Un cuento de terror en el Mar Menor: "Los magnates del ladrillo ganaron con la connivencia del PP"
La novela 'Lodo' se aproxima al drama ecológico de la albufera de Murcia, repasa la actividad política y sufre en primera persona el desastre medioambiental.
Jose Carmona
Madrid-Actualizado a
«Cuidar de los ecosistemas implica velar por un fragmento de mundo con un amor alejado del discurso identitario, más allá y desvinculado del afán de posesión, del empeño en someter una fracción de tierra a los deseos humanos». Esa una de las reflexiones de Lodo, el nuevo episodio nacional publicado por la editorial Lengua de Trapo y escrito, esta vez, por Begoña Méndez.
El Mar Menor perece con lentitud, víctima de la explotación del suelo y el turismo. Lodo significa una aproximación literaria a este crimen ecológico perpretado con la venia del poder de la Región de Murcia, que lejos de frenar las políticas que degradan la albufera, han sido incentivadas para exprimir el rédito económico.
"Sientes que te metes en una llaga —describe Begoña, escritora del ensayo, sobre su experiencia al introducirse en el lodazal que es el Mar Menor—. Desde fuera es una cosa verdosa, pero al entrar me hundí y me clavé hasta la pantorrilla. Sientes una sensación de arenas movedizas que te tragan y te envuelven. La piel se enrojece rápidamente y empieza a picar. Son aguas totalmente intoxicadas", relata la autora de Lodo.
"Al entrar en el lodo del Mar Menor, la piel se enrojece rápidamente y empieza a picar"
Méndez recuerda echarse a llorar y percibir el Mar Menor como un "cuerpo vivo". De ahí sus reflexiones en defensa de la naturaleza, que inundan el episodio nacional, escritas de forma intencionada con la misma densidad que el lodo que pisaba. El ensayo mezcla una experiencia personal abrumadora con el entorno murciano, un reencuentro con sus orígenes paternos y un recorrido por la historia que ha llevado a ser a Murcia el hazmerreír nacional.
No hay atisbo de esperanza en las páginas de Lodo. Es una égloga sobre el desastre y el terror, que se saborea durante la lectura. Una pequeña demanda, una denuncia desesperada ante un atentado asimilado por la ciudadanía. «Cómo se detiene el daño. Cómo se para esto», se pregunta la obra sin capacidad ni ilusión de encontrar respuesta.
"El ecosistema lagunar del Mar Menor ha perdido su capacidad de regulación, se han roto muchos de los equilibrios ecosistémicos", tal y como indican desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Desde la "sopa verde" en 2016 que aniquiló praderas de macroalgas, las lluvias torrenciales de la DANA en 2019 que asfixió a miles de seres vivos que murieron en las orillas de la playa o el exceso de sustancias nutritivas en el agua que provocó en 2021 otra masacre medioambiental.
Un breve gobierno del PSOE tuvo la pretensión de poner control ante esas aguas, que pronto fueron desreguladas por el Partido Popular. "Con Ramón Luis Valcárcel como presidente, la ley [de Protección y Armonización de Usos del Mar Menor] fue derogada con la aprobación de la Ley del Suelo. El resultado son casas que lindan sin mediación con las aguas de la estigia, muros de los chalets que impiden los accesos al baño del Mar Menor", relata la obra de Méndez.
"Me impresionó —reconoce la autora de Lodo— darme cuenta de que había habido intentos de regular todo esto. Se habían dado cuenta de que esa explotación intensiva iba a generar daños, todos los sabían. Los magnates del ladrillo ganaron con la conveniencia del PP, que estaba aliado con todas estas empresas", sostiene.
Hay una deconstrucción en Lodo: un viaje desde las prioridades del hombre a las necesidades de la Tierra. Otorgar a la naturaleza una posición activa, un elemento más dentro de la ecuación: "Para vivir en el s.XXI, debemos desplazarnos desde el antropocentrismo al ecocentrismo", zanja Begoña Méndez.
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