Este artículo se publicó hace 2 años.
La América profunda en la fotografía de Anastasia Samoylova
La galería madrileña Sabrina Amrani inaugura la exposición fotográfica 'Floridas'. Imágenes del sur de Estados Unidos que vuelven a cuestionar la crisis económica y las divisiones raciales, bajo la mirada indiferente de la política.
Sofia Chiabolotti
Madrid-Actualizado a
La artista rusa afincada en Miami, Anastasia Samoylova, retoma las huellas de Walker Evans, el fotógrafo estadounidense que retrató sin filtros a la América de la Gran Depresión. Y que entre las décadas de 1930 y 1970 supo dar voz al mundo subalterno y olvidado de la América profunda.
A partir de 2016 Samoylova decide emprender el largo viaje por carretera explorando lo que queda del sueño americano, descubriendo un paisaje desolador y a la vez fascinante en el que la pobreza y la excentricidad dan vida a una nueva forma de ser.
La mirada de la fotógrafa intenta superar los lugares comunes de un estado, el de Florida, conocido principalmente como retiro soleado y refugio del turismo de tipo hedonista. Y busca constantemente el lazo que une la sociedad humana a la naturaleza salvaje: la imagen a color o en blanco y negro subraya las disonancias, los prejuicios y los falsos mitos del sueño americano.
El rosa pálido de la arquitectura típica de las viviendas se contrapone al tono rojizo de un viejo coche oxidado, las palmeras son aquí inmóviles testigos del tiempo que pasa inexorable, y la vegetación seca o frondosa juega con las luces y sombras del cielo.
El objetivo de la cámara
El objetivo de la cámara de Samoylova alumbra aquellos rincones perdidos donde se esconde la autenticidad de la sociedad americana. Pero ya en sus primeros reportajes, la escritora y periodista estadounidense Joan Didion penetró en los callejones y paisajes recónditos de Misisipi, Alabama y Luisiana. Pocas han sido las plumas que han sabido con igual claridad trazar el perfil de excentricidad, humor y drama típico de los territorios del sur.
"Cuando pienso ahora en Nueva Orleans" afirmaba Didion acerca de su viaje en Luisiana, "me acuerdo sobre todo de su densa ofuscación, de su vertiginosa obsesión por la raza, la clase, el legado histórico, el estilo y la ausencia de estilo. Se da el caso de que estas obsesiones concretas se basan todas en distinciones que la ética de la frontera enseña a los niños del Oeste a negar y a dejar deliberadamente en el tintero, pero en Nueva Orleans dichas distinciones son la base de muchas conversaciones, y son lo que otorga a esas conversaciones
su peculiar crueldad e inocencia infantil. [...] En Nueva Orleans la naturaleza salvaje se percibe como algo muy cercano, [...] como algo rancio y viejo y malévolo, la idea de una naturaleza salvaje no como una huida de la civilización y de sus descontentos, sino como amenaza mortal a una comunidad precaria y colonial en su sentido más profundo", según Joan Didion en Sur y Oeste.
Algo muy parecido podría decirse de la Florida de Anastasia Samoylova: la traducción visual de una tradición literaria que desde William Faulkner, John Steinbeck, Flannery O'Connor hasta llegar a Don DeLillo y Sam Shepard nos restituye la verdadera voz de la identidad estadounidense.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.