anita doinel, ilustradora y escritora superviviente de violencia sexual: "Mi venganza es la ternura"
El trabajo de la artista se centra en tratar la salud mental relacionada con la violencia sexual.
Alba Meseguer Alacid
Madrid--Actualizado a
anita doinel (Jerez de la Frontera, 1997), es una ilustradora y escritora, cuyo trabajo se centra en tratar la salud mental relacionada con la violencia sexual. Como ella misma indica, su intención es arrojar luz sobre temas que suelen ser incómodos y estigmatizantes. Con una mirada anticapitalista, tierna y antipunitivista plasma realidades que están silenciadas en la sociedad, con intención de compartir este "camino de sanación" en el que ella misma se encuentra como superviviente.
Su primer libro, Me lo merezco. Historias de ternura, sanación y buenos tratos, ilustra con ejemplos una realidad posible y más amable para las víctimas de este tipo de violencia, sin caer en un discurso tópico ni positivista tóxico. En él doinel intenta crear un espacio de aprendizaje y acompañamiento para compartir sus propias experiencias y eliminar tabúes.
La artista elige escribir su nombre en minúscula, imitando a la también escritora bell hooks, quien argumentaba: "Lo más importante es lo que digo en mis libros, no quién soy".
¿Cómo te describirías a ti misma y tu trabajo?
Pues… soy Ani y soy ilustradora de formación, aunque en general me considero artista, porque me gustan mucho las artes plásticas y la escritura. Me considero una ilustradora de periferia. Empecé en esto haciendo cosas de temática andalucista, queer y en general muy políticas: anticapitalistas y antifascistas.
Realmente empecé a ilustrar por tres factores: surgió Vox, salía de un fracaso vital importante, y mi hermano me regaló unas acuarelas. El proyecto que tengo ahora, que recoge toda esta temática y la de la salud mental, está más fundamentado en mi camino de trauma y violencia sexual, como mujer precaria, bisexual, neurodivergente… y mi camino de sanación, que a día de hoy continúa y continuará hasta el día de mi muerte. Me gusta ilustrar y escribir sobre las cosas que la gente no habla porque le resulta incómodo o le da vergüenza. Mi intención es arrojar luz sobre temas que creemos que pasan de forma individual pero que son heridas colectivas. Es necesario hablar de ellas, precisamente para deshacernos de esa vergüenza, de ese tabú y de esa estigmatización.
¿Cómo empezaste en este trabajo de ilustradora?
Yo llevo pintando toda mi vida. Soy esa niña tan original que quería ser artista desde pequeña (risas). Llevo en clase de pintura al óleo desde que tengo ocho años, y ya era bastante máquina pintando cuadros. Hice el bachillerato de artes, pero no me metí a la carrera de Bellas Artes por un cúmulo de cosas: creía muy poco en mí misma, tenía la autoestima hecha una mierda, no tenía referentes de mujeres artistas (y mujeres en general), y un hombre mayor al que yo veía como figura de autoridad me dijo que pintaba mal. Así que al final me metí en Historia del Arte, lo que me llevó a una espiral de autodestrucción y a, finalmente, hacer un año sabático en el que no sabía qué hacer con mi vida. Fue ahí donde me dio por ilustrar, como una forma de abstraerme de las ganas que tenía de arrancarme la cabeza. Y me dí cuenta de que me gustaba, así que me apunté a un Grado Superior de Ilustración en Cádiz. Después de eso fue cuando decidí que me quería dedicar a esto.
¿Cómo surgió la idea del libro?
Pues cuando acabé el grado en Ilustración, hice de TFG el fanzine Mujeres andaluzas que hacen la revolución (con textos de Virginia Piña), y funcionó sorprendente bien. Después de eso me fui con mi amiga, Carmen Xía, a un pueblo de 3.000 habitantes en medio de la nada para ver qué pasaba, en lugar de quedarme en casa de mis padres. Esto fue un período entre increíble y horrible a nivel de salud mental.
"¿Por qué no intento plasmar esas cosas buenas que me han ayudado a relacionarme mejor con los demás y conmigo misma, y las enseño al mundo? ¿Qué efecto tendría?
Ahí empezó el proyecto, y me acordaré toda mi vida cómo pasó. Yo estaba en un autobús de vuelta de Sevilla, y en el camino empecé a reflexionar sobre que Internet está lleno de ejemplos de lo que no debe hacerse, pero que había muy pocos sobre lo que sí podía hacerse para tratar mejor a las personas y hacer el mundo un poquito más amable, más tierno, y con más luz. Entonces empecé a pensar en escenas que había vivido en ese camino de sanación que estaba empezando, y me pregunté: "¿Por qué no intento plasmar esas cosas buenas que me han ayudado a relacionarme mejor con los demás y conmigo misma, y las enseño al mundo? ¿Qué efecto tendría eso".
Recuerdo perfectamente que llegué a mi casa, hice siete bocetos corriendo, se los enseñé a Carmen y a mi amiga Andrea y se pusieron a llorar. Y ahí empezó la idea del libro, aunque inicialmente mi plan era hacer una recopilación de 20/30 viñetas. Poco a poco me di cuenta de que cuantas más hacía, más texto metía, y al final el dibujo se me hacía claustrofóbico, así que pensé: "A lo mejor sí que tengo cosas que decir". Empecé a escribir y el libro tiene 450 páginas. Cuando comencé el proceso tenía mucho síndrome de la impostora, y un amigo me dijo: "Para que un americano blanco hable por tí, habla tú, aunque lo hagas mal".
¿Por qué es tan revolucionario hablar de salud sexual/violencia sexual?
Supongo que es porque todo el mundo habla de sexo, pero a la vez nadie lo hace, o por lo menos no como algo amplio que también incluye ITS, estrés-postraumático, ansiedad durante el sexo, reacciones automáticas… un montón de cosas que por desgracia una gran cantidad de gente experimenta (normalmente mujeres) y que son muy importantes.
"Está completamente normalizada la pederastia y la violencia sexual desde que somos súper jóvenes, y son temas de los que hay que hablar"
En algún momento va a haber que aceptar socialmente que hay una cantidad de violencia sexual descomunal. Uno de cada cinco niños en Europa sufren violencia sexual, normalmente por parte de los familiares. Entiendo que son unos datos que incomodan y que a los que es preferible no mirar porque se te cae el mundo, pero no va a dejar de pasar por no mirarlo. Y lo mismo pasa con la violencia sexual hacia las mujeres, y de hombres hacia hombres. Está completamente normalizada la pederastia y la violencia sexual desde que somos súper jóvenes, y son temas de los que hay que hablar. Si no se habla se crean estigmas, vergüenzas, nos vemos en espirales autodestructivas en las que somos hipersexuales, por ejemplo, o hiposexuales. Dejamos de poder vivir nuestra sexualidad de forma plena y libre sin darnos cuenta, y nos acercamos una y otra vez al mismo tipo de persona que nos ha hecho daño porque tenemos un patrón que nos ha inoculado el patriarcado y del que no nos damos cuenta.
Hay que hablar de violencia sexual porque aunque no define a una persona, es un trauma y necesita ser sanado. No hay ningún abuso ni ningún trauma pequeño. Me preocupa mucho lo normalizado que está entre las mujeres haber sufrido traumas sexuales y ni siquiera tratarlo. Y sobre todo me preocupa que los hombres lo hagan una y otra vez, sin ni siquiera darse cuenta, probablemente, por la nula educación sexual y por el porno. Hay que hablar muchísimo sobre sexo, y eso no es ponerle un condón a un calabacín.
¿Qué relación tiene el capitalismo en todo esto?
Partimos de la base de que el capitalismo tiene esta alianza con el patriarcado en el que al final las mujeres somos un producto más. Nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, la forma en la que se nos ve… nos hace ser algo capitalizable. En el capitalismo siempre hemos sido objeto deseoso pero nunca deseante. Los objetos no tienen dignidad, ni derechos humanos, ni derecho a una sexualidad libre, ni al placer, ni al disfrute. De ahí vienen temas como el de la brecha orgásmica, el de la violencia…
Es algo multifactorial, no todo es debido al capitalismo, pero hay relaciones obvias, como los problemas de salud mental y el sistema capitalista. Cualquiera que te intente vender una curación en masa para los problemas de salud mental sin hablar de los problemas estructurales que causa el capitalismo te está mintiendo. El otro día Yolanda Díaz decía que no hay psicólogo que cure no llegar a final de mes, y esto es una realidad. Con esto no quiero invitar al nihilismo, siempre hay resquicios de alegría, y es importante luchar por ello.
Creo que absolutamente ningún movimiento social tiene sentido sin el anticapitalismo. Ni el feminismo, ni el veganismo, ni la lucha LGTB. No sirve de mucho seguir luchando por estas causas si dentro de unas décadas ya no va a haber mundo en el que defenderlo. Si seguimos dejando que una cantidad ínfima de completos desquiciados tengan el 90% de la riqueza del mundo y destruya a este ritmo los recursos naturales, no va a haber un mundo en el que tener pronombres. Evidentemente son súper necesarias estas luchas, pero el anticapitalismo y el ecologismo son temas muy importantes.
¿Crees que en tus ilustraciones pueden llegar a verse reflejadas varias generaciones?
Sí. Creo que en mis ilustraciones pueden verse tres generaciones. La de mis padres y mis abuelos, que por supervivencia en un contexto de explotación laboral tuvo que dejar a un lado el analizar y expresar sus emociones. Esta generación, que nos llama a nosotros "generación de cristal", ha nacido, crecido y vivido en un trauma constante. Son personas que han invertido toda su vida en el trabajo, o en tener una familia, y que en realidad se siente sola y apenas tiene amigos. No tienen absolutamente ninguna herramienta de crianza positiva, y tampoco saben como tratar a la gente. Reproducen una y otra vez el trauma intergeneracional, en esta "cadena dolorosa que nos une", como yo digo. Yo creo que hay una diferencia notable entre esta generación "dura", y la nuestra, que es más consciente de la importancia de la salud mental, pero que sigue viviendo discriminaciones.
Y después hay una generación en la que la educación está cambiando. Hay un ímpetu real de cambiar las cosas. Pueden abrir Netflix y ver series de lesbianas, saben que la salud mental es importante, y en los colegios se habla del bullying. Siento que están estas tres generaciones con sus propios desafíos y victorias, sin desmerecer a ninguna.
Háblame de qué significa para ti la ternura. Te he leído frases como: "Mi venganza es la ternura".
En el libro hablo mucho de la ternura. Digo cosas como "Las personas somos complejas. La ternura es simple". Esto viene de un capítulo en el que hablo de la venganza y del perdón. Es un tema en el que, como superviviente, tengo que entrar. Y es que desde el movimiento de gente "namasté", que es como llamo a la gente ridícula del positivismo tóxico, se nos ha hecho creer que para sanar tienes que perdonar a la gente que te ha hecho daño. Esto es completamente absurdo. Veo importante diferenciar entre perdonar y aceptar. Yo he aceptado la violencia que he sufrido, otra cosa es que perdone a la gente que la ha ejercido contra mí. A las supervivientes nos han colocado en esta polarización en la que tienes que perdonar a tus agresores u odiarlos a muerte, pero en realidad hay una escala de grises.
"La rabia es una energía muy necesaria, pero con el tiempo pesa"
Yo, durante muchísimo tiempo, he tenido mucha ideación homicida con respecto a mis agresores, y esto es súper tabú. Hay momentos en los que no me he quitado la vida por levantarme algún día y pegarle dos tiros en la cara a la persona que me ha violado. La rabia es potente y es necesaria en algún momento de la vida. Te activa, te invita a levantarte y a preguntarte a ti misma qué puedes hacer después de vivir algo injusto. La rabia es una energía muy necesaria, pero con el tiempo pesa.
Es problemático pensar que tu sanación depende completamente de la gente que te ha hecho daño. Eso es quedarte en la sala de espera de las personas que han intentado destruirte la vida. Me parece muy importante entender que como superviviente no estás unida con una especie de hilo invisible a tu agresor. Tu vida y tu camino de sanación es tuyo, y esta persona no es omnipotente ni tan importante como para impedir este camino. Es sagrado y nadie puede entrar. No necesitas que tu agresor te pida perdón para poder sanar, porque probablemente nunca pase.
Siempre invitaré a denunciar a los agresores, aunque tenga un punto de vista más antipunitivista. Si alguien necesita denunciar, tengo a una persona que ayuda de forma gratuita a mujeres que han sufrido violencia. Estas personas agresoras van a seguir reproduciendo estos patrones abusivos, por eso es importante denunciar, para que alguien pare este ciclo sin fin.
¿Qué es ser tóxico para ti?
Yo no entiendo qué es. Creo que es una palabra que no significa nada. Entiendo que se refiere a que una persona tiene ciertos patrones de comportamiento que hacen que se autodestruya y que haga daño al resto de forma continuada. La palabra "tóxico" me parece súper peligrosa, porque lleva a esa concepción de que las personas no pueden cambiar o son desechables. Es una manera muy cruel y naif de calificar a la gente.
Las personas somos complejas y estamos formadas por cientos o miles de capas. Mi pregunta es si las personas que usan esta palabra son capaces de ver al resto con la misma complejidad con la que se ven a sí mismos. Creo que para calificar a alguien de "tóxico" a la ligera hay un punto de arrogancia y de falta de autocrítica bastante latente, además de una crueldad que no comprendo. Tener patrones de comportamiento disfuncionales o maladaptativos no te convierte en un desecho de basura contaminante.
Háblame de tu postura frente a la cancelación en Internet
Tremendo jardín. Tengo serias dudas sobre que el punitivismo funcione y que ayude a hacer del mundo un lugar mejor. Cada vez dudo más de que el castigo sea una herramienta eficaz para que las personas cambien. Creo que es complicado que una persona rinda cuentas desde la coacción, el abuso o la violencia, y eso es lo que veo que pasa con las cancelaciones. Yo no las entiendo, no entiendo su objetivo. Al principio surgieron como una herramienta de las personas oprimidas contra las personas que tienen poder, con el movimiento #MeToo, lo que me parece muy útil. El problema es que ya no se producen de gente oprimida a gente poderosa, sino dentro de nuestros propios círculos. El objeto de cancelación ahora realmente es cualquiera. No entiendo ser de izquierdas y estar a favor de esto.
Hay personas que dicen que la cultura de la cancelación no existe porque no tiene efectos reales. Pero realmente, cancelando a alguien se busca que esa persona sea condenada al ostracismo, pierda su red de apoyo, pierda su trabajo, su vivienda y su capacidad de salir adelante. Entonces, entiendo que lo que se busca realmente es que se suicide. No puedes cancelar a alguien de la sociedad. Con esto solo consigues que esta persona "cancelada" se vaya a otro sitio y cree una nueva red afectiva desde el trauma y el apego inseguro.
El único caso en el que existe una cancelación real es cuando una persona es condenada a muerte o a cadena perpetua. Y con esto la violencia realmente no desaparece, solo se mueve hacia adentro de las prisiones, pero no nos importa porque no la vemos. Esa violencia no se va. Y no se va porque a una persona no la puedes obligar a rendir cuentas, sino que tiene que ser un deseo genuino de comprometerse a hacer del mundo un lugar mejor, tener integridad y entender.
Para esto necesita, sobre todo, herramientas, y la coacción, el abuso, o la violencia no son buenas herramientas de cambio para nadie. A mi parecer con esto solo se implanta una especie de aire inquisitorial y de apego inseguro, porque piensas que en cualquier momento puedes convertirte en alguien que tu comunidad desecha. Esto dinamita completamente los movimientos sociales.
Háblame de tu relación con Dios
Esto es casi divertido. La gente nunca lo entiende porque parece que no me pega. Mi espiritualidad es bastante amplia, y creer en Dios forma parte de algo mucho más grande. Para mí el tema de Dios es importante porque de pequeña creía en él, y me criaron de forma bastante sectaria en el cristianismo, como a todos los niños. En la adolescencia viví mi crisis de fe cuando entró el anticapitalismo en mi vida y después de haber vivido bastante violencia. Me empecé a preguntar por qué Dios permitiría que me pasaran estas cosas.
Después, con 20 años, volví a creer, y no sabría decirte porqué, tal vez en un momento de desesperación. No es algo que haya elegido, no sé el motivo.
Me di cuenta de que todo el mundo arrastra una educación cristiana de fondo de la que no se es consciente, pero que está ahí. En todo este tiempo, aunque me haya tratado la violencia sexual que he sufrido y sepa que ser bisexual no es un pecado, a nivel espiritual no lo tenía tan claro.
"Dios tiene cosas más importantes que hacer como para rayarse por si te gustan las mujeres, usas vibradores o follas antes del matrimonio"
Hace unos meses tuve la oportunidad de tener terapia con un cura psicólogo, filósofo, anticapitalista y antifascista. Entonces le planteé las dudas que me habían atormentado toda mi vida, entre ellas si Dios me quiere aunque hayan abusado de mí. Realmente es algo que muchas mujeres y personas queer llevamos a la espalda, aunque pensemos que no creemos. La educación cristiana está ahí, y a veces necesitamos escuchar que Dios me quiere aunque me hayan violado. Es una cosa fuerte de decir en voz alta pero a mí me sanó mucho tener la oportunidad de hablarlo con un cura. Me dijo que no tenía que confesarme ni rendir cuentas a nadie, que yo era víctima y no agresora. También me dijo que Dios me quiere aunque me gusten las mujeres. Todo esto confirmó mi teoría de que merezco ser querida por él como merezco ser querida por el resto de la gente. Para mí es súper importante integrar el hecho de que soy digna de entrar en la casa de Dios, igual que soy digna de ir con la cabeza alta por el mundo.
Y cuando voy a la Iglesia y escucho a los curas hablando del aborto, o de los matrimonios homosexuales, me doy cuenta de que eso no es Dios. Son las interpretaciones estúpidas que unos humanos han dado a las escrituras para someternos. Dios tiene cosas más importantes que hacer como para rayarse por si te gustan las mujeres, usas vibradores o follas antes del matrimonio.
Háblame de ser mujer bisexual. Te he leído la expresión "Bisexuales de segunda", ¿qué significa?
Con esta expresión me refiero a un fenómeno que ocurre en todos los géneros, pero voy a hablar del caso de las mujeres porque es lo que he vivido. Es una sensación de que no eres lo suficientemente bisexual. Hay muchas mujeres bisexuales a las que nos cuesta relacionarnos con otras mujeres, por miedo a ejercer la misma violencia que hemos vivido, sintiendo que vamos a ser invasivas, turbias o siniestras simplemente por decir "me gustas" o "me gustaría besarte".
Aparte de esto, también carecemos de herramientas porque al relacionarnos con hombres, la iniciativa la tienen ellos, por lo que nos cuesta mucho cambiar de dinámica. En ese proceso sufrimos mucha vergüenza y culpa, no solo por la bifobia interiorizada, sino por la bifobia que hay dentro del propio colectivo. Hay una sensación constante de que puede venir alguien y quitarnos el carnet de bisexuales. Parece que hay que pedir perdón por decir que te gustan los hombres. Por todo esto me estresa más relacionarme con mujeres que con hombres, y eso no me hace una bisexual de segunda. Creo que las bisexuales ya hemos sufrido suficiente como para estar aguantando todo el rato esta hipervigilancia sobre lo que nos gusta o no nos gusta, o sobre lo que nos pone cachondas o no. Es normal que nos estrese tener sexo con mujeres o con personas no binarias si es en lo que se nos ha educado.
Después de sufrir tanta violencia por parte de los hombres, ¿de qué forma pueden aportar en esta causa?
Creo que los hombres pueden hacer muchas cosas. Pueden informarse y pueden escuchar el testimonio de personas que hemos sufrido violencia sexual. Pueden analizar y ser autocríticos con lo que han aprendido, y no solo por nosotras, sino por ellos mismos, porque es totalmente autodestructivo. Pueden aprender a sentir y a expresar sus emociones sin necesidad de recurrir al sexo compulsivo o a la validación o al consumo de sustancias, que es algo que está muy normalizado, especialmente entre hombres. Creo que es muy importante que aprendan a dejar de cosificar a las mujeres y a llevar a cabo prácticas que impactan directamente contra nuestra salud mental.
Creo que es súper importante que los hombres empiecen a ser críticos con sus propios amigos, que empiecen a parar discursos, ideas y conductas que son peligrosas y deshumanizantes. Es súper necesario que dejen de tratar a las mujeres de forma deshumanizante, en todo tipo de ámbitos, pero especialmente en el sexo. Creo que en general pueden educarse para aprender a ejercer escucha activa, aprender a recibir límites y a recibir un no sin ser victimistas… Pueden aprender y ayudar en un montón de cosas para que el mundo sea un lugar considerablemente más amable y menos traumático para las mujeres. Es muy importante que los hombres aprendan a admirar a las mujeres.
¿Qué expectativas tienes respecto a tu libro?
Que ayude. El libro es todo lo que me gustaría haber escuchado antes de sufrir violencia, pero también todo lo que me hace sentir comprendida una vez que la he sufrido. Si yo hubiese tenido ese libro a mano después de ser víctima de violencia sexual me habría ahorrado muchísimo estigma, culpa y vergüenza, lo que me habría evitado llegar a un estrés postraumático y entrar en una espiral autodestructiva de acercarme al mismo tipo de gente.
Lo que espero con el libro es que sea un abrazo para las personas supervivientes. Que sea un sitio en el que sentirse seguras y saber que no están enfermas, y ser consciente de que lo que les ha pasado no les ha hecho malas ni las ha roto. También me gustaría que fuese un punto de partida para que todas las personas que no han sufrido este tipo de violencia nos comprenda y deje de juzgarnos, y entiendan por qué tenemos estas reacciones y por qué sufrimos de esta manera.
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