Este artículo se publicó hace 2 años.
ARCO y la ausencia del continente africano
A pesar de la ilusión recuperada después de dos años de pandemia, la edición de ARCOMadrid 2022 se queda atrás en la carrera contra el reloj para la apertura hacia mercados todavía inexplorados. África no está presente.
Sofia Chiabolotti
Madrid-
El impacto general es decepcionante: de las 185 galerías seleccionadas en ARCO ninguna procede del continente africano. Con el último Nobel de la literatura otorgado al novelista tanzano Abdulrazak Gurnah, y el prestigioso premio Goncourt de Francia al senegalés Mohamed Mbougar Sarr, se esperaba un cambio de tendencia también en el campo del arte contemporáneo.
En noviembre de 2020, el presidente Macron anunciaba el camino para la restitución de 46.000 obras africanas de las 90.000 que se enumeran en los museos franceses. Un tímido paso hacia la valorización del mercado de arte africano en el continente. Un esfuerzo al que se unía también la labor de la galerista franco-somalí Cécile Fakhoury que, en octubre de 2021, inauguró en París un nuevo espacio en línea con sus otras galerías en Abiyán (Costa de Marfil) y Dakar.
Fomentar el coleccionismo del arte africano en África y a la vez conectar el mercado africano con el resto del mundo: son estos los objetivos de la propuesta de Cécile Fakhouri. Y sin embargo en el resto de Europa seguimos con los oídos tapados y los ojos vendados frente a las reivindicaciones de las culturas marginalizadas.
Si el año pasado fueron 25 las galerías que destacaron los proyectos de algunas de sus artistas mujeres, este año son solo 17
Con el desafío de una vez por todas el lema engañoso de "el arte por el arte", nos adentramos en los pabellones siete y nueve de IFEMA con expectación en una nueva edición de ARCO. Si el año pasado fueron 25 las galerías que destacaron los proyectos de algunas de sus artistas mujeres, este año son solo 17. Y no obstante, la obra de la artista limeña de género no binario, Wynnie Mynerva, se ha anunciado como la más desobediente.
El vídeo de la operación de sutura de la vagina de la artista desgarra por su crudeza, aunque no llega a tocar las cuerdas de la rebeldía esperada. Wynnie Mynerva ha decido cerrar su vagina al sexo y a la maternidad, ¿pero la lucha no iba hacia el otro lado? Creía que se tenía que revindicar el derecho a abrir las piernas y disfrutar del sexo cuando y con quien nos gustara, sin ser tachadas de prostitutas o peor sin ser violadas. Llámenme anticuada si quieren.
Kapwani Kiwanga y el arte africano de la diáspora
Visitamos en ARCO el stand de la Galerie Poggi de París, donde la artista franco-canadiense Kapwani Kiwanga vuelve a reflexionar sobre los conceptos de migración y colonialismo. Con la pieza Extration (2017) mira a la tierra de su familia, Tanzania, una pieza hecha con sisal, una fibra natural de la planta de Agave sisalana que domina la agricultura del país.
Pero las obras más interesantes son las dos fotografías superpuestas del título Subduction study #8 (2017) y la obra textil Repository (2020). En la primera vemos la representación de las dos placas tectónicas de Europa y África: el continente africano se superpone a Europa pero solo transversalmente, reproduciendo el desplazamiento con el que la placa africana colisionará contra el continente europeo.
Repository (2020) es una clara referencia a la colonización, de hecho en el repositorio textil hay pequeños granos de vidrios cosidos en el entramado. Como las semillas que las mujeres africanas escondían y volvían a sembrar en las nuevas tierras colonizadas.
Pregunto a Jonathan Frydman, director asociado de la Galerie Poggi, si la decisión de representar a Kapwani Kiwanga se acerca a la política cultural promovida por Macron, oui, à peu près ("sí, básicamente") afirma sin ninguna convicción. Vuelvo a insistir: ¿cree usted que en Francia ha aumentado el número de galerías que se dedican al arte africano? Pas vraiment ("no lo suficiente") y con un tímido encogimiento de hombros parece pedirme que acepte la dura realidad.
El arte africano contemporáneo en España
Hemos hablado con la galerista franco-argelina Sabrina Amrani, una referente en España sobre el arte del sur global. "Aquí la visibilidad de los artistas del continente africano siempre ha sido poca, creo que fuimos una de las primeras galerías en tener un programa orientado a presentar artistas de África (Madagascar, Benín, Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia y Sudáfrica). Así empecé porque era natural para mí, siendo franco-argelina, y naturalmente mi atención estaba orientada hacia el sur global".
"El concepto de sur global está muy vinculado a la sociología y a los estudios postcoloniales", asegura Sabrina Amrani
"El concepto de sur global está muy vinculado a la sociología y a los estudios postcoloniales, se ha puesto de moda en estos últimos años pero el sur global es todo menos el sur: es geopolítica, economía y eso es lo que siempre me ha apasionado. No podemos ignorar los males contemporáneos, no podemos ignorar la migración y el sistema económico sobre el cual nos hemos desarrollado desde hace más de un siglo, somos parte de ello".
Si el arte afroamericano ha empezado a tener mayor visibilidad gracias a los retratos que Amy Sherald y Kehide Wiley realizaron de Barack y Michelle Obama, "habrá que ver dentro de diez años qué es lo que quedará cuando pase esa moda", advierte Amrani. Aunque admite que podría ser "un momento clave para descubrir y fomentar un coleccionismo que pueda consolidar el ecosistema africano y de su diáspora".
Miro a esta mujer con curiosidad infantil frente a la sabiduría maliciosa de alguien que esconde el brillo de su refinada inteligencia. Afortunadamente le es imposible reprimir el guiño casi imperceptible en los ojos, como cuando dice que el arte sirve sobre todo para fomentar conversaciones que abran la mente. "El arte es una conversación".
Me despido de ella con la frustrante intuición de que el arte contemporáneo en España y en Italia siga soportando la cruz pesada de la historia y de la tradición. Antes de retomar la calle, el guiño vuelve por un momento en la mirada de Sabrina y casi susurrando me reconforta: "he notado que hay un público de jóvenes que antes de la pandemia no había. No sé explicarme el por qué".
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