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Siete amenazas para la red que conocemos

La censura de los gobiernos, las presiones de las SFlbempresas y el ‘cibercrimen' hacen peligrar Internet

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Muchos pueblos y ciudades del mundo celebran hoy el Día de Internet, cuyo acto central en España tendrá lugar en la plaza de Colón de Madrid. La edición de este año se centra en la protección de la infancia en el ciberespacio. Pero es la propia Internet la que necesita ser protegida porque, si por algo se está caracterizando este 2009, es por el creciente número de amenazas que se ciernen sobre ella.

Unas son fruto de su propio éxito, como el agotamiento de direcciones IP. Con casi 1.600 millones de internautas en el mundo, los números que identifican a cada ordenador y permiten que se comuniquen entre ellos se están agotando. Además, muchos de esos usuarios son muy diferentes a los de hace unos años. Entonces, se limitaban a leer el correo y buscar información. Ahora la generan. Esto ha provocado un crecimiento exponencial del tráfico de datos.

Las operadoras, preocupadas por la congestión de sus redes, buscan acabar con la igualdad en el acceso y la neutralidad de la Red. Con esa excusa técnica, se ha tomado una decisión política, y varios ISP ya dan prioridad a un tipo de tráfico sobre otro. Víctimas de esta decisión son los programas de intercambio de archivos. Redes como las de eMule o BitTorrent son responsables de buena parte del tráfico y ya empiezan a ser castigadas. Al mismo tiempo, sus usuarios van camino de ser considerados criminales, como demuestra la aprobación de una ley que les penaliza en Francia. Los autores españoles quieren que el Gobierno siga el ejemplo.

La basura de nunca acabar

El fundador de Microsoft, Bill Gates dijo en 2004 que el correo basura dejaría de ser un problema en dos años. Se equivocó. En 2009, las cifras de spam o virus informáticos no han dejado de crecer. Además, ahora se da un fenómeno que no existía a comienzos de siglo: los programas maliciosos se han convertido en una forma de cibercrimen.Otras amenazas crecientes son la dependencia cada vez mayor que tiene Internet de una sola empresa, Google, y la censura y el espionaje electrónico a los ciudadanos, algo que siempre se asoció a regímenes totalitarios y que se está extendiendo a las sociedades occidentales.

Ahora no sólo espían los gobiernos, también lo hacen las grandes empresas y los propios ciudadanos. Muchos de esos gobiernos y compañías han organizados actos para celebrar el Día de Internet.

Lo que parecía un problema técnico puede convertirse en un serio obstáculo para la Internet del futuro inmediato. Cuando se creó el protocolo TCP/IP (que permite la comunicación entre las máquinas), el sistema de numeración elegido pareció suficiente. El IPv4 ofrece 4.294 millones de direcciones IP. Sin embargo se están acabando.

Además de los 1.600 millones de internautas que hay, la popularización de la movilidad (los portátiles y los teléfonos necesitan también su propia IP) y la llegada de la Internet de las cosas (donde hasta el frigorífico tendrá acceso) han acortado los plazos. El responsable de la agencia estadounidense para la asignación de números de Internet dijo en abril que en dos años no habría más. La solución se llama IPv6, un sistema que generará 2128 combinaciones.

La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones publicó a finales de abril una comparativa de ofertas de banda ancha en la Unión Europea. Los españoles que tienen una conexión contratada de entre 2 y 10 Megabits por segundo (Mbts) pagan un 11% más que la media europea. Pero el problema no está en los datos absolutos. Casi dos tercios de los usuarios españoles tienen una conexión de este tipo. Mientras, en países como Suecia u Holanda, las ofertas más contratadas son las superiores a los 10 Mbts.

El problema se agrava si se compara entre operadores históricos de cada país. La mejor oferta comercial de Telefónica en España es un 56% más cara que las media de sus colegas europeos. Hay que tener en cuenta que esta operadora controla la mayor parte del mercado. La crisis económica, además, ha provocado el aplazamiento del despliegue de la fibra óptica, que permitiría alcanzar a los países más destacados.

El fabricante Apple se lo está poniendo fácil a las operadoras. Esta misma semana ha retirado dos programas de su tienda iTunes. Diseñado para el móvil iPhone, uno permitía poner en marcha un programa P2P en el ordenador sin estar en casa. El caso recuerda a la prohibición de usar el programa de telefonía Skype también este teléfono, de hace semanas.

Estos son algunos ejemplos de lo que es la no neutralidad tecnológica. Las empresas dan prioridad a unos programas sobre otros. En EEUU y Canadá, varias operadoras de Internet han sido acusadas (y dos multadas) por acelerar o frenar determinado tipo de datos.
Otra modalidad de este sistema de desigualdad es dar prioridad a unos usuarios sobre otros. Telefónica está ensayando un sistema por el que, pagando un plus, los datos de su cliente llegarán antes.

 El martes fue la Asamblea Nacional francesa, el miércoles el Senado galo. Sólo falta la sanción presidencial para que la Ley Creación e Internet, que penaliza a los internautas que compartan archivos, entre en vigor. Dos semanas antes, le tocaba el turno a la página The Pirate Bay (que alberga enlaces a archivos P2P). Un juez condenó a sus responsables por piratería. Y, por último, el próximo martes, se inicia la vista del caso Promusicae contra Pablo Soto. Este creador de programas P2P (como Blubster o Manolito P2P) se enfrenta a una multa multimillonaria por limitarse a hacer un software.

Pero el tour de force contra el intercambio de archivos en España es el pulso que mantienen operadoras y autores. Si llegan a un acuerdo, el modelo francés podría ser aplicado al sur de los Pirineos. Hay un documento elaborado por el lobby cultural de EEUU que pone fecha: agosto.

A finales de 2008, la desarticulación de una mafia que controlaba miles de ordenadores sin el conocimiento de sus dueños, dio un respiro en la cantidad de correo basura que circula por Internet. Pero, como revela un informe de Message Labs, para febrero el spam ya se había recuperado y volvía a llenar los buzones de correo.

Más peligrosos que el molesto y costoso spam son los ataques cibernéticos contra redes y sistemas para infectarlos y robar información. El informe El Estado de Internet de Akamai revela que la mayoría de estos ataques proceden de China y EEUU. El mismo trabajo destaca el peligro que supone la vulneración del SSL. Este sistema cifra y da seguridad a las comunicaciones. Su violación significa un duro golpe al comercio electrónico, ya escaso de por sí.

El pasado jueves millones de internautas vieron cómo su buscador preferido no funcionaba como siempre. Un problema similar al que dejó a los usuarios españoles sin su servicio de correo hace unas semanas había provocado el pánico.
Google controla las búsquedas en Internet (en España tiene más del 90% de cuota de mercado), la publicidad en
Internet (con sus Adwords y Adsense) y tiene un programa o servicio para casi cada cosa. Es tal su poder que, de hecho, la Comisión Europea podría iniciar una investigación contra Google.

Lo que más preocupa a los defensores de la privacidad es que esta empresa sabe mucho de sus usuarios. Quién, qué, cómo, dónde y cuándo busca un usuario queda registrado en sus servidores. Aunque Google siempre ha asegurado que no hace un mal uso de esos datos, se trata de una concentración de información demasiado grande, y la información es poder.

La misma Internet que ha revolucionado el acceso a la información puede ser un formidable instrumento de control y censura. Cada año, organizaciones como Reporteros sin Fronteras realizan un estudio sobre la censura en Internet. China suele encabezar esa lista por méritos propios.

Pero el fenómeno se está extiendo a las democracias occidentales. Aquí, el peligro no sólo procede de los Estados. Las empresas usan la Red para espiarse entre ellas. El control sobre sus trabajadores crece cada vez más y el espionaje sobre sus usuarios lo disfrazan de minería de datos o marketing conductual. Por último, redes sociales como Facebook han provocado la democratización del espionaje. En un reciente estudio del Pew Internet se sostiene que estos servicios están provocando el fin de la privacidad.

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