Este artículo se publicó hace 5 años.
Estrenos'Back to Life' recurre al humor negro para retratar los problemas cotidianos de la reinserción
Filmin estrena en España la primera temporada de esta comedia negra británica en la que su protagonista se enfrenta al reto de volver a la sociedad tras pasar media vida en la cárcel.
María José Arias
Madrid-
Consideraba por la crítica y los espectadores del Reino Unido como una más que digna sucesora de Fleabag, lo cierto es que Back to Life ha conseguido, merced a un guion inteligente y a unas actuaciones desgarradoras, hacerse un hueco entre el público británico por méritos propios. Más allá de las comparaciones con la ficción a la que sustituyó en la parrilla de la BBC, la creada por Daisy Haggard cuenta, como la de Phoebe Waller-Bridge, con una voz propia que se escucha alta y clara desde el primer episodio, desde esa primera escena en la que Miri Matteson ensaya frente al espejo cómo responder en una entrevista de trabajo nada más salir de la cárcel.
Miri, a la que da vida la propia Haggard, es una mujer que se ha pasado media vida, 18 años, entre rejas. Fue condenada por un delito de sangre cuando era solo una adolescente y ese crimen le ha creado cierta fama de psicópata en su pueblo. Lo sucedido entonces se ha convertido en una leyenda engordada por el boca a boca y una imaginación colectiva que no olvida. Pintadas, insultos, sospechas, miradas, amenazas… Ella ha saldado su deuda con la ley, pero no con una sociedad que se resiste a acoger entre sus brazos a una asesina cuya versión del los hechos es continuamente silenciada. Prefieren seguir pensando que es una criminal peligrosa y no alguien que, quizá, tuvo mala suerte.
"Todos merecemos una segunda oportunidad, incluso los asesinos"
Haggard y Laura Solon, coguionistas de los seis episodios que componen esta primera temporada que ahora llega a Filmin, se guardan la verdad de Miri jugando con fluidez la baza de ir desvelando poco a poco cómo ocurrió realmente todo. De esta manera, reservándose esa información hasta que consideran necesario dejarla en libertad como a su protagonista, obligan al espectador a plantearse la cuestión que sobrevuela toda la serie y que verbaliza en el primer capítulo el personaje de Nathan (Liam Williams). Él es quien afirma, aunque puede que sin estar convencido al 100% de lo que dice, que “todos merecemos una segunda oportunidad, incluso los asesinos”.
El viaje de la protagonista de Back to Life se plantea, como indica el título, como una vuelta a la vida. Entró en prisión con solo 18 años y su existencia fue puesta en pausa. Cuando regresa al mundo ‘real’ se encuentra en una habitación que aún está decorada con los pósters de esos ídolos de juventud de los cuales ninguno ha sobrevivido a sus casi dos décadas de ausencia; su ex se ha casado y tiene hijos; el matrimonio de sus padres hizo aguas hace tiempo; su mejor amiga es una traidora y el pueblo entero la odia y le hace saber día tras día que no la quiere allí.
Nadie olvida lo que pasó. Especialmente la propia Miri, que intentar recuperar su vida donde la dejó lidiando con un sentimiento de culpa por lo que hizo que la acompañará siempre y haciendo frente a un mundo que ya no es el que era. Cuando dijo adiós a su libertad el discman y el walkman convivían aún, David Bowie, Prince, George Michael y Michael Jackson estaban vivos y casi nadie tenía teléfono móvil.
Los grandes aciertos de Back to Life son que lo que podía ser un drama grave por el terreno en el que se adentra se convierte en una tragicomedia al apostar en el tono por un humor negro muy británico que le sienta bien y que tiene en un reparto que entiende a la perfección lo que está contando su mejor baza. Haggard se cubre con una capa de ironía para interpretar a Miri y esta le sirve de coraza para poder sobrevivir en un entorno reducido y hostil con la mayor dignidad posible. Esa que todos quieren arrebatarle. Pero no está sola.
Sus padres en la ficción, Oscar (Richard Durden) y Caroline (Geraldine James), reflejan esa otra cara de lo que supone la entrada en prisión de alguien: el cómo afecta a familia y allegados el crimen cometido. Sus vecinos y antes amigos vuelcan hacia ellos su enfado mientras la tristeza y la impotencia hacen mella en su relación. Él acaba obsesionado por salvar el planeta. Ella, buscando lo que su marido no le ofrece fuera de casa. Una situación que es utilizada por las guionistas para acercarse a otros temas como la fortaleza/fragilidad de la pareja, encontrase de pronto con la vuelta de una hija adulta a la que en realidad no se conoce y la sexualidad en quienes ya peinan canas.
El sexo está muy presente en todo momento en Back to Life. No tanto en el personaje de Miri, que ha vivido aislada casi dos décadas y cuenta con una experiencia limitada, como en quienes la rodean. Desde sus padres y su ex Dom (Jamie Michie) a esa amiga, Mandy (Christine Bottomley), que canaliza toda su frustración y culpa a través del sexo y que resulta clave en el misterio a resolver que se plantea. También hay de eso de Back to Life, algo de detectivesco.
Dirigidos por Chris Sweeney, en los seis episodios de esta ficción británica no deja de haber cierto poso de realidad. Ese que ha quedado después de la investigación realizada por su creadora antes de sentarse a escribir. De aquellas entrevistas que tuvo con gente que, como su personaje, recuperó la libertad tras años entre rejas, ha introducido píldoras que dan una idea de la dificultades cotidianas a las que deben hacer frente.
Como ejemplo de ello, en unas declaraciones recogidas en las notas de producción facilitadas por Filmin, Haggard menciona “las gestiones para solicitar un médico de cabecera, lo difícil que es contratar un seguro de hogar cuando quien vive en él es un ex convicto... También me llamó la atención que al parecer a todos les apetecía comer cosas frescas y crujientes, como el apio”. De hecho, la del apio es una de las escenas más cómicas, a su manera, y significativas del arranque da Back to Life.
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