría, pero también con la música como necesidad expresiva, como placer cotidiano. Digamos que por un lado son canciones que me han permitido reconciliarme con la idea de que podía cantar sin tener título, y por otro, al estar abiertas, podemos intervenirlas”.
Bagés sintetiza con un símil fluvial: “Es como un río, que va cambiando pero siempre a partir de algo. Todo está creado por todos”. Un caudal que la pareja recoge, manipula a su antojo, y restituye vía Creative Commons como si nada hubiera pasado. Pero algo sí pasó; ecos de fandangos, cants de batre, jotas y músicas ibéricas desfilan por 45 cerebros y 1 corazón engalanados a veces, bellamente emborronados otras, sugerentes siempre. Y en ese morral repleto de pasado; dos vetas. Tú que vienes a rondarme, una suerte de detonación lírica con la logofrenia de Kate Tempest y las viñetas alucinadas de Alan Moore en la retina. Y dos, Ball del vetlatori, canción en la que recogen la tradición mediterránea de velar a los bebés muertos antes de los tres años con una noche de música y danza. “El modo en el que vives la muerte dice mucho de cómo vives tu vida también”, confiesa Arnal.
La Verbena les consagró
Ganadores del Premio Ciutat de Barcelona de Música por su —según el jurado— «revitalización del patrimonio oral que destaca tanto por la dimensión social y ética como por la alta calidad musical», la vocalista de Badalona y el guitarrista de Flix (Tarragona) no han parado de recibir reconocimientos por su segundo EP, Verbena, single del año para la revista Rockdelux y reciente Premio Time Out a la Mejor Obra Artística del ejercicio. Teatros, salas y festivales como Pirineos Sur, Vida o Musikaire han acogido una propuesta que se hizo notar en la Opening Night del último Womex (Santiago) donde brillaron con luz propia.
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