Este artículo se publicó hace 3 años.
Alfonso XIII, el abuelo del rey emérito, al que le apasionaban las pelis porno
Pionero en la producción de películas pornográficas en España, la compañía Club Caníbal aborda la figura del borbón en 'Alfonso el Africano', una obra teatral producida por el Centro Dramático Nacional.
Madrid--Actualizado a
Vicioso, mujeriego y adúltero, Alfonso XIII fue prolijo en amantes, tuvo hijos bastardos y trajo por el camino de la amargura a su esposa, la reina Victoria Eugenia. Apodado el Africano, el desastre de Annual durante la guerra del Rif condujo, entre otros motivos, a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Y, pendiente de asuntos más profanos que el advenimiento de la Segunda República, se vio forzado a exiliarse, aunque vivió a cuerpo de rey gracias a sus cuentas suizas.
Unos ingredientes biográficos tan jugosos y vigentes que han llevado a la compañía Club Caníbal a recuperar su rijosa figura, porque Alfonso XIII pasa por haber sido el primer productor de cine porno en España. En un segundo plano, pues el intermediario fue el conde de Romanones, el rey orientaba sobre los guiones que luego rodarían Ramón y Ricardo Baños, responsables de la productora barcelonesa Royal Films. Parece descabellado, en cambio, que participase en los castings de actrices en El Raval.
De aquellas decenas de películas pornográficas, rodadas en los años veinte, hoy solo se conservan tres: El confesor, El ministro y Consultorio de señoras. Sus argumentos abundan en la misma idea: una mujer solicita ayuda y un cura, un político o un médico se aprovechan sexualmente de ellas. O sea, reflejan el abuso de poder. "Las tramas las sugería el propio Alfonso XIII, por lo que son una forma de entender su psicología, es decir, cómo concebía el mundo", explica Chiqui Carabante, director de Alfonso el Africano.
La obra revisa con espíritu gamberro al pionero del cine porno español. "Somos fieles a los hechos, pero nos liberamos del historicismo y de la erudición para reinterpretarlos", matiza Carabante, quien ha escrito el texto junto a Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa. "Me lo imagino diciendo: ¡Tengo tanto poder que voy a hacer mis películas porno! Y luego enseñándolas a sus amigotes, quienes se reirían de las protagonistas", añade el dramaturgo. Porque, además de financiar los filmes sicalípticos, Alfonso XIII los veía en una sala de cine que había mandado construir en palacio.
"Es un indolente y un tipo distraído con otras cosas. En España había tensiones, inestabilidad económica y problemas con Catalunya o Marruecos, lo que generó un malestar social que condujo a la Segunda República, pero él estaba preocupado por montar en el último modelo de coche o en ir detrás de alguna chica", critica Carabantes, quien cree que anteponer las aficiones a las cuestiones de Estado es propio de los borbones. "En general, el rey emérito ha sido igual. También se distrae muy fácilmente".
Carabante reconoce que la distancia histórica les ha permitido hablar con mayor libertad, algo que también ya está ocurriendo, a su juicio, con Juan Carlos I. "Ahora se le puede criticar, mientras que durante la transición solo se podía loarlo", recuerda el director. "No se debe crear con miedo, porque si los comediantes estuviésemos pendientes de quienes se ofenden, no haríamos nada. Y si no pudiésemos hablar de Alfonso XIII, al que sufrieron mis abuelos, mala cosa".
Protagonizada por Font García, Vito Sanz, Juanfra Juárez y Pablo Peña, a esta nueva entrega de los esperpénticos episodios nacionales de Club Caníbal le sucederá otra con un ejemplar de excepción: el Pequeño Nicolás, puro disparate de la fauna ibérica, tomará el testigo de Alfonso XIII. Mientras, queda en manos del público si cabe establecer un paralelismo entre el rey Juan Carlos y su abuelo. Ya saben que de aquellos polvos, estos lodos.
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